Estos días ojeando aburrido una red social conocida por todos, veía un comentario que me detuvo en seco el dedo índice del ratón: “y ahora la Feria de Abril, a este paso podrían hacer los San Fermines en Triana”. Siguiendo los informativos y demás tertulias del “famoseo” que nos abordan día tras día, caí en el caso de que estos días se celebra la Feria de Abril en Sevilla, Andalucía. Nada nuevo, todos los años por estas fechas lo hacen, convirtiéndose en un reclamo turístico y cultural de Sevilla y de Andalucía en general. Por esta feria podemos encontrar desde guapas sevillanas engalanadas con sus trajes, hasta carros tirados por caballos, “bailaores”, las coplas, y su flamenquito. Todo perfecto. Es admirable, que una fiesta que se celebra en la ciudad hispalense sea conocida en todo el Estado español y que incluso traspase las fronteras del Atlántico para llegar hasta los oídos del pueblo olvidado, tan fatigado estos días por el piche de Veneguera y demás “idiosincrasias”.
Lo que no resulta tan admirable es que desde el ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, y me gustaría repetir lo de “Las Palmas de Gran Canaria”, pues es una de las capitales de nuestro archipiélago, se promueva esta fiesta tan andaluza. Es algo que mucha gente se pregunta. ¿Cómo es posible que el ayuntamiento de la ciudad más poblada de Canarias se plantee usar dinero público para ayudar a sufragar los gastos de una fiesta autóctona de Andalucía? ¿Será que el señor Cardona y compañía no conocen las tradiciones culturales y folclóricas de su pueblo? ¿por qué desde todas las instituciones públicas y no públicas andan siempre empeñados en copiar fiestas y costumbres de lugares tan lejanos?
En nuestra tierra sobra cultura, sobra folclore y sobran tradiciones. Pero no es nada nuevo, y me apena tener que decirlo. Llevamos siglos copiando comportamientos, modas, etc. por el complejo y el desconocimiento que este pueblo padece, y por la asimilación que, desde las propias instituciones, se lleva a cabo para importar e imponer lo de fuera. Parece que cualquier iniciativa cultural que surja desde estas islas se encuentra irremediablemente arrastrada a la ocultación, al olvido. Este pueblo se merece y debe, en un ejercicio de autoconciencia consigo mismo, apostar por lo nuestro sin pecar de autocomplacencia.
Tenemos una cultura única, atlántica, mistura de diversos pueblos que a lo largo del paso del tiempo y de las civilizaciones han hecho que Canarias sea un lugar diferente culturalmente hablando. Pero seguimos anclados en lo que Manuel Alemán definía como “complejo del colonizado”. Mi pregunta personal, y sobre la que quiero que reflexionen todos los que andan leyendo esto, es que, si desaparecen algún día esas formas de expresión tan nuestras, si seguiremos hablando de cultura canaria en el futuro. Lo que sí está claro en la mente de todos es que, de momento, vamos a seguir bailando flamenco y recogiendo piche.