¡Coño! Estoy pensando seriamente que no se me dan los trabajos porque en el fondo no quiero trabajar, digo, sí quiero trabajar pero de otra forma. También descubrí que me gusta estar en casa, cuidar a los chamos, llevarlos al colegio, to esa vaina. También descubrí que no quiero pasá esa angustia de dónde dejo a los chamos. Los chamos todo el día con otros, que no los veo, que coño, que el peo, que el pato, que la guacharaca. También descubrí que no quiero andá turquiando y en ese submundo de avón y su combo. Verga, ayúdame a pensar, ¿qué puedo hacer? Porque igual con algún trabajo coñoemadre que consiga no voy a resolvé el peo, sin embargo, sí voy a tené más peo, ¿o tú crees que la opción es joderme en un trabajo pa podé resolvé lo otro? ¿Qué dices?
Adriana Sánchez
No es posible la otra cultura sin que se creen los mecanismos, formas, espacios, condiciones, en donde nosotras las mujeres proletarias, con nosotros sus iguales proletarios, discutamos, pensemos, amemos, construyamos y deconstruyamos la nueva cultura a la imagen de sueños y semejanzas que en conjunto decidamos fuera de la explotación que reproduce al dueño o dueña.
Con el trabajo triplemente esclavo de las mujeres se ha hecho posible la perpetuación del capitalismo y los antiguos modos de producción al conservar los afectos y reproducir la familia, célula fundamental de la explotación en cualquiera de sus formas. Pero eso no lo pensaron las mujeres, les fue impuesto por cómo se desarrolló la historia de la humanidad inicialmente y luego por la necesidad de las clases dominantes (en cada contexto histórico) que desarrollaron la ideología de la inferioridad, no sólo de las mujeres sino de todo aquello que les sirviera para ser explotado o explotada.
Puede conseguirse expresión de esto en la literatura de todo tipo, por ejemplo: «La naturaleza debe ser sometida y moldeada por el hombre a su libre albedrío para su mejor aprovechamiento y beneficio», «Todo lo existente fue puesto para que el hombre lo sometiera y conquistara en nombre de Dios, primero, y de los poderosos después» (esto último es la ironía de la verdad), «Los esclavos no son gente, ni los indios ni los bárbaros ni los extranjeros», «Las mujeres no tienen alma», «La mujer es hija del diablo y su deber es sufrir para expiar el pecado original», «Las mujeres son inferiores porque fueron sacadas de una costilla».
Así como aquellas frases, existe una gran cantidad de principios ideológicos que se remachan en dichos, refranes, tratados académicos, religiosos, científicos, artísticos, literarios, que han fortalecido la cultura del sometimiento en todos los tiempos hasta ahora ocurridos.
Esta revolución que nos acontece obliga a nosotras las mujeres a pensarse y a nosotros los hombres pensarnos con ellas, sin que priven antiguos o nuevos prejuicios. Estamos obligados a crear un mundo productivo que nos incluya a todos, por tanto no discriminatorio. Pero no basta con nombrarlo socialismo, es necesario el acto, la práctica. Tampoco se soluciona con un decreto o con una ley o unas leyes si no son costumbre en el cuerpo colectivo, si antes no se experimenta y la costumbre nos muestra su viabilidad.
Las revoluciones, todas las ocurridas, son hijas de la necesidad, pero toda nueva sociedad es producto de la conciencia. El socialismo como cultura no será distinta, que también ha de ser producto de la conciencia. Ninguna ideología le hará posible.
Para ello se hace necesario que las mujeres jueguen un papel preponderante, necesario es que se deje a un lado la malsana idea de pobrecitas las mujeres, y de que necesitamos leyes para proteger sus derechos, cuando lo que hace falta es que se incorporen masivamente a la creación maravillosa del socialismo, y eso no se logra buscando satisfacer las necesidades creadas por el capitalismo, solicitando más trabajo o igualarse con los hombres en los puestos de trabajo que nos hacen esclavos. ¿Qué de revolucionario tiene luchar por ser igual de esclavo que los hombres? ¿Qué de revolucionario tiene ser tres veces esclavo tal y como lo ha sido la mujer en la historia moderna de la explotación?
Necesario es que se piense en otra sociedad en donde por igual trabajemos y entreguemos los afectos a los hijos y al planeta en su conjunto, valorando y valorándonos en los otros y las otras.
El Cayapo, en Misión Verdad. Reproducido bajo licencia Creative Commons