La Geografía es una disciplina científica que existe desde que el ser humano empezó a asentarse en comunidades más o menos organizadas en un espacio determinado. La observación del territorio y de sus condicionantes ambientales y biológicas, permitió al hombre y a la mujer establecer una agricultura y una ganadería incipiente que daría origen a lo que hoy conocemos como el período Neolítico. Y es obvio que, sin un método empírico basado en la observación y en la experiencia (mediante el método de prueba “error-acierto”) hubiera sido imposible que el ser humano se asentara en poblaciones tras descubrir “los secretos” del funcionamiento de una cosecha. Es por tanto que afirmamos que la Geografía se encuentra en el origen mismo de nuestra propia especie.
Importantes figuras de esta disciplina aparecen en los antiguos imperios de Egipto, Cartago, Grecia, Roma o China (todos ellos surgidos antes de Cristo o de nuestra era), imperios que no se hubiesen constituido jamás de no ser por el conocimiento del territorio, de los astros y de los seres vivos, amén de otros importantes pueblos organizados en África y Asia.
Es tal la importancia de la Geografía antigua, que sin sus primeros descubrimientos y mapas, no tendríamos el conocimiento que hoy atesoramos. Tan destacada fue la obra de estos primeros geógrafos, que se considera a Heródoto, nacido en la Grecia clásica (484 a.C. – 425 a.C.) el precursor de la geografía y de la historia como “protociencias”. Pero no fue el único. La cantidad de figuras importantes a lo largo de la historia, antes y después de lo que se considera nuestra era, es casi infinita: Eratóstenes (276 a. C. – 194 a. C), Estrabón (64 o 63 a. C. – 19 o 24 d. C), Claudio Ptolomeo (100 d.C. – 170 d.C.), Chang Heng (S. II d.C.), Muhammad Al-Idrisi (1100 – 1165)… y la lista sigue. Todos los imperios de la historia tuvieron sus cartógrafos y geográfos, desde los Mongoles hasta los Incas, aunque el eurocentrismo se haya encargado de ocultar gran parte de la obra que los pueblos no europeos desarrollaron. Incluso el considerado “padre” de la Geografía moderna occidental, el berlinés Alexander von Humboldt (1769 – 1859) llegó a visitar nuestro Archipiélago, pasando por La Graciosa y Tenerife, en donde ascendió al Teide describiendo a la violeta endémica de este paraje natural, o paseó por las calles de Santa Cruz de Tenerife, de las que llegó a escribir:
“En las estrechas calles transversales, entre los muros de los jardines, las hojas colgantes de las palmas y de las plataneras forman pasajes arqueados, sombríos: un refresco para el europeo que acaba de desembarcar y para el que el aire del país es demasiado caluroso”.
Hoy día Humboldt cuenta con un mirador en su homenaje en el municipio de La Orotava, que casualmente se encuentra abandonado y en mal estado. Quizás podamos hacer una analogía metafórica con respecto a la Geografía. Y es que esta ciencia sigue siendo poco conocida por nuestra sociedad a pesar de su importancia, y no por casualidad.
Muchos son los curiosos que todavía hoy, después de aproximadamente 3.000 años en los que el conocimiento geográfico ha permitido la construcción de imperios, pueblos y sociedades, se preguntan: “¿Para qué sirve eso de la Geografía?” Las autoafirmaciones que se suelen realizar rápidamente van en la línea de: “aaah sí, para hacer mapas” o también: “entonces tú te sabes todas las capitales”. Pero la Geografía va mucho más allá del mero conocimiento de ríos, capitales y mapas. Este conocimiento científico abarca tantas disciplinas que nosotros la describimos de esta forma:
«La Geografía es una ciencia integral que abarca el estudio y análisis del territorio, teniendo en cuenta cada una de las variables ambientales y sociales que ejercen un determinado papel dentro de un ecosistema o espacio geográfico concreto».
Pero entonces, si es una ciencia tan importante, antigua y amplia, cabe preguntarse: ¿Por qué la Geografía es una ciencia ocultada por el poder y desconocida para la población? Pensemos en los imperios. ¿Podrían haberse construido estados de carácter imperial, en un plano político de dominación del otro, sin ningún tipo de conocimiento geográfico? ¿Cómo se puede conquistar un territorio sin tener una idea somera de la vegetación, barrancos, asentamientos de población, embarcaderos principales, suministros de agua etc. del territorio a someter? Es imposible hacerlo. En este sentido, el geógrafo francomarroquí Yves Lacoste sentenció en su célebre obra «La Geografía, un arma para la guerra»:
“La Geografía sirve, de entrada, para hacer la guerra. Pero no sólo para dirigir operaciones desde un punto de vista militar, sino también para organizar los territorios […] y controlar mejor a los hombres sobre los cuales ejerce su autoridad el aparato del Estado”.
