En 13 de diciembre del año 2012, creé un espacio virtual llamado ‘Forotimple’ con el fin de unir al sector del timple en Canarias. Esta herramienta, sustentada en un grupo de Facebook, tenía el doble objetivo de, en primer lugar, aglutinar a artesanos, didactas, intérpretes e investigadores del instrumento, y en segundo y como extensión del primero, generadas las condiciones adecuadas, dar un paso en firme para la constitución de la primera Asociación Nacional del Timple, una entidad referente que, debiendo moverse desde la autogestión asentada en el propio colectivo, se dedicaría a la defensa, la promoción y el rescate del ‘camellito’, elemento patrimonial del pueblo canario.
Tras varios meses de intensa dedicación e invirtiendo todos mis esfuerzos en la consecución de los mentados objetivos, Forotimple se convirtió en el primer referente en torno al timple de las redes sociales. Sin desmerecer el trabajo de algunas páginas ya creadas, la diferencia de Forotimple radicaba en que gozaba de una total horizontalidad a la par que perseguía unos objetivos de grupo, que al final del camino, iban solo a beneficiar al instrumento, y con éste, a todos nosotros en ese estricto orden.
Tras dos años en la brega, tras dos encuentros en físico (Lanzarote y La Gomera), tras la apertura de una página web para sustentar y exponenciar el trabajo vertido en varias decenas de publicaciones semanales, surgieron problemáticas ajenas a los objetivos planteados en la misiva fundacional. La gran carga de presión ante las vicisitudes ocurridas (unas sin querer y otras queriendo), la inexperiencia o el fácil hartazgo en la gestión del mal rollo que siempre florece, así como las zancadillas que me encontré por el camino, hicieron que tuviera que bajarme del barco. No fue fácil. Asumí que en todo grupo humano, y por convicción creo que muy especialmente en Canarias, siempre tiene que quemarse alguien (es nuestro desafortunado amén). Bien es cierto que el patrón es el último que ha de bajarse de la nave, pero todo ser tienes sus límites y el sentimiento de ingratitud y la falta de deferencia no cotizan, por desgracia, a la baja.
No puedo negar que me sentí profundamente decepcionado. Y no precisamente por no seguir formando parte del proyecto, simplemente creía que el camino estaba peligrosamente apuntando hacia un avance que no aseguraría el verdadero aglutinamiento. El ideal se iba desmoronando. La línea recta estaba sufriendo virajes complicados en su trazado. En definitiva, Forotimple había caído en el mal de las redes sociales: diferencias entre miembros que harían peligrar la viabilidad del proyecto al trascender más allá del afán estrictamente colaborativo, y quizá para colmo, visualizando ese falso espectro que somos capaces de crear frente a una pantalla de ordenador.
Con la fundación de la Asociación del Timple Canario el pasado fin de semana en Gran Canaria, encontré injusto que en el acta fundacional (vislumbrado en Fuerteventura, elaborado en Tenerife) no se mentara al germen de su creación, no se dejara constancia escrita para la posteridad, de precisamente Forotimple y quienes lo alumbraron. Hablaba de que era necesario y justo referenciar la ideal original, el trabajo ajeno, al fin, reconocer a quien tuvo un día la idea de decir ‘hagamos esto’. Y no puede ser de otro modo, pues de no hacerse, de no constatarse, supone una informalidad y una ofensa difíciles de digerir. Sin embargo, esto que resulta tan obvio en el papel, parece que aún cuesta entenderse, y así, esta reflexión trascendió desde mi muro personal hacia los diferentes foros clónicos sobre el timple, para finalmente, ser llevada al extremo. Nuevamente, el mal de las redes sociales hacía sobredimensionar el mensaje, cuando no vestirlo de picazón por quien busca un presunto reconocimiento que no encuentra, o hasta insinuando estar bajo el dominio de alguna fuerza maligna que dictaba mis palabras. No entendieron nada. Y lo peor, es que no hay manera de hacerlo entender.
Tras ser largamente mentado (alguien hasta me quitó la categoría de señor), caí en la observancia que en mi muro personal (lugar primigenio donde hice mi reflexión), todo eran comentarios positivos y sus buenos pares de ‘Me gusta’. Ya en los foros (de los que no soy miembro ni podía interactuar; tampoco lo pretendía), la tendencia era precisamente la contraria. Me hizo reflexionar. Y en esa reflexión, entendí que, sin comérmelo ni bebérmelo, mi carta sincera e inofensiva se había convertido en el punto de fisión para ver claramente cómo el mundo del timple en las redes sociales se encontraba quebrado, con enfrentamientos entre compañeros, y para mi decepción, con una altísima carga de discordia, cuando no inundado de silencios malavenidos, o con una preocupante dualidad para no tratar los problemas desde un enfrentamiento sereno, maduro y sosegado. Lo reniego.
Y así, lo que creé hace ya casi tres años, distaba en demasía del espíritu colaborativo y de concordia que siempre pretendí. El fin se diluía. Quedaba un espacio con demasiada contrariedad para ser digno de seguir representando al timple.
Al fin, resulta anecdótico cómo los seres humanos somos capaces de crear un ambiente tan positivo, tan festivo, tan ciertamente constructivo en la vida en 3D, precisamente rasgueando ese gran instrumento que es el timple, compartiendo coplas y enyesques, pero en las redes sociales, nos convertimos en la indeseable imagen especular y no superponible de lo que no somos.
Igual que hice un ‘click’ aquel día de Santa Lucía de 2012 para abrir Forotimple desde Madrid, lo volví a hacer ayer para cerrarlo desde Melbourne. Como balance negativo, me queda un hondo malestar, un desasosiego que me hace y dicta huir del mundo del timple virtual. Ahora, el devenir del ‘camellito’ ha de centrarse en la finalización de este camino. En crear una Asociación ágil, transparente, lobby, inclusiva, aglutinadora, fuerte, y sobre todo, comandada primordialmente por el sector profesionalizado y cultural, es decir, por aquellos que hacen del timple su sustento de cada día y por quienes retratan su senda identitaria, respectivamente.
Forotimple resultó ser un gran sueño truncado, pero me reconforta saber, que en su caída, el timple dio un paso al frente. Sólo espero que el siguiente no sea tan lesivo.