Publicado originalmente el 27 de junio de 2014
Colaboración de Juan José Monzón Gil, Profesor de música de Secundaria en el CEO de Valleseco (Gran Canaria)
Comunicación en el marco del I Encuentro de Docentes de Enseñanza Musical de la Comunidad Canaria, organizado por la Sociedad para la Educación Musical del estado Español (SEM-EE) en la mesa redonda titulada: «La misma guerra desde diferentes trincheras»
Por un momento, cuando leímos el título de la mesa de debate que nos reúne hoy: “La misma guerra desde diferentes trincheras”, expresado así, no dejó de sorprendernos. Lo decimos sobre todo, porque a veces, a las palabras, se les puede dar diferentes lecturas.Se nos vinieron a la cabeza otras evocaciones para el mismo título. Por un lado, connotaciones a la enseñanza musical que en la actualidad ha acabado por convertirse en una guerra de supervivencia, cada vez menos valorada desde las altas instancias y condenada a la desaparición en la enseñanza Primaria y Secundaria. Por otro, a la propia funcionalidad de las distintas instituciones y centros encargados de impartir la educación musical en Canarias, llámense escuelas de música, conservatorios, centros de Primaria o de Secundaria, que durante mucho tiempo han venido viviendo separados y parcelados en sus propias trincheras.
De cualquiera de las maneras, afortunadamente se van dando pasos lentos de a poco, y hoy en día asistimos a acuerdos de colaboración entre el Conservatorio Profesional de Música de Las Palmas de Gran Canaria y las distintas escuelas de música de la isla, en el proceso de selección y captación de alumnado, por ejemplo. En esta línea sería bueno seguir abriendo vías de diálogo y mesas de debate los unos con los otros, como la que hoy aquí nos reúne.
Pero, como reza el título de este congreso, lo que venimos hoy a hacer aquí es a hablar de los procesos de cambio en la enseñanza musical que, dicho sea de paso, no son nada halagüeños, a raíz de la ley educativa que se avecina.
Aunque suene a tópico, nunca está de más repetir que la música es una disciplina que contribuye al desarrollo de todas las dimensiones del ser humano. Se ha demostrado que desarrolla la curiosidad, la concentración, la memoria, la comprensión, el autodominio emocional…; que favorece el aprendizaje de las lenguas, de las matemáticas, de la historia, etc. Por tanto, porqué ese empecinamiento de nuestros gobernantes en seguir relegándola a una asignatura de segunda división B con perspectivas de descender aún más de categoría… Hablaremos de esto más adelante.
Si nos paramos a reflexionar veremos la tremenda presencia de la música en la vida cotidiana de los jóvenes. La música en la actualidad se ha convertido en un objeto de consumo. Si esto sucediera con la asignatura de inglés o francés, por ejemplo, otro gallo nos cantaría en el aprendizaje de los idiomas.
Conclusión… No hay ninguna otra área de la enseñanza general que tenga tanta atracción ni presencia en la vida de nuestro alumnado como la música, y es por ello que debería seguir estando presente como materia obligatoria en el currículo, al margen de los vaivenes políticos y de los sucesivos cambios legislativos: para ayudarles a ser oyentes críticos, a ser mejores personas, ciudadanos tolerantes, más sensibles y, sobre todo, a ser seres pensantes…
Pero la pregunta que nos hacemos es: ¿Realmente interesa que la música nos ayude a pensar y a hacernos más creativos?
Haciendo un repaso rápido por las sucesivas leyes educativas, veremos como la Ley General de Educación de 1970 (Villar Palasí) introdujo esta materia como un área más en la enseñanza ordinaria, con lo que se ponía un punto y final a largos años en el dique seco sin la presencia de la música en las aulas. Pero en ese momento el escollo para su implantación y desarrollo fue la falta de medios y de profesorado cualificado.
Posteriormente, la promulgación de la LOGSE en 1992 supuso la incorporación real de la música a la enseñanza general, tanto en Primaria como en Secundaria, con profesorado formado y cualificado, creándose las primeras oposiciones de maestros de educación musical. Esto aportó un cambio sustancial para darle la importancia que históricamente se merecía en el terreno de la enseñanza general básica. Aunque dicho sea de paso, en esa época en Canarias, la Consejería habilitó a muchos maestros con escasos conocimientos y experiencia musical suficiente para impartir la asignatura de música dentro de las escuelas, aspecto este que en su momento fue muy debatido y criticado.
En la actualidad, con la LOMCE, la música en escuelas e institutos volverá a su lugar de partida. Es decir, a su práctica desaparición del aula. Creemos que esto es en parte debido a la falta de cultura en general, y de la música en particular, de muchos de nuestros gobernantes.
