Un chiste: dos reclusos intentan escapar de prisión por un túnel. Afuera los espera un guarda, alertado por un chivato. Según sale el primero del túnel, le da un garrotazo rompiéndole la boca. El recluso se da la vuelta y, tapándose la boca con la mano, le dice al otro: “¡Sal tú, que a mí me da risa!”. Pues algo parecido debe estar ocurriendo en el Partido Popular. Asier Antona y Cristina Tavío deben estar empujando al otro a la boca del túnel ante la huyona más que previsible de José Manuel Soria. Dicen los mentideros que el ministro petrolero continuaría siéndolo en una hipotética segunda legislatura de Mariano Rajoy. No sé yo. Cuesta pensar en un ministro que tenga un desgaste mayor, al menos en las colonias. Casi puede oír uno de fondo el sonido de la puerta giratoria. Brufau, que no sabe cómo quitárselo de encima, se lo va a tener que gozar en la oficina.
También por estas ínsulas africanas, la previsible caída del voto al Partido Popular a los niveles de las prospecciones marinas en islas como Lanzarote y Fuerteventura no ayuda a pensar que el puesto de cabeza de lista por el Parlamento, al menos en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, sea muy codiciado. En la provincia de Las Palmas ya está Hernández Bento, que total, como no se entera, se creerá que es un ascenso. Que vayan preparando la boca. Así, el Partido Popular es condenado por enésima vez a ser el convidado de piedra de la política canaria gracias a la estrategia suicida del soberbio Soria, más preocupado siempre por sus asuntos que por su partido. A él todo lo demás le da igual. Él sigue remontando la corriente cual salmón, dicho sin segundas. Fue por eso que cuando le dijeron que se presentara en Canarias respondió: ¡preséntate tú, que a mí me da risa!