La democracia debe ser derechos, libertades, normas, usos y hasta gestos. Concebir la misma como un ritual cuatrianual que seguir cansinamente en medio de la fanfarria poco convincente de los partidos políticos equivale a falsearla y degradarla hasta el punto de no saber uno ya ni ponerle nombre al sistema en el que vivimos. Sucede además que en muchas ocasiones son los propios políticos profesionales –muchos de ellos sin ocupación conocida más allá de la de saltar de puesto en escaño según reparto- los que se llenan la boca haciendo llamamientos a profundizar en la democracia, como haciendo que denuncian la superficialidad de la democracia realmente existente. De tal ejercicio de cinismo tuvimos y tenemos en Canarias demasiados ejemplos. Uno bien conocido es el de la I.L.P. “Salvar Veneguera”, con 50.000 firmas de apoyo y que promulgaba la protección total del barranco del Sur de Gran Canaria. Sus Señorías tuvieron a bien admitirla a trámite para después desnaturalizar la iniciativa ciudadana introduciendo enmiendas que contemplaban la posibilidad de construir hasta 20.000 camas en el paraje cuya protección se solicitaba. Otro ejemplo sangrante fue el de la I.L.P. “Contra el Puerto de Granadilla”, que recabó 56.000 firmas –recordemos que sólo 15.000 son necesarias- y ni siquiera contemplaron Sus Señorías la posibilidad de debatirla puesto que no la admitieron a trámite. Ni me molesto en señalar culpables, por acción u omisión, puesto que ustedes saben bien quiénes son: “las trillizas”, “la Triada Capitolina”, “el Trío Matamoros”, etc.
Bien, después de este ligerísimo recorrido por la Historia de la Infamia en lo que a Iniciativas Populares Legislativas en nuestro país se refiere, toca llegar al último capítulo, que daría risa si no fuera porque no tiene puñetera gracia. La I.L.P. “Para una Mejora del Sistema Educativo Canario”, que ha concitado casi 40.000 firmas de apoyo en un esfuerzo unitario casi inaudito de profesores, padres, alumnos –comunidad educativa, al fin- instituciones y otros sectores ciudadanos acaba de ver cercenada la posibilidad de ser admitida a trámite y discutida en sede parlamentaria. ¿La “razón”? Dicha Iniciativa incluye la desfachatez de admitir la posibilidad de que tal vez hiciera falta destinar mayores recursos presupuestarios a algo por lo visto tan evanescente como la educación pública. Y todo esto sucede en un país que tiene precisamente en la educación uno de los flancos más sangrantes, como informes de todo tipo insisten en señalar. Al mismo tiempo, el consejero competente -es un decir- se desgañita diciendo que sí, que él está a favor de la educación pública. Como producto de la Modernidad, debe ser, porque como ejercicio práctico pareciera estar más a favor de que quede como materia de discusión de la pertinente –es un decir- comisión parlamentaria de turno, cada vez más conocida como la Fiesta de la Dieta. Comprendan ustedes que, aunque no tiene la más mínima gracia, uno no puede tomarse en serio a esta clase política.
La Arrancadilla: No está editada oficialmente pero abundan las versiones “extraoficiales”. Me refiero a la interesantísima banda sonora que el dúo británico Pet Shop Boys compuso para la obra maestra de Eisenstein, “El acorazado Potemkin”. Tuve la suerte de ver al dúo en directo interpretándola con un ensemble de cuerdas vienés, si no recuerdo mal, hace algunos años en una de sus contadísimas interpretaciones. La conjunción del dramatismo de la música junto con las conmovedoras imágenes es realmente impresionante. Aquí les dejo un montaje amateur muy recomendable.