¿Es por tanto el saber geográfico un instrumento de dominación? Rotundamente sí. Un ejemplo. Viajemos en el tiempo hasta el infame Congreso de Berlín de 1884-1885, en el que los imperios europeos definieron sus líneas de estrategia sobre las que asentar el dominio de África y aplicar las doctrinas coloniales en nuestro continente. Cuando en dicho Congreso se procede a repartir tierras, pueblos y países, no se hace desde un mero punto de vista casual, sino que obedece a cuestiones de conocimiento geográfico que permitieron a Francia y Reino Unido, los estados más poderosos de la época, dominar las mejores áreas en función de sus recursos naturales y de las vías comerciales o fluviales de comunicación que más interesaban (los ríos Congo y Níger son un ejemplo de la cuestión). Dicha conferencia no contentó demasiado a Alemania y las consecuencias del imperialismo aumentaron la beligerancia entre Estados, acabando tanta codicia en la Primera Guerra Mundial.
Otro ejemplo. Vayamos ahora hasta el Vietnam ocupado por el ejército estadounidense entre los años 1955-1975. El bombardeo sistemático de Estados Unidos sobre la red de diques que protegían las llanuras vietnamitas, pobladas por millones de personas que residían en aldeas y ciudades, no era un bombardeo al azar. El objetivo era provocar inundaciones durante las crecidas en la época de lluvias y, de esta forma, asesinar de un plumazo a todos los seres humanos que habitaban en este entorno. Tampoco fueron lanzadas al azar las miles de toneladas de agente naranja sobre la selva y los campos de arrozales. Esta actividad militar (y genocida), respondía a una estrategia que pretendía destruir al enemigo de la forma más inhumana, y se basaba en el conocimiento geográfico de cada palmo de terreno. Estos son sólo dos ejemplos, pero existen infinidad a lo largo de la historia del ser humano, y de cómo el papel de la Geografía y su conocimiento ha sido determinante para el poder.
Pero siguiendo a Lacoste, no es un conocimiento cuyo único propósito sea la dominación militar (aunque sí en última instancia para las élites, que se lo pregunten a los majoreros), sino que hablamos de un saber estratégico cuyo poder es tan cualificado para el sistema, que trata de presentarse ante los ojos de la sociedad como una ciencia inocua, desinteresada, sin ningún tipo de valor y cuyo conocimiento no permite conocer más que países, capitales y ríos de forma vacía y sin interconexión entre ellas. Ante tal descrédito, a lo largo del Siglo XX surge lo que se conoce como el pensamiento geográfico radical o Geografía crítica, la cual pretende dar a conocer el saber geográfico como un elemento vivo, humano, entendiendo el espacio y el paisaje como el centro de la producción social y ecológica, y pretendiendo utilizar a la Geografía no cómo una ciencia por y para la perpetuación del sistema, sino como una herramienta para mejorar la vida de la población. La lluvia de conocimientos y obras que pretenden acabar con la explotación del hombre por el hombre, y del hombre con la Naturaleza, en su dimensión espacial (colonialismo, imperialismo, reubicación de población, barrios-ghetto, etc.) disparan la producción geográfica durante todo este período. Aparecen autores como William Bunge, David Harvey, o el propio Yves Lacoste, con escuelas tan potentes como la anglosajona, la francesa o la soviética.
Es ese espíritu emancipador para el hombre y para nuestro país canario el que pretendemos rescatar desde Pleiomeris. Por desgracia, en Canarias, como en otros lugares del mundo, la ciencia geográfica es una disciplina incómoda para el poder establecido, para el status quo, en tanto que, en su doble vertiente de estudio, la física (estudio biológico, geológico, cartográfico, etc.) y la humana (estudio demográfico, económico, histórico, urbano, etc.), permite discernir cuestiones tan importantes para los ciudadanos que, con apariencia de ciencia ingenua (tal y como nos la presentan), se convierte en un arma para quienes queremos acabar con la utilización de nuestra tierra como un mero solar, o como un espacio en el que subdesarrollar permanentemente a la población.
Planteemos algunas reflexiones para alumbrar nuestro propósito. Recientemente, un conocido empresario del “sagrado” sector turístico (y lo de sagrado va porque parece que no se puede debatir ninguna cuestión que tenga que ver con capacidad de carga turística o con salarios y carga de trabajo dignos), espetó en una radio insular que “la Universidad debería plantearse qué planes de estudio oferta” ejemplificando a la titulación de Geografía y Ordenación del Territorio como “una carrera que no sirve para nada en Canarias”. Se le veía muy preocupado al hombre, a pesar de no ser canario, con las titulaciones universitarias que oferta la Universidad de Las Palmas de G.C.
