El pasado ocho de junio se celebró en La 1 un debate de los cuatro candidatos a la Secretaría General de Podemos-Canarias: Noemí Santana, Juan Márquez, Concepción Monzón y Eloy Cuadra. A decir de lo acaecido en dicho debate, Podemos anda más lejos de combatir la desconexión entre clase política -lo que antes llamaban “casta”- y sociedad que de representar dicha desconexión. Quienes vieron o quieran ver dicho debate tendrán la oportunidad de presenciar cuatro personas cuyos matices y diferencias ideológicas -si es que éstas existen- son nimias, quedando reducido el debate a una lucha de poder intestina, como claramente señaló el periodista Francisco Pomares. Sobre los problemas reales de la ciudadanía canaria, un espeso manto de silencio se extendió sobre el plató. Y eso que, a decir de Juan Márquez, las de Podemos son (sic) “unas primarias fundamentales para el futuro de Canarias”. ¿Por qué? Misterio.
Causaba rubor la insistencia de los cuatro candidatos en tratar de decir que habían llegado a la candidatura casi por casualidad, porque tras un proceso democrático, abierto, horizontal, participativo y demás lugares comunes, los compañeros y compañeras poco menos que los habían elegido contra su voluntad. ¿No sería más honesto y sincero decir que uno/a quiere ser Secretario/a General de la cosa y dejar las “misiones históricas” para otros? ¿Por qué ese empeño de la vieja izquierda -sí, vieja- en anular las legítimas aspiraciones de algunas personas a liderar proyectos, como si eso fuera un terrible delito de vanidad? Y ya que dedicaron prácticamente todo el debate a hablar de los problemas de Podemos y no de los problemas de la gente, ¿qué garantías hay de que esta vez las primarias no van a ser un pasteleo al estilo de las de Gran Canaria, con correos masivamente hechos para la ocasión, compra también masiva de tarjetas telefónicas pre-pago, etc.? Ahí perdieron una excelente ocasión para la autocrítica los compañeros candidatos.
Podemos-Canarias ha envejecido mal. Tan joven. La ola a la que tan oportunamente se subieron tantos va a morir mansa en la orilla y pronto será tan solo espuma, si lo que ofrecen al electorado canario es nada más que el farfullo de cuatro familias mal avenidas, alguna incluso con un pie fuera. No hay marea sin olas, ni olas sin marea. Si bien Noemí Santana aseguró en el debate que “de los partidos tradicionales, no queremos parecernos ni en los andares”, demasiado claro se pudo ver que los andares de Podemos no son tan diferentes a los de tantas y tantas organizaciones -muchas de izquierdas- que antepusieron sus reyertas a la defensa de los intereses de aquellos a los que decían querer representar. Todo el debate tuvo un regusto a déjà vu demasiado amargo. O tal vez no. Tal vez, como tantas otras veces ocurriera, hay que dejar que muera algo, para que algo nuevo nazca.