Chovinismos aparte parece ser una opinión generalizada entre nuestros visitantes extranjeros que este país goza de bellezas naturales de especial singularidad. Una naturaleza volcánica en pleno atlántico norteafricano nos imprime un sello paisajístico tan particular como diverso. Y hablo de extranjeros porque parece que no todos los hijos de esta tierra nos hemos percatado del alcance real de estos valores naturales. Tal ha sido nuestra osadía que hemos llegado a creer que la naturaleza está incompleta y que merece ser modificada y resaltada por nosotros sin limitaciones.
Los espacios protegidos que afortunadamente salpican nuestra geografía no parecen ser suficiente barrera de contención ante estas ansias. Un ejemplo de plena actualidad es la intención del ayuntamiento de la localidad grancanaria de Tejeda en instalar una iluminación nocturna en el emblemático Roque Bentayga en determinados días de año. Un monolito rocoso de singular belleza y altos valores geológicos, históricos y patrimoniales que está integrado en un espacio protegido del Parque Rural del Nublo.
La oposición ciudadana parece ser mayoritaria y ya algunos colectivos han mostrado su rechazo. Sin embargo, el actual alcalde del municipio Francisco Perera no pareció gustarle y decidió añadir más leña al asunto haciendo gala de un exquisito talante cuando afirmó ayer en una entrevista que “Los ecologistas son unos tocanarices. Yo me debo a mi pueblo y defiendo sus intereses, no a los de los foráneos.” ¿Guardará este exacerbado localismo alguna relación con la exclusión ilegal de la bandera autonómica de la fachada del ayuntamiento?
Recientemente la localidad ha sido incluida en la Red de “Pueblos más bonitos de España”. En palabras del presidente de dicha Asociación española Tejeda ha sido reconocida debido a “la naturalidad, belleza y conservación del municipio.” Sí, esa belleza, naturalidad y conservación que se vería seriamente afectada si no fuera por la creciente conciencia ecologista de la población canaria que se dejan ‘influenciar’ por esos ‘ecologistas tocanarices’. Fueron muchos de esos ‘ecologistas tocanarices’ los que se movilizaron en la ultima década del siglo XX contra el Parque Nacional en el corazón de Gran Canaria que tanto daño hubiera hecho a los vecinos de Tejeda. Y por supuesto, esos ‘ecologistas tocanarices’ fueron también los que se movilizaron hace unos pocos años para evitar la construcción del disparatado teleférico del Roque Nublo, otra de esas magníficas iniciativas de los que defendían ‘los intereses de Tejeda frente a los foráneos’.
El Roque Nublo y el Roque Bentayga no necesitan ni han necesitado jamás ninguna iluminación artificial para destacar su indiscutible belleza. La espectacularidad del Bentayga se puede apreciar en una noche de luna llena bajo un bello manto de estrellas. Para los antiguos canarios el Bentayga pudo ser un Axis Mundi que unía este plano terrenal con el celestial. Toda una magia que la contaminación lumínica que generaría esta iluminación podría verse seriamente dañada. Desde mi punto de vista no se trata de una cuestión baladí ya que hablamos de un lugar de especial significación histórica y patrimonial, pero sobre todo de un centro espiritual de nuestros ancestros que creo que también merecen un respeto y que no se les ‘toque las narices’.