Calificaciones hay varias. Chonis o guiris son las más conocidas. En el imaginario colectivo nos viene la imagen de una pareja mayor de origen europeo, quemados por el sol, con calcetines y cholas, y con una ingenuidad impropia de quien está visitando tierra extraña. Busca lo autóctono y lo exalta acríticamente. De hecho es susceptible de ser engañado, cuantas historias de taxistas que cobraron las carreras a precio de oro a unos visitantes con un poder adquisitivo muy superior.
Sin embargo, es evidente que la realidad no es esa. El turista quiere ver, pero quiere hacerlo en condiciones. Quiere disfrutar de algo de verdad autóctono, quiere pagar precios justos, y quiere calles limpias y paseos cómodos. No podemos decir que se preocupe por la realidad local, no hay evidencias, pero dentro de la globalidad se preocupa de temas concretos que nos afectan a todo el globo terráqueo. Uno de ellos es el cambio climático.
En ese sentido, el proyecto europeo SOCLIMPACT, liderado por el Instituto TIDES de la ULPGC, que estudia el cambio climático en espacios insulares que pertenecen a la Unión Europea, preguntó a 300 turistas en Canarias sobre reacciones ante determinados eventos climáticos relacionados con la crisis climática. Más del 82% cambiaría su destino por la presencia de enfermedades infecciosas. Otros motivos bastante proclives a determinar el cambio de destino son la pérdida de ecosistema marino (71,3%), el aumento de frecuencia de los incendios (69%), las altas temperaturas que limiten el confort térmico (68,3%), la pérdida de atractivo del medio terrestre (67,3%), la escasez de agua (65%), la erosión costera (63,7%), la desaparición de playas (62,3%) y los daños a elementos culturales debido a condiciones metereológicas (61%).
Con todo, más de la mitad de los turistas cuestionados no vendrían a Canarias ante la presencia de determinados fenómenos climáticos derivados de la crisis climática. No venir si hay una enfermedad contagiosa, como pudiera pasar en algunos territorios muy afectados por el SARS-CoV-2, entra dentro de la lógica propia de la protección humana y cuidado de su salud. Empero lo que determina la encuesta es que afectan una serie de condiciones climáticas a la hora de mantener un destino.
En concreto, en las últimas semanas hemos vivido dos olas de calor con temperaturas rondando los 40ºC. Según proyecciones climáticas del mismo proyecto, estos fenómenos se presumen más frecuentes. Los incendios, que cada año son habituales en Canarias, pueden evitar la llegada de turistas. De igual forma, la escasez de agua debido a las largas sequías en Canarias, también detraen la voluntad del turista que viene a las islas, a tenor de los datos extraídos de esta encuesta a 300 personas de nacionalidad portuguesa, británica, alemana y francesa.
Otro tema que se ha vuelto tabú para los agentes turísticos en Canarias es la tasa turística. El estudio también determina la voluntad de pagar para evitar determinados fenómenos climáticos. Para la restauración del medio marino el turista podría pagar una media de 10,70 euros, para garantizar el abastecimiento de agua 8 euros o para restaurar el medio terrestre 5,50 euros. Pese a los datos arrojados, todavía no se ha instalado en Canarias una ecotasa turística de 1 euro, cuando medio mundo la tiene activa.
Una información para tomar nota y que invalida la teoría del turista pasivo que acude donde lo lleven de manera acrítica. Ahora, con dudas evidentes de mantener el turismo al menos de la forma masiva que lo conocemos, conocer que los turistas que vienen a Canarias pudieran estar interesados en paliar fenómenos del cambio climático, es una referencia para avanzar hacia un turismo empático, sostenible y a su vez satisfecho. Los tiempos de las sumas, los récords y el turismo de rebaño atisba su fin. En la nueva era turística en Canarias haríamos bien en escuchar a los visitantes y, atendiendo también a las necesidades de la población local, crear un entorno más amigable para turistas y población local.