El pasado jueves 16 de octubre, a horas vista de la masiva manifestación en contra de las prospecciones petrolíferas bajo el lema “Aquí vivimos. Aquí decidimos”, tuvo lugar en la Casa de Canarias de Madrid la clausura del excelente ciclo “Petróleo en Canarias”, con la participación de tres representantes de los partidos políticos más votados de nuestro país: Antonio Alarcó (PP), María Antonia Moreno (PSOE-PSC) y Fernando Ríos Rull (CC). Estos tres pesos pesados del panorama político canario (Senador, Directora General de Industria y Energía y Comisionado, respectivamente) participaron en un acto sui géneris con la intervención y el debate posterior del público asistente, es decir, una cosa que debería ser normal, frecuente, y que además, resultó ser muy constructiva, pero que para tristeza y esquizofrenia del problema, se hizo en Madrid. Jamás se ha visto cosa igual en Canarias durante estos largos meses de desencanto y calenturas. Quizá esta sea otra prueba más de la vacua entrega de nuestros políticos para con sus votantes, o incluso, de la inmadurez de nuestro pueblo a la hora de no castigar a quien no se presta a hablar con él en donde, sobre todas las cosas, sobre todos los sitios, éste debe.
La sesión, pensada en dos rondas de 15 minutos por ponente, sólo se quedó en una vuelta, y tras algunos dimes y diretes entre Alarcó y Ríos Rull, los asistentes tuvimos la oportunidad de entrar en acción. Obviamente, y bueno estuviera, yo, me despaché a gusto. Escoltado por una Senadora palmera del PP y por dos chicas (intuyo que secretarias, asesoras o cosa así), Alarcó nos congratuló con una presentación en PowerPoint y un dominio del lenguaje digamos que muy bueno. Pobrecillo… habrá aún canarios que se ensimismen con los buenos hablares de ciertas personalidades (según Podemos, ‘casta’), pero en el siglo XXI, los canarios de hoy ya somos de saber cuándo un argumentario es nefasto, o simplemente falaz, sin que la cátedra en Cirugía nos eche para detrás. En cualquier caso, tampoco estaba Alarcó frente a un público heterogéneo ni poco formado, sino más bien difícil, hallándose flanqueado, entre otros, por varios catedráticos en diversas materias, doctores, expertos en energética o científicos del campo de la Oceanografía. Así pues, empezó el santacrucero de una forma un tanto rara, explicándonos que “petróleo vs. turismo” conforman un silogismo. Extraña forma de iniciar un tema cuando posteriormente señala con su puntero láser que “los localismos frenan al progreso”. Ante esta afirmación, surgió en mí la duda y no pude más que preguntar si con esa frase gratuita era como se refería a lo que piensa la mayoría del pueblo canario, que en este caso coincide con la posición en firme del GobCan. Estuvo dando vueltas durante dos minutos y no dijo ni sí ni no. Le volví a preguntar, y de paso apuntarle que afirmar o negar era la forma de responder más rápida y adecuadamente a mi duda aún no resuelta, y viendo que se acercaban curvas, dijo que “no”. Cuidado, que al hombre le costó un poco. Pero sin duda alguna, son dos las afirmaciones que más destaco, una por su imprudencia y otra por ser directamente falaz y especialmente hiriente por lo archiusado de la misma: i) “la legislación española y noruega son las más garantistas en medio ambiente”. Eso sí, cuando le comenté que en ganancias Estado-empresa, la española es la peor (≈1:9), y por tanto, en las antípodas de la del país escandinavo (≈1:1), las caras empezaron a ponerse laaargas laaargas. ‘¡Regoriiito, mire el napa Regoriiito!’ -decía Monagas; y ii) “la extracción de petróleo en Canarias por parte de cualesquiera de las empresas que lo obtengan, bajará la factura de la luz en España”. No quiso entrar en razón, a pesar de la lectura en casi una decena de veces de los artículos de la legislación vigente que referencian que la propiedad del crudo es de quien la saca y nadie más. Y es que para más inri, al ser quien lo extrae una empresa privada, ésta tiene derecho a venderlo donde y a quien quiera con incluso explícita no obligación de tener preferencia alguna por la refinería de Santa Cruz (por no hablar de que, en este caso Repsol, lo venderá a precio de mercado sea quien sea el comprador porque para eso la ley y el mercado libre les otorgan el mentado derecho). Por último, ya no les quiero contar cuando le aporté la serie de cifras descendientes de puestos de trabajos prometidos (desde los cincuenta millares hasta la desmentida de Repsol de que no llegarían a mil y ninguno directo), ni tampoco cuando afrontaba su razón de legitimidad en la peregrina idea de que el PP ha ganado las tres últimas elecciones autonómicas, generales y europeas, o de que “ser ultraperiféricos es bueno” (atienda el lector o lectora a que todo lo que entrecomillo es literal, incluido, lo anterior).
Tuve también momentos para Moreno y Ríos Rull, muy en particular para el segundo. Destaco aquí únicamente mi cuestión sobre la falta de respeto al pueblo canario por parte del GobCan al plantear una pregunta francamente hiriente pues introduce un matiz de confrontación entre el modelo basado en el petróleo y el actual (como si el actual fuese bueno) en vez de plantear una cuestión con carácter consultivo o considerativo frente al indeseado e inconstitucional volitivo que sería tumbado de pleno por el TC. De todo lo que dijo, me quedo con su literal aceptación de “los varios desastres de CC”. Sí, aunque no se lo crean, Ríos Rull puso el ejemplo de Granadilla y “probablemente el de Tindaya”. Hay que ser honrados, y en este sentido, le daré al César sus denarios.
Terminó el asunto con una pequeña calentura por mi parte, al plantear a ponentes y asistentes la excesiva preocupación durante la segunda parte del debate en lo referente a cuestiones técnicas, pero que a nadie le asombrase que el 90% que se llevaría la empresa privada Repsol es, para cualquier mente soberanista canaria o nacionalista española, una barbaridad improcedente e injusta, a la par del estatus colonial del Estado para con Canarias, pues de lo poco que éste se lleva, para nosotros, quienes asumimos el riesgo, quienes poseemos los recursos, no nos queden ni migajas.
A esa altura del debate, tuvieron que dar paso al vino de Arona. Ya empezaba a hacer falta.
Nota del Autor: el Autor desea felicitar expresamente a la Casa de Canarias en Madrid por esta iniciativa y por su posicionamiento completamente neutral durante el acto.