El Acta Final de Helsinki, de 1975, constituye un hito en la historia contemporánea europea. Sentó a Estados Unidos, Canadá, la Unión Soviética y todos los países europeos (a excepción de Albania y Andorra) en una misma sala para hablar de cuestiones de paz y seguridad, en su más amplio sentido. Este acta dio nacimiento a la Confererencia para la Seguridad y Cooperación en Europa, actual Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.
Este verano se conmemora el 40 aniversario del Acta Final. Con este fin, en la capital finlandesa tuvo lugar la Asamblea Parlamentaria de la OSCE, donde parlamentarios de todos los estados participantes en la organización se reúnen, debaten e intercambian puntos de vista. Es difícil exagerar el papel de este organismo: no porque se tomen grandes decisiones de aplicación directa. Sino porque permiten que legisladores de países con tensas relaciones o incluso en situaciones pre-bélicas, se reúnan, hablen e intenten acercar posturas. Pensemos, por ejemplo, en el caso de Rusia y Ucrania actualmente.
Porque, ¿qué pasa cuando no hay diálogo? Nuevamente, en el caso de Rusia y Ucrania se ve claramente lo que ocurre cuando escasea el diálogo. Los medios de comunicación de cada país empiezan a desarrollar narrativas propias de lo que ocurre. Primero son paralelas, con algunos puntos de contacto; a medida que el conflicto va ganando en intensidad las narrativas empiezan a ser divergentes; las élites políticas, temerosas de perder el apoyo de su público, actúan según esas narrativas, cada vez más alejadas, incluso si para ello se requiere el uso de la fuerza. La ausencia (o casi) del diálogo puede tener consecuencias muy graves.
De ahí la importancia de conmemoraciones como estas. Este evento, sin embargo, se vio ensombrecido por la casi total ausencia de parlamentarios rusos. Uno de los puntos calientes de la asamblea iba a ser la situación en y en torno a Ucrania, ¿y no participan parlamentarios rusos? ¿Cómo explicarlo?
Bueno, la lista de sanciones de la Unión Europea contra Rusia por la anexión de Crimea incluye… a Sergey Narishkin, presidente de la Duma Estatal, junto con otros parlamentarios de la cámara baja. Bien es cierto que Finlandia podría haber ignorado la prohibición, pero esto la hubiera puesto en una situación muy incómoda con sus socios y aliados europeos.
Aquí veo un ejemplo claro del efecto negativo de (al menos una parte de) las sanciones impuestas por la UE a Rusia. Cuando más tensas son las relaciones, cuando más problemas hay sobre el terreno, se dificulta el diálogo interparlamentario. Por muy dañada que esté la imagen de la política y los políticos en nuestro país, hagamos un esfuerzo por comprender la importancia del diálogo interparlamentario: constituye ahora mismo uno de los pocos medios de mantener a las sociedades rusa y occidental en contacto de manera constructiva en la búsqueda de soluciones. Nada menos.
Así que hubo una resolución condenando a Rusia sin presencia de parlamentarios rusos. Esto contraviene el principio más elemental, ya no de la democracia, sino hasta incluso del sistema judicial: la posibilidad de defenderse ante una acusación.
Esperemos que esto no vuelva a repetirse. Que la petición del presidente de la Asamblea Parlamentaria de que se elimine a los parlamentarios rusos de la lista de sanciones sea escuchada y bien gestionada en Bruselas, y que el diálogo entre los representates del pueblo pueda reanudarse cuanto antes. En ello le va la vida a los habitantes del Donbás ucraniano.