No todo van a ser malas noticias como el rechazo parlamentario a la iniciativa de Podemos por la paralización del Macromuelle de Agaete. También, de vez en cuando, nos trae el Parlamento alguna iniciativa que es digna de celebrar. Tal es el caso de la proposición no de ley presentada por el Grupo Socialista y defendida por la parlamentaria María Victoria Hernández a favor de la celebración de un día dedicado a la cultura “aborigen”. Se propone además que tenga el mismo rango que el Día de las Letras Canarias, que se celebra el 21 de febrero de cada año.
Me parece una noticia fantástica, que habrá que perfilar y matizar, para lo cual nada mejor que la participación constructiva de tantos expertos como hay en las universidades y fuera de ellas. Yo no soy ningún experto pero me atrevo a poner algunas ideas sobre la mesa por aquello de aportar mi granito de arena. Por ejemplo, se puede empezar por cuestionar el uso del término “aborigen” y usar el más propio “indígena”, como es bien sabido hace tiempo. Por otro lado, no sería mala idea que la fecha escogida no esté necesariamente vinculada a ningún hecho bélico, sino a fechas marcadas en el calendario indígena como especialmente relevantes y que de alguna manera se pudieran revivir y recrear en el presente. Existieron las sociedades indígenas antes de ser invadidas y ese hecho merece ser celebrado, sin más. Se me ocurre que para esa celebración se pueden organizar numerosísimas actividades de todo tipo en los museos, yacimientos, sitios de interés, etc. que vamos, poco a poco, en unas islas más que en otras, rescatando y poniendo en valor. También para poner de relieve tantos y tantos artistas canarios de todas las disciplinas que han buscado inspiración en nuestro pasado o nuestros deportes autóctonos, condenados al rincón de las fiestas populares, en el mejor de los casos y tan ausentes, como tantas otras muestras de nuestra cultura, del sistema educativo. De paso, no estaría de más que las autoridades nos felicitasen el día con al menos una iniciativa de recuperación del legado indígena por isla, para que la celebración no sea algo exclusivamente simbólico, sino como defendía Manuel Alemán nuestra identidad, algo vivido y sentido. Y aquí va una propuesta estrella, para que la recojan cuanto antes y nos creamos la sinceridad absoluta de la preocupación del Parlamento de Canarias por este tema: el abandono total y definitivo del Proyecto Chillida en Tindaya. ¿Qué mejor homenaje que respetar y conservar para los que vengan el mayor parque de podomorfos de todo el Norte de África?
Vivir sólo de efemérides no soluciona nada. Precisamente, el Día de las Letras Canarias agoniza ante la desidia y falta de imaginación de quienes debieran darle vida y hacer del 21 de febrero una fiesta literaria en todas las islas. Queda claro que la identidad -esta parte de nuestra identidad- no es cosa de un solo día. Sin embargo, las efemérides pueden servir para fijar en el calendario determinados contenidos e ideas que, de otra manera, pasan desapercibidos o ninguneados frente al empuje de otros contenidos e ideas con mayor apoyo institucional, político, económico, etc. Sirven también para recordar obligaciones a quienes en muchas ocasiones prefieren limitarse a seguir el libro de texto y no mirar más allá. En este caso concreto, además, creo que ayuda mucho el que dicha iniciativa esté desvinculada de ninguna propuesta política concreta para Canarias. Ha hecho mucho daño la identificación entre interés por el conocimiento riguroso de nuestra Historia y la adscripción forzosa al nacionalismo o independentismo. Ambas facetas pueden compartirse pero no es ni muchísimo menos requisito obligatorio. Esperemos que esta iniciativa constituya un impulso al mayor y mejor conocimiento y asunción de nuestros orígenes por parte de la sociedad canaria actual. Para que nunca más vuelva a haber el desconocimiento y el autoodio que han apuntalado tanto colonial complejo.