Hacia oriente y no tan lejos,
al norte pero sin frío,
escondiendo su amorío,
las dunas de Corralejo.
Me encontré allí un chorlitejo:
– Nunca he ido al interior,
llévame tú por favor,
por ver montes y llanuras
de ésta mi Fuerteventura
y el norte que es lo mejor-.
Siguiendo la petición
del creído pajarillo,
lo alcanzo a ver el Cotillo
y la torre del Tostón.
Villaverde y Vallebrón,
y el ave que no se calla.
Dice que aquí no se halla
y que se siente violento
del destrozo al monumento
de la montaña Tindaya.
La muda que es muy silente,
salvo en pocas excepciones,
nos brindaba explicaciones
de su vecina de enfrente.
-Ella sí es un referente,
mucho más que una montaña.
Lo que su figura entraña
son señas de lo ancestral
y que quieren destrozar
la peor de las calañas-
De vuelta para los mares
de una excursión emotiva,
hacemos alto en La Oliva,
luego vamos a Lajares.
El del pico sin pesares,
(que me consta que no es bobo),
para evitar ver el robo
que ejercen hacia su suelo,
se despide y prende el vuelo
hacia la Isla de Lobos.
* «Episodios Insulares» recorre los 88 municipios de las islas a través de textos de Aníbal García Llarena. Cada una de las creaciones está elaborada desde una perspectiva personal.