
En campaña electoral vemos cosas que serían inverosímiles en otras fechas. Los partidos políticos y también los lobbys económicos hacen su campaña con los medios que disponen: prensa escrita, folletos y cómo no a través de las redes sociales.
Por suerte en Canarias tenemos ingenio y nos tomamos las representaciones electorales por el lado cómico. Sabemos que las exageraciones que critican con humor en las redes sociales los nuevos tramos en ejecución de carriles bici en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria (carriles bici por el Roque Nublo, Las Canteras y por el pasillo de casa…) son simplemente eso, exageraciones para sonreír un rato. Necesitamos el humor para escapar de los problemas personales, sociales y ambientales que diariamente padecemos.
En una encuesta digital de un periódico local aparecía la siguiente pregunta: ¿Está de acuerdo con la instalación de carriles bici en LPGC en el último mes de mandato municipal? A pesar del carácter tendencioso de la pregunta, vemos que el resultado de la encuesta de lectores de ese periódico es de un 70,4% contra un 29,2%, quedando en medio las abstenciones.
Nadie que vea la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, viva en ella o la visite para trabajar a diario, pone en duda que el tráfico motorizado y el viario ocupado por dicho tráfico es excesivo. El turismo particular ocupa el 80%, mientras que el transporte público y los peatones y ciclistas se tienen que repartir el 20% restante. Nos hemos malacostumbrado a creer que por pagar un impuesto de circulación y un seguro a terceros tenemos derecho a ocupar un suelo público de tod@s.
Nos meten por la cabeza que la Metroguagua va a ser un fracaso antes de que circule y se establezca y de que l@s ciclistas tendrían que seguir circulando por las aceras y llevar casco.
Pues no conciudadan@s, las bicicletas son un vehículo y según la ley deben ir por la calzada aunque en esta ciudad se haya malacostumbrado a empujarlas a algunas aceras para no reconocer su derecho como vehículo y su virtud apaciguadora del tráfico. A pesar de todos los ataques sepamos lo siguiente: l@s ciclistas no están obligad@s a llevar casco porque no es obligatorio dentro de poblado. La conducta de los ciclistas responde a la circulación defensiva frente a la pauta dominante marcada por los coches, que son ruidosos, contaminan mucho y asustan a cualquiera que los tenga pegados a su rueda trasera mientras pedalea. Para el nivel de agresividad que hay en la calzada, el civismo de l@s ciclistas es más ejemplar que el de la gran cantidad de infractores sobre cuatro ruedas que se camuflan en el número.
Corría el 2011 cuando los medios hicieron eco de un hito histórico. Por primera vez, tras un largo número de reuniones, representantes de los partidos políticos, asociaciones y federaciones vecinales, usuarios de la bici, representantes del sector del taxi y de la guagua, grupos ecologistas y de personas de movilidad reducida, firmaban un acuerdo junto a técnicos y representantes municipales. ¿Estábamos todos los modos de transporte representados? No, no había venido ningún club de automovilistas en las reuniones, pero por defecto, acudió otra entidad, Fredica, la federación de importadores de coches. ¿Qué hacía en un proceso de participación ciudadana un vendedor? Escuchar y evitar la firma del Pacto Ciudadano. Fredica, al igual que EEUU con el Protocolo de Kyoto y otros posteriores, no firmó el Pacto Ciudadano porque no buscan el bien común sino aumentar beneficios.
Es una pena el retraso que aquí tiene el fomento de la bicicleta frente a otras ciudades Probablemente no haya tema en nuestro municipio más y mejor planificado. Desde el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (2009-2012), pasando por el Pacto por la Movilidad (2011), el primer Plan Director de la Bicicleta 2013 y el segundo de 2017, hemos tenido tiempo para el debate y la planificación. Es hora de actuar y conectar una red de carriles lo más práctica y segura posible o se derretirán los polos.
Cuando en 1980 la calle Triana empezó a peatonalizarse, los comerciantes se quejaron públicamente. Eran reacios al cambio. Propongámosles ahora si quieren que la calle vuelva a permitir tráfico motorizado. Como saben de sobra que la peatonalización dispara las ventas y revaloriza las propiedades, nos mandarían a freír bogas al Toril. Seamos serios, audaces y consecuentes con los tiempos que vivimos y con lo que queremos dejar a las generaciones futuras.
Por suerte, tenemos candidat@s audaces que van a barrer o a pintar los barrios en plena campaña electoral. Que en pasadas representaciones montaban en bicicleta pero ahora vuelan en ala delta (seguramente para ver desde las nubes la contaminación, oír el ruido y medir con sus tacones el espacio que ocupan los coches en la ciudad).
Tenemos candidat@s que brocha en mano quieren cambiar el color de los nuevos carriles bici porque el rojo suena a izquierda, aunque sea el más visible y recomendado técnicamente. Aunque algun@s ciudadan@s discrepen de por dónde deba pasar la red ciclista, del ancho o color de sus carriles, o de la estación del año para hacerlos, casi nadie discrepa de que hay que ordenar la movilidad de esta ciudad y mirar hacia adelante. En definitiva, necesitamos un ayuntamiento que no mire a otro lado y sepa ponerle el cascabel al gato.
Estamos acostumbrad@s al surrealismo de las campañas electorales como también estamos acostumbrados al nerviosismo de los directivos de Fredica. Saben que l@s conductores no pueden cambiar cada mes de coche como ellos quisieran. Aparte de haber un límite de espacio en la ciudad no entienden que la gente tiene que comer, pagarse el techo y el agua y otras prioridades familiares y personales antes que cambiar o comprar un coche.
Como vienen haciendo con sus notas de prensa, podrán seguir atacando la Metroguagua, las zonas azules, las verdes, incluso los carriles rojos, pero el esfuerzo les resultará inútil porque el debate de la nueva cultura de la movilidad y la necesidad de cambio es imparable. Hoy en día diría Quijote a Sancho: “ladran, luego pedaleamos”.
Busquemos una ciudad del presente donde podamos coexistir tod@s, donde se reduzcan las necesidades de desplazamiento y haya respeto mutuo. Donde la clase empresarial y los medios de comunicación estén a la altura y vean que la sostenibilidad social y ambiental es un imperativo. Donde podamos coger el taxi de nuestro vecino para no perder tiempo buscando aparcamiento. Donde podamos subir en la guagua que no se retrasa por los atascos que no produce. Donde podamos humanizar la ciudad moviéndonos en bicicleta, particular o pública, plegable para subirla a la guagua o eléctrica para las presentes cuestas. En fin, construyamos una sociedad donde el grado de civilización no se mida por el número de coches que tiene la clase trabajadora, sino por el número de empresarios y políticos que usan el transporte público o se desplazan en bicicleta.
* El autor es Narciso Díaz-Casanova, antropólogo social y usuario de la bicicleta urbana. El artículo fue remitido por el autor a Tamaimos para su publicación.