Se preguntan mis concuños sicilianos qué es eso del orgullo canario. Ellos no se imaginan a alguien afirmando “es un orgullo ser siciliano”. Y eso que yo les aclaro que nos miramos en el espejo de lado, por miedo a lo que refleje, que bien dijera, aunque con otras palabras, Yeray Rodríguez. El orgullo es el punto de arranque de una mirada limpia. La podríamos calificar de una canariedad preconsciente en términos de Manuel Alemán. A veces se le otorga poco valor a esa preconsciencia, quizá fruto de una frustración propia y no colectiva. ¿Se imaginan hasta dónde podríamos llegar mirando al espejo de frente, sin miedo de la imagen que devuelva?