
Totalmente a favor. ¿En qué cabeza cabe que quienes tienen intereses contrarios o, como mínimo, diferentes, van a gestionar tus recursos mejor que tú mismo? ¿Por qué deberían hacerlo, además? En un mundo de iguales, nadie es más ni menos que nadie. Nadie debe aspirar a imponer su criterio más allá de sus fronteras naturales arguyendo falsos argumentos de pretendida superioridad o incapacidad del gobernado. Porque, no nos engañemos, ésas son sólo falacias para justificar la propia posición en la dialéctica dominador/dominado. Es absolutamente fundamental presentar al otro como un ser incapaz de autogobernarse, de autodeterminarse, de decidir por sí mismo lo que considere más conveniente en cada momento. De alguna manera, reproducir una situación de madre “benefactora”, que sabe siempre lo que conviene, e hijo desvalido, que no puede acabar de romper el cordón umbilical, no deja de ser una trampa, un subterfugio. Alcanzar un estado de autodeterminación es indispensable para poder, después, establecer verdaderos lazos de amistad, solidaridad, cooperación. Pero, insisto, entre iguales, nunca entre amo y esclavo. Sucede un poco como la solidaridad, que se ejerce de manera horizontal, mientras que la caridad es ejercida verticalmente, de arriba a abajo. ¿Cuántas veces detrás de esa pretendida caridad no se esconde sino el mismo veneno de la opresión que mantiene al sometido arrodillado, con la mano extendida? Pues por éstas y muchas otras razones, estoy totalmente a favor de la total independencia del Puerto de Arrecife con respecto al Puerto de La Luz y Las Palmas.