En la actualidad, lo que se pretende con la LOMCE es dar un absurdo giro hacia una enseñanza cada vez más unida al poder económico y empresarial y más alejada del ámbito artístico y creativo de la vida. De un plumazo la ley acaba con la competencia cultural y artística en la escuela. No nos cabe duda de que siendo ésta la competencia que contribuye de forma directa al desarrollo de las demás competencias básicas, no interese su implementación dentro del currículo. No se busca a priori personas librepensantes y creativas, sino todo lo contrario.
En esta línea, la propia ley en su preámbulo se contradice, ya que si queremos una ley que mejore la calidad educativa, esta tiene que venir indefectiblemente de la mano de la creatividad y la imaginación. Si no, tomemos como ejemplo a sociedades más avanzadas como la Suiza, que han aprobado en referéndum, con un aplastante 72,7 por ciento, una modificación constitucional que pretende reforzar la formación musical en la educación básica, por algo será.
Con este triste panorama, la LOMCE viene a poner otro palo en la rueda de las enseñanzas musicales en la educación general y eliminará la obligatoriedad de cursar Educación Artística en Educación Primaria, y música en Educación Secundaria. A partir de ahora la música estará dentro del ámbito de las “asignaturas llamadas específicas”, optativas que podrán ser cursadas “en función de la regulación y de la programación de la oferta educativa que establezca cada Administración educativa y, en su caso, de la oferta de los centros docentes”. Es decir, si una determinada comunidad decide no ofertarla, o si deja esta decisión a los centros educativos y estos no la ofertan, los alumnos podrán haber acabado su escolarización obligatoria sin haber cursado nunca música, convirtiéndose en un factor más de desigualdad.
CONCLUSIÓN
Por todo lo expuesto anteriormente, queda patente que estamos asistiendo en nuestro país a un desmantelamiento progresivo, lento pero inexorable, de las enseñanzas musicales en la educación general.
La Ley de Mejora de la Calidad Educativa que nos quieren implantar, no solo no mejorará la educación sino que dará la estocada de muerte a las enseñanzas artísticas en la Educación Primaria y la Secundaria Obligatoria.
¿Pero… qué podemos hacer nosotros ante esta situación confusa y de caos que se nos avecina a fin de revitalizar nuestra situación?
No tenemos fórmulas ni varitas mágicas para esto, pero proponemos, entre otras:
Tender puentes…
– Proponemos establecer lazos musicales entre los centros de Primaria y Secundaria de una misma población (al menos los que estén más próximos). A veces vivimos tan cerca que casi ni nos vemos. Podemos por ejemplo realizar colaboraciones musicales entre centros. Hacer actos conjuntos con otros IES de la isla o de fuera…
– Establecer redes de cooperación y colaboración entre las escuelas de música, academias y grupos de la zona, con los centros de Primaria y de Secundaria Obligatoria. En el fondo son alumnos que viven en el mismo entorno y que asisten a veces a la par a esos mismos centros. Esto hará que se hable primordialmente de la música en el municipio.
Todo ello desembocará en que la música sea tan necesaria que serán los propios alumnos quienes la demanden y soliciten a sus centros. No olvidemos que los profesores de música tanto en Primaria como en Secundaria vamos a tener que competir a partir de ahora, más si cabe, con otras materias como la religión o valores éticos, que aparecen en la LOMCE también dentro del bloque de asignaturas optativas o específicas.
¿Pero… cómo realizar todo esto?…
«La música se hace haciéndola y tocando…»
Por ejemplo:
– Estimulando a los alumnos con actividades instrumentales o vocales grupales con la finalidad de realizar pequeñas audiciones o muestras al resto de sus compañeros o padres, tanto dentro o fuera del centro para la ciudadanía. Me consta que el alumnado está deseoso de participar en ellas. A veces esta materia se imparte solamente a través de los libros de texto, relegando la práctica instrumental a un segundo plano. Es decir, hacer que esta asignatura sea amena y divertida.
– Incluyendo instrumentos que los alumnos y alumnas tocan en sus escuelas de música junto a los tradicionales del aula que ya conocemos.
– Utilizando instrumentos de la música tradicional y popular canaria que son asequibles y fáciles de conseguir (timples, guitarras, bandurrias, etc), como alternativa a otros como la flauta dulce o el instrumental Orff, para que los alumnos estudien, toquen y practiquen con ellos en casa. Instrumentos a los que luego sacarán jugo y partido en sus vidas.
– Mediante el aprendizaje por proyectos. Que fomente la curiosidad y la pasión del alumnado por la materia.
Y, por último, realizando una tarea participativa de abajo a arriba donde se engloben todas las instituciones musicales de Canarias, alzando la voz y creando cauces para que la enseñanza musical esté y quede por encima de los vaivenes y cambios de color político.