El supuesto Día de Canarias, celebrado el 30 de Mayo, no me dice nada y no me hace sentir orgulloso de nada en concreto. En primer lugar porque no soy muy partidario de los días, celebraciones y momentos para conmemorar, pues acaban siendo fechas de cara a la galería y como ejemplo baste aquello de lo que hablamos.
Me considero y siento canario todos los días del año y pretendo luchar por la conservación de mi cultura todo el año, no solamente un día. Y es que bastante triste es que mientras en el resto del año las ayudas y los detalles de las instituciones canarias hacia nuestras señas de identidad brillan por su ausencia, en el supuesto mes de Canarias se inunden de un mar de hipocresía y cinismo con mensajes de orgullo por lo nuestro, hechos precisamente por aquellos que más han hundido nuestra tradición.
Jamás nuestros deportes vernáculos habían estado en una situación tan deprimente, jamás un canal de televisión supuestamente propio ha hecho tanto por denigrar la imagen de nuestra tradición y habla para hacerla aparecer como algo grotesco y despreciable, nunca antes las instituciones habían hecho tantos esfuerzos por apoyar fiestas y tradiciones extrañas de todo tipo, mediante toda clase de soportes, mientras las organizaciones, colectivos e individualidades que bregan por la conservación de nuestra cultura, se ven obligadas a lamber la laja y a rogar hasta extremos degradantes para recibir algún tipo de ayuda. Existen las excepciones, pero por lo general el panorama es penoso ¿Merece, por tanto, celebrar una canariedad en descomposición junto a los que más hacen por destruirla?
Igualmente la fecha coincide tanto con el primer Parlamento de Canarias, como con la consolidación del dominio castellano en nuestras islas, tras una brutal conquista. Pueden ser meros hechos coincidentes, aunque las clases dominantes de esta tierra, muy vinculadas sentimentalmente con el proceso que las encumbró socialmente en estas ínsulas, suelen ser partícipes del orgullo colonizador. Como ejemplo baste recordar como cierta comunidad de aguatenientes de La Palma empujó a un ayuntamiento de dicha isla a reconocer su preeminencia colocando un bando justo en las mismas fechas que sometieron la isla a los conquistadores.
Sea como sea y dejándonos de épocas lejanas, solamente volviendo a nuestro presente, me resulta imposible sentirme orgulloso de una autonomía que es un auténtico desastre. Un supuesto gobierno de todos los canarios y canarias que realmente no es más que la representación de los intereses económicos de las clases dominantes de nuestro país, sean propias o foráneas, resultando en una especie de zona para capataces de la finca. Es, a todas luces, la máxima representación de unas mafias insulares sustentadas por el caciquismo de siempre, el clientelismo, la corrupción y el aplastamiento constante de sus enemigos y de las clases subalternas. Son garantes de la completa sumisión al Reino de España, cosa que para aquellas personas no amantes de dicha nacionalidad, o de cualquier monarquía, es un oprobio constante, al recordar las genuflexiones de Clavijo.
¿Se puede uno sentir orgulloso de un gobierno que ha barrido a la agricultura de nuestra tierra convirtiéndola en un parásito subvencionado y estéril, en manos de terratenientes y aguatenientes? ¿Se puede uno sentir orgulloso de los que pusieron el futuro alimentario de nuestra tierra en manos de los importadores mediante el Régimen Específico de Abastecimiento (REA)? ¿Se puede uno sentir orgulloso de los que benefician a sus amigos y facilitan la evasión fiscal legal mediante la Reserva de Inversiones de Canarias (RIC), que hace recaer el peso de la sociedad entre sus elementos más desfavorecidos? ¿Se puede uno sentir orgulloso de los especuladores que literalmente reventaron zonas enteras de estas islas, entregándoselas a un turismo depredador que apenas deja otra cosa que empleos de miseria y gasto público para gestionar sus inmensos residuos, porque la mafia de touroperadores no quiere pagar ni una simple ecotasa? ¿Se puede uno sentir orgulloso de los que entregan nuestra energía en manos de un monopolio de ladrones, favorecen la descapitalización de nuestra tierra e impiden día tras día la soberanía energética? ¿Se puede uno sentir orgulloso de los que van a buscar ancianos, minusválidos y deficientes para llevarlos a votar o pagan el voto (a 20 o 50) hasta con electrodomésticos y que luego nos vienen presumiendo de democracia y de haber logrado lo mejor para las personas de esta tierra?…..
Podría continuar preguntando y haciendo patente mi poca afinidad con los autores de esa autonomía que no me representa, porque para mí es más autonosuya que otra cosa. Éstas son, en definitiva, mis razones para no sentirme representado por esta fecha, aunque respeto que alguien lo sienta como propio. No obstante, hasta que no arreglemos el desbarajuste de sociedad que tenemos, hasta que no valoremos lo propio y desterremos la corrupción de este pequeño país, jamás podremos tener un día digno del que sentirnos orgullosos, aunque recalco que no me gustan las celebraciones de este tipo y que canario soy todo el año, no solo el 30 de Mayo o en cualquier romería en la que tanto paisanaje se disfraza sin sentir la ropa que lleva.