Es difícil conseguir dar tantos pasos, no perder la ilusión, y estar ahí todos los viernes para verse, discutir y amasar ideas. Es complicado consolidar un grupo de personas que apuesten por la recuperación y la difusión de nuestra cultura popular y de nuestros espacios públicos desde los que construir comunidad y que lo hagan desde la humildad de sentirse siempre aprendices.
Nosotras, las personas que las vemos desde la ventana, les agradecemos tantas cosas… Aprendemos y valoramos las expresiones musicales de nuestro pueblo; que las rebanadas de pan se comen por carnavales y que la gastronomía es otro de los pilares de nuestra cultura; que el tambor y el pito del baile de las cintas de La Florida se continúe oyendo, manteniendo la enorme riqueza de nuestras danzas procesionales; que bailemos las vecinas todas apretaditas La Piñata de Carnavales, a veces bajo paraguas en el húmedo febrero del Valle de La Orotava, recuperando fiestas y espacios de encuentro comunitario que, por un momento, parecíamos olvidar; a correr el cacharro por San Andrés, animando una tradición ancestral para que siga transmitiéndose; a conocer los juegos y juguetes de nuestros abuelos, mostrándolos en innumerables rincones de nuestras Islas; a ver retratada nuestra memoria en las antiguas fotografías, recopilando, en un archivo impresionante, buena parte de la memoria gráfica del Valle; a dar brincos o a jugar al palo; a recuperar fiestas del barrio donde se ubica el Colectivo, en la Villa Arriba de La Orotava; a salir, cantando por las calles, cuando llega Navidad… Si quisiéramos escribir todo lo que aprendemos del Colectivo Cultural La Escalera, seguro que siempre nos faltaría algo.
Empezaron por preocupación, porque además de que nos vamos olvidando de nuestras tradiciones, de nuestro lugar en el mundo, cada vez había menos espacios en el pueblo en el que las personas se juntaran para poner en marcha proyectos, sueños que hagan visible nuestra cultura, y ya sabemos que no es nada bueno dejar los recuerdos y nuestra cultura solo en mano de las instituciones. Es importante, como afirma el propio Colectivo, que se creen grupos organizados que trabajen por hacer que la cultura forme parte tangible del acontecer diario del municipio, desde posiciones abiertas y de progreso[1].
La Escalera lo han formado personas amigas, vecinas con ganas de aprender y de enseñar. Personas variadas a veces, iguales también. No les faltan horas de discusión, pero tampoco de parranda y diversión.
Aquí las conocemos casi todas, siempre trabajando los valores tradicionales, los que nos identifican como pueblo y reavivando los recuerdos y nuestras tradiciones desde lo local, desde lo más cercano. Me acuerdo cuando se hacían las exposiciones de fotografías antiguas en la Plaza del Quiosco, las abuelas emocionadas contándoles a los nietos quiénes eran aquellas personas de antes, los lugares, cómo vivíamos, las fiestas, el trabajo… Esa emoción de sentirte de un lugar, del cariño que da la tierra, las vivencias que nos conforman.
Siempre inquietas, siempre surge algo que viene desde La Escalera. Fueron capaces de cerrar una de las calles más pintorescas del pueblo para recrear como se vivía hace cincuenta años. Con el proyecto Entre molinos Memoria y Tradición, abrieron las puertas de los pequeños comercios, que ya no están por culpa, en muchos casos, del mal llamado progreso que los devoró, y los corazones de la gente que se pudieron mirar en el espejo de su propio pasado y, a pesar de todas las injusticias y las desigualdades, sentirse orgullosa de su propio trayecto vital. Podíamos ver cómo había personas que vivían en mansiones y mujeres que les bordaban las sábanas por casi nada, y que no teníamos lavadoras y las mujeres se reunían a lavar mientras cantaban y lloraban de la risa… o por lo menos así me lo hicieron imaginar.
Tiempo que les llevó preparar todo, horas y horas, buscando recursos, hablando con la gente de la calle, con las de los comercios, sin buscar más beneficio que el que nos iba a dar a todas las que pudimos disfrutarlo, encontrarnos con nuestra historia, darle el valor que se merece.
Y todo el trabajo de estos veinte años, todos los proyectos puestos en marcha con plena autonomía, sin el favor de organismos públicos. Y es que La Escalera, desde el principio, lo ha tenido claro: se puede colaborar en momentos puntuales, pero es importante no confundir esa colaboración con los poderes públicos –repletos de intereses partidistas- con la obediencia, la sumisión, la deuda o la aniquilación del sentido crítico, a cambio de una subvención. Como bien afirman, uno de sus pilares siempre ha sido, y lo sigue siendo, la reivindicación de la independencia de los movimientos sociales respecto a otros organismos e instituciones públicas, en especial aquellas que ostentan el poder político. Una apuesta arriesgada en estos momentos en los que nadie parece salir adelante sin el padrinazgo de aquellos que tienen la responsabilidad de gestionar lo público.
Esto supone, en la época que nos toca vivir, un enorme esfuerzo y, sobre todo, tener la capacidad de sortear las dificultades, tanto las que se presentan fuera, como las internas. Lograr veinte años inventando, organizando, aprendiendo, enseñando, discutiendo y cantando es todo un reto, todo un éxito que la comunidad en la que se inserta el Colectivo La Escalera ha sabido reconocer. Un camino que se ha podido recorrer porque su corazón sigue latiendo de la misma manera, a pesar del transcurso del tiempo, y sus principios fundacionales no son solo letras sobre papel, sino que siguen siendo el faro que guía cada acción, cada proyecto.
En Canarias gracias a colectivos y asociaciones como La Escalera, con sus pasitos llenos de esfuerzo y de valentía, tenemos la posibilidad de acercarnos a nuestra cultura, a la historia de la gente normal, la de las personas que estuvieron siempre en la posición de vencidas (las que no ostentaron nunca el poder económico ni el poder político) y no tuvieron la posibilidad de escribirla, pero si de contarla. La cultura y tradiciones de nuestros pueblos, de nuestros barrios, de la gente que realmente ha ido construyendo nuestra identidad sigue viva gracias, en buena medida, a estos colectivos. Su esfuerzo bien merece nuestra admiración y nuestro reconocimiento. Mil gracias, Colectivo Cultural La Escalera.
Fátima Cubas / Creando Canarias.
[1] Palabras del propio Colectivo La Escalera en el libro “De Álbumes y Gavetas, La Orotava en Imágenes”