La analogía con el PNV se ha impuesto en el debate sobre la reunificación del nacionalismo canario. Desde que la introdujéramos en aquella primera entrevista en el diario digital Canarias Ahora, ha gozado de cierta fortuna puesto que permite resumir una idea bastante sencilla: se quiere un nacionalismo unido y digno. Sin embargo, la analogía también debiera funcionar al menos en dos niveles en los que no se suele profundizar con tanta frecuencia.
En primer lugar, la referencia al PNV contiene un mensaje nada velado tanto para Coalición Canaria como Nueva Canarias: sólo desde la centralidad en el tablero se puede dar la batalla por la hegemonía política e ideológica a la que se aspira. Los discursos en los extremos podrán ser muy útiles para la autoafirmación y el ensimismamiento pero funcionan bastante peor cuando de lo que se trata es de ganar espacios más allá de la zona de confort. Si el nacionalismo canario no comprende esto rápidamente, está condenado a ceder la centralidad del tablero de la política en las islas a la sucursal del PSOE en Canarias, que nunca se ha caracterizado por ser ni especialmente progresista ni especialmente federalista. Una Coalición Canaria que juegue a ser más de derechas que Vox se irá automarginando y continuará provocando el rechazo que provoca hoy en el resto de partidos. Una Nueva Canarias que se dedique exclusivamente a rescatar las esencias de la izquierda tendrá serias dificultades para competir con el PSOE y Podemos por los mismos votos y en el mismo espacio electoral. Si se aspira a algo más, habrá que asumir el debate de la reunificación con valentía y sin remilgos.
En segundo lugar, en un mensaje que va especialmente dirigido a las personas que hoy conforman Nueva Canarias, el PNV evoca también la imagen de un partido que, habiendo sufrido la escisión de Eusko Alkartasuna en 1986, supo reconquistar el espacio perdido y es, a día de hoy, mayor que lo que ya era antes de la escisión. Sin embargo, la fuerza escindida subsiste casi como un satélite del PNV en todos los territorios menos en Navarra, donde las fuerzas se invierten. El acercamiento de EA a la izquierda abertzale en la CAV tuvo como efecto progresivo su radicalización y pérdida de centralidad, aunque puestos a buscar efectos positivos, seguramente jugó un papel importante a la hora de atraer a la izquierda abertzale a posiciones menos ultramontanas y más defendibles. No es demasiado difícil establecer los paralelismos aun a pesar de las enormes diferencias entre ambos países y ambos nacionalismos.
También puede resultar de interés fijarse en el PNV en todo aquello que tiene que ver con su capacidad para renovarse e impulsar nuevos líderes, su voluntad de ser un partido paritario y contar con una importante participación de las mujeres en sus candidaturas, por no hablar de su pujanza intelectual a la hora de producir materiales, jornadas, congresos, etc. a través de su nutrida red de fundaciones, institutos, etc. Empezar la casa por los cimientos exige una mirada amplia a todo lo expuesto arriba y alguna cosa más. Lo contrario es correr el riesgo de convertirnos en una caricatura de un modelo externo que es inaplicable en su totalidad al nacionalismo canario. Necesitamos capacidad creativa propia sin negarnos a aprender de quien tenga algo que enseñar. Sin embargo, ninguna analogía por sí sola nos va a resolver el problema del elefante en la sala: desunidos, el nacionalismo canario languidecerá y acabará por ser residual, condenando a las mayorías populares canarias a ser plato de segunda para los sucursalismos nuevos y viejos, de derechas y de izquierdas, como históricamente ha sido.