El ejercicio de escribir un artículo sobre algunos por qués de la trayectoria de un colectivo, no deja de ser más que un acto puramente subjetivo, cargado de valoraciones personales y de referencias vivenciales, pero seguramente es escribir sobre su propia trayectoria (y volvemos con lo subjetivo) de lo que carece la historia reciente del campo nacional popular, soberanista, independentista, nacionalista de izquierdas o como quiera que se necesite referenciar a ese espacio político que, ni en eso todos son iguales, a fuerza de intentar parecer distintos.
Azarug surge como colectivo a comienzos de la década de los 90, cuando empieza a parecer evidente el desgaste de las siglas que habían abanderado las ideas nacionalistas e independentistas en estas islas desde el cambio de régimen. Surgen también, en los comienzos de esa década, la suma de fuerzas regionalistas e insularistas, cuando no residuales del régimen anterior, que dieron lugar al fenómeno político que va reinar en estas peñas atlánticas en los treinta años siguientes: Coalición Canaria.
Azarug y su némesis visibilizan las profundas diferencias entre dos espacios políticos con valores totalmente contrapuestos. Queda mucho por escribir y estudiar, como fuerzas políticas que trataban de referenciar de igual forma, es decir, interpelando al mismo pueblo; haciendo referencias a su identidad y potencialidad… lograron ser tan distintas, pudiendo ser confundidas desde la lejanía, como parte de un todo.
Azarug, una organización casi artesanal, creada con el esfuerzo desinteresado de cientos de personas, abandera desde un comienzo el ecologismo, la igualdad social y las ideas emancipadoras. En frente, Coalición Canaria. La maquinaria político-empresarial mejor engrasada del Estado, dedicada en cuerpo y alma a gobernar aunque pierda elecciones y con unos principios ideológicos que vamos a calificar ingenuamente como difusos.
Quién sabe si en un futuro no tan lejano, a la hora de analizar el fenómeno, nos sorprendamos al saber el auténtico peso que han tenido las dos organizaciones a la hora de teorizar y construir los principios ideológicos del nacionalismo en este país. Intuyo que por el lado de los post-insularistas, bastante poco se ha hecho.
Es sumamente interesante plantearnos si esta coincidencia de fechas fue un hecho meramente casual, o fue la intuición ante la necesidad de dotarse de nuevos instrumentos organizativos para luchar contra lo que se nos venía encima. Habrá que preguntarle a los compañeros que estuvieron ahí en su momento e invitarles a escribir su historia. Sirve para hacer una reflexión que, siendo un espacio político, el del soberanismo, que ha hecho de la interpretación de la realidad histórica de su pueblo caballo de batalla de su marco ideológico, descuidase tanto su propia historia.
Azarug surge como colectivo juvenil, no podía ser otra cosa, jóvenes eran todos los que lo formaron. Su creación fue una auténtica ruptura generacional y gracias al acertado análisis de los compañeros de aquellas fechas, supieron situarse en su propio espacio del mapa político del momento. Me explico; Azarug supo marcar distancia con todos los colectivos y partidos de su entorno para permitirse crecer en la construcción de su propia interpretación de los problemas de su momento histórico y buscar propuestas para solucionarlos.
Se pudo permitir hacer una relectura de lo que hasta ese momento habían sido los elementos fundamentales del discurso político de la izquierda nacionalista canaria y, con todo esto, se creó el espacio necesario para incorporar a cientos de jóvenes que, a lo largo de décadas hasta la fecha de hoy, han pasado por la organización.
Su dinamismo y compromiso provocó que personas inquietas políticamente, pero que en un primer momento no se sintieran identificadas con nuestras ideas, comenzaran a sumar su granito de arena y con el paso del tiempo pasaron a convertirse en compañeros insustituibles. Con Azarug como catalizador se entró a participar en distintos espacios.
No se entendería la historia del movimiento estudiantil canario de las últimas décadas sin la apuesta decidida que mantuvimos por participar en el Sindicato de Estudiantes Canario, donde era evidente el trasvase ideológico entre las dos organizaciones. Hemos sintetizado nuestra herencia política en la suma de un sinfín de siglas, más o menos afortunadas, que se han ido sucediendo en el tiempo sin ninguna vocación de continuidad. Romper el tabú de hacer una construcción revisada del pasado, en el que sepamos entender el marco político y las necesidades reales para la construcción de tal o cual sigla, es fundamental para hacer una relectura de la historia del nacionalismo-independentismo.
Hoy nuevos espacios de participación política han irrumpido en nuestra colección de siglas. Perdónenme el atrevimiento si digo que para qué proponer las mismas soluciones a nuestros viejos problemas, algunos han ganado más músculo para poder combatirlos. Vuelvan a disculparme nuevamente si digo que lo que he aprendido con mis reflexiones es que, para que unas siglas no pasen a engrosar la ya larga lista de proyectos más o menos exitosos pero extintos, está la capacidad de servir como instrumento real para la participación de mucha gente, que aun no identificándose con tus ideas exactamente, está dispuesto a apartar momentáneamente sus prejuicios para valerse del espacio que le brindas. Lejos de hacer la operación al contrario, vaciar de contenido el espacio, para que todo el mundo venga con sus prejuicios.
En ese sentido creo que el proyecto de Creando Canarias es continuador de los principios y valores que, pasito a pasito, tratan de ganar para este país un presente menos desalentador y el futuro que necesitamos.
Emiliano Oliva (Creando Canarias)