Colaboración
Hay varios tipos de periodistas: excelentes, buenos, mediocres, … al igual que ocurre en cualquier otra profesión, solo que casi todos ellos se ganan la vida dando noticias, escribiendo libros, comunicando,… es decir, tienen cierta capacidad para llegar a más gente que en otras profesiones. Uno de estos tipos de periodistas es el que está obsesionado buscando el Pulitzer de periodismo o la veta de oro, que les encumbre o que les colme sus bolsillos. Por lo general, son periodistas que en su ciclo de vida profesional ya no dan más de sí y están atrapados por la mediocridad de su imaginación. Les resulta muy difícil ser originales y aportar temas que despierten el interés en los ciudadanos. Están agotados, desnutridos intelectualmente.
El caso de Marisol Ayala viene a ser uno más de los que se encuadran en este tipo de periodistas agotados. El problema aumenta porque, tras esa incapacidad para ser original o al menos tener conciencia social de lo que escribe, adorna su trabajo con bellas frases tal como la que encabeza su blog: “Reivindico el periodismo social tan necesario siempre y ahora más”. Veamos si es coherente con lo que ella misma anuncia.
Cuando murió Antonio Cubillo, hace pocos meses, no se le ocurre a esta señora sino publicar en su blog un artículo recordando el trágico accidente de Los Rodeos -en el cual los aviones involucrados tuvieron que desviarse del aeropuerto de Gran Canaria por una bomba que puso el MPAIAC en este último- y relatar la historia que no podía ocultar por más tiempo del militante que puso la bomba y que acudió a ella consternado y hundido por los efectos indirectos, tan trágicos, que había causado el pequeño petardo que había puesto en una floristería del aeropuerto. En su relato sólo le faltó poner la dirección de la vivienda de aquel hombre. ¿Qué necesidad tenía esta señora en traer esa historia a estas alturas de la vida? Podemos imaginar a la familia de ese hombre y a él mismo, si aún viviera, teniendo que recordar algo que devino tan desgraciado…
El libro que ahora publica no deja de ser más de lo mismo. ¡Pues no ha tenido ya bastante la sociedad canaria de atiborrarse de los tristes hechos que ocurrieron en el Caso Kárate! Desde el inicio de la instrucción hasta el sumario, finalizando en el largo juicio, no han parado los medios en publicar detalles de todo tipo. Las víctimas y sus familiares tuvieron que revivir una vez más el drama de lo sucedido, o como dicen los psicólogos, pasaron por una segunda revictimización. Pero he aquí que esta periodista tiene nuevamente una brillante idea: «¡Pero si tenemos ante nuestras narices la veta ansiada durante tantos años!» -Le diría a su hijo, que debe estar todavía unido umbilicalmente a su madre.
Curiosamente, en marzo de 2010, Marisol Ayala publicaba un artículo titulado ¿Es necesario tanto morbo en el «Caso Kárate»? en el que criticaba a quienes publicaban información cargada de detalles morbosos sobre el famoso caso. Finalizaba su artículo de la siguiente guisa “(…)Yo creía, ingenua, que había límites a la hora de informar sobre sucesos de este calibre pero, claro, cuándo se han mencionado nombres e iniciales y edad de afectados, la mayoría, no lo olviden, menores de edad, me he bajado del guindo. Estaba equivocada. Nadie quiere quedar en la orilla; si tú te tiras a la piscina, yo también me tiraré y nadaré más lejos.” Ahora podemos comprobar lo que quiso decir, hace más de tres años, con lo de nadar más lejos.
Claro que para anunciar a bombo y platillo su ansiado best seller, debía hacerlo edulcorando y ocultando su verdadera intención (que no es otra que la del lucro particular) y para ello anuncian a los cuatro vientos que es un libro con un fin pedagógico, que debe servir de recordatorio a la sociedad de lo que no debe pasar nunca más.
Señora periodista, si fuera esa, en verdad, su intención, podría haber planteado a organizaciones profesionales, sociales e incluso a la propia Asociación de Víctimas y Familiares del Caso Kárate, el desarrollar una propuesta o una acción que estuviera dirigida a las instituciones, o a quien fuese pertinente, para abordar seriamente el problema del abuso sexual infantil y corrupción de menores, problema éste que está más extendido de lo que los ciudadanos creen en nuestra sociedad y no sólo a través de sectas sino mucho más, por ejemplo, en el ámbito familiar.
Esta periodista, aquejada de desnutrición intelectual, refleja su oportunismo en los artículos que está escribiendo sobre su libro y en lo que nos dice en las entrevistas que les hacen sus otros amigos periodistas. Por más que insista en que su fin es social y que lo hace para impedir que vuelva a suceder, no ha tenido en cuenta que está contribuyendo a que las víctimas y familiares tengan que pasar por una tercera revictimización. Otra cosa hubiera sucedido si la mentada periodista hubiese sido uno de los familiares afectados, que por suerte no lo ha sido. Resulta también extraño que en su libro incluya entrevistas con las víctimas y familiares cuando se ha visto en los medios que la postura de la Asociación de Víctimas ha ido siempre en la línea contraria, en no hacer declaraciones de ningún tipo y a ningún periodista.
Todavía no se le ha oído mencionar que los beneficios íntegros de lo que obtenga con las ventas del libro los va a donar a alguna ONG que luche contra el abuso sexual infantil, aunque lo mejor será que no tenga beneficios y que tanto ella, su hijo, como otros periodistas agotados intelectualmente, comprobasen que la sociedad está harta de los mediocres que quieran lucrarse a costa del sufrimiento de cualquier ser humano, por mucha vestimenta social con la que se cubran.
Francisca Lucía Pérez Hernández,
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