Decadencia. No existe un concepto más claro y preciso para concretar, en una sola palabra, qué demonios está pasando en el Polígono de Güímar. Porque la clave de esta extravagancia, lo que convierte una mamarrachada, con todas las letras, en un asunto a tener en cuenta, en un síntoma de decadencia generalizada e irreversible a corto y medio plazo, nada tiene que ver con la peregrina idea de pintar una raya azul a lo largo de un límite municipal. La cuestión, amigos, es la progresiva desestructuración e inacción de los poderes centrales; o, dicho a la inversa, que también vale, la creciente autonomía que están tomando los poderes locales en un clima generalizado de desprecio y desprestigio de las instituciones públicas.
Que a la alcaldesa de Güímar, Carmen Luisa Castro Dorta, se le ocurra, no sabemos muy bien si tras encomendarse a San Pedro, al Socorro o al Cristo del Cementerio, la estupidez de solucionar un problema administrativo pintando de azul un límite municipal, es algo que, sinceramente, entra dentro de las chorradas a las que esta señora nos tiene, por desgracia, sobradamente acostumbrados. Pero ese no es el problema. La cuestión, repito, es la debilidad de unos poderes centrales que, para no meterse en líos, permiten que el alcalde de un municipio venido a menos (19.000 habitantes), haga el payaso, reitero, el payaso, en uno de los principales nódulos económicos de Tenerife.
Encima de este esperpento, y después del bochornoso lavado de manos del Cabildo de Tenerife, el presidente insular del Partido Popular, un tal Manuel Domínguez, afirma en prensa que pintar una raya azul en un límite municipal es «una forma acertada de demostrar a los ciudadanos que se está cumpliendo con el mantenimiento del Polígono». ¿Este personaje qué aspira a gobernar exactamente? Quizás un rebumbio de pequeños pueblos-Estado donde sus alcaldes levanten empalizadas, atalayas y levas; puede que, ¡y por qué no!, este señor esté de acuerdo en volver al sistema de fielatos. Tremendo. No sé cómo explicarle o hacerle ver a este iletrado político, que la salud y la legitimidad de las instituciones públicas es un bien muy superior, y con diferencia, a las bufonadas de la Sra. Castro o a sus rencillas con el alcalde díscolo.
* El artículo está firmado por Eduardo Díaz Coello, uno de los creadores del perfil satírico sobre la actualidad de Güímar «La Franja de Guaza». Hace unas semanas escribimos sobre él, ya que fue el primer multado de todo el Estado al que se aplicaba la Ley Mordaza. Finalmente la causa fue archivada.