Sin embargo, tales afirmaciones no nos parecen para nada casuales. Existe un temor generalizado entre ciertos sectores, por lo que implica el saber geográfico y el conocimiento del espacio. Para un territorio maltratado por la división internacional del trabajo, con graves consecuencias en paisaje, población y economía, enmascarar a la Geografía como disciplina inservible para la sociedad canaria se convierte en el deseo central de estos sectores. De esta forma, consiguen que los ciudadanos sólo podamos realizar un análisis sesgado e incompleto del espacio y el territorio, ocultando sistemáticamente el conocimiento de nuestro Archipiélago insular y las actuaciones (más bien disparates) que en él se efectúan. Pero, ¿por qué es tan incómoda la Geografía para ciertos estamentos del poder en las islas?
Veamos:
Si la población supiera entender un Plan General de Ordenación, ¿permitiría desmanes de todo tipo y calibre en el territorio? Si se conociese que hay toda una política orientada a construir carreteras de forma indefinida, legislatura tras legislatura, para perpetuar la dependencia del vehículo privado, esgrimiendo la falsa afirmación de que “a más carreteras menos atascos” (científicamente es falso), ¿estaría la gente tranquila en su casa? Si las canarias y canarios conociesen las razones que nos abocan de forma permanente al subdesarrollo, hasta el punto de pertenecer al dudoso grupo honorífico de regiones más pobres de la Unión Europea (entre las 6 más pobres) ¿seguirían sin saber señalar a las causas y a los causantes de su pobreza?
Si todos nosotros conociésemos cuál es nuestra flora y fauna endémica y la importancia que para nuestro ecosistema tienen, ¿le reiríamos las gracias al mensaje que en cierta televisión se emite, con perlas como “los pinos son una mierda, hay que talarlos”, cuyo contenido científico es tan pobre que causa pena? Si la población conociese de primera mano hasta qué punto se nos está impidiendo ser soberanos energéticamente, cuando los últimos estudios de J. Schallenberg afirman que Canarias podría cubrir 22 veces su demanda energética sólo con energía eólica marina, ¿permitiría que le instalasen gas en la puerta de casa? Demasiados interrogantes que, con la Geografía llegando a toda la sociedad, se disiparían al minuto, pues no permitiríamos esta tomadura de pelo permanente.
Precisamente es esa y no otra nuestra intención desde Pleiomeris. Sacar de la gaveta a esta disciplina tan importante para el ser humano y ponerla a la vista de todas y todos. Contradiciendo el discurso dominante y dejando lo “políticamente correcto” para ese profesorado que no toma partido. Seguirán teniendo noticias nuestras.
César Manrique decía: “La suma de todos los individuos es lo que realmente producirá resultados. Cuando una amplia mayoría de la población sea consciente de la fragilidad y equilibro del todo, seremos capaces de revertir la destrucción que hemos puesto en marcha”.
Bibliografía
Lacoste, Yves (1976): La Geografía: un arma para la guerra. Editorial Anagrama.
-¿Qué es Pleiomeris?: https://www.arbolappcanarias.es/especies/ficha/pleiomeris-canariensis/
-Geógrafos históricos: https://www.pensandoelterritorio.com/los-10-geografos-mas-conocidos-de-la-historia/
-Sobre la antigua Cartografía China: https://www.mgar.net/var/cartogra3.htm
-Humboldt en Canarias: https://cvc.cervantes.es/ciencia/humboldt/canarias_01.htm
-Conferencia de Berlín: https://www.ecured.cu/Conferencia_de_Berl%C3%ADn
-Kropotkin, geógrafo ruso: https://www.pensandoelterritorio.com/kropotkin-geografo-anarquista/
-David Harvey, geógrafo británico, sobre la conquista del espacio urbano: https://www.traficantes.net/noticias-editorial/david-harvey-la-conquista-del-espacio
-Canarias, autosuficiencia y producción energética: https://www.ulpgc.es/noticia/canarias-podria-cubrir-22-veces-su-demanda-energia-eolica-marina
-Revista de Geografía Geocrítica: https://www.ub.edu/geocrit/revis.htm
-Revista de Geografía Antipode: https://antipodefoundation.org/about-the-journal-and-foundation/a-radical-journal-of-geography/
-Introducción a la Geografía Radical (Geocrítica): https://www.ub.edu/geocrit/geo13.htm
-Revista de Geografía Herodote: https://www.herodote.org/spip.php?rubrique78