Si una cosa es cierta, es que estos últimos comicios europeos merecen un profundo análisis. Las cuestiones a discernir son múltiples, empezando por la participación y terminando por el auge de las nuevas fuerzas que han puesto en jaque, por primera vez en toda la etapa post-franquista, al bipartidismo y por ende, a su modelo no sólo económico y social, sino también de Estado.
La primera de ellas a plantearnos es, sin duda, ¿quién ha ganado? Siendo objetivos, y en honor a la verdad, la gran victoriosa es la abstención, erigida como mayoría absoluta en el Estado español así como en la práctica totalidad de todos los países que conforman la actual UE. Pero este dato no debe tener una lectura superficial, sino más bien, debe servirnos a los ciudadanos precisamente como el arma que siempre ha usado la casta política: la conformación de parlamento con un porcentaje de elección menor del 50% sería, y de facto será, ilegítima por sus propios principios. En otras palabras, los eurodiputados electos, e incluso los eurodiputados en funciones de las anteriores legislaturas, son representantes legales mas ilegítimos. Y es que este concepto, “ilegitimidad”, debe acompañarnos durante todos estos años para ejercer nuestro derecho a solicitar un cambio de modelo que sí pueda ser refrendado por mayoría. No puede ser de otro modo.
La segunda de las observaciones van dirigidas a la rotura del bipartidismo, con dos escaños más de la mayoría absoluta por cuestiones del rancio y poco democrático sistema electoral, aunque con un porcentaje menor que la mitad en número de papeletas. No nos extrañe que esto le esté cambando las tembladeras tanto a PP como PSOE, los cuales ven que su modelo ha sido duramente castigado, al estar fundamentado en la mentira y la infidelidad de sus programas de gobierno, en la austeridad y en los recortes, en el empobrecimiento de la sociedad, en la incapacidad, cuando no negación, de diálogo con el pueblo, en el paro, en la desprotección de los mayores a través de sus pensiones, en la corrupción, en la nefasta gestión del conocimiento, la innovación y el desarrollo, en resumen, en las políticas ‘made in derechona’ que han logrado la merma de la prima de riesgo a mínimos históricos durante la etapa de crisis, a costa de la destrucción del Estado del bienestar y de la exclusión irrecuperable de buena parte de la clase media.
Pero seamos aritméticos, ya que si A + B = 54, y A decrece, a B le pasa todo lo contrario. ¿Qué lectura podemos sacar de la imponente irrupción, muy en particular, de fuerzas nuevas como Podemos o de la alta presencia de eurodiputados catalanes posicionados a favor de la independencia de su país? Podemos recoge el descontento de buena parte de la ciudadanía que nunca se vio representada por la anquilosada izquierda española, a la par que escoge una estrategia fundamental para su exitoso florecimiento y que está basada en la participación activa en la elección de su plancha, en el rédito popular de su líder, y en un discurso positivista y con un programa electoral de ensueño. Insisto, una estrategia fundamental ¡para su auge!, que no para su reconocimiento político, básicamente porque aún no ha ejercido, y desde mi punto de vista y quizá lo más claramente reprochable, porque sus propuestas son poco o nada descriptivas en lo referente a las vías para llevar a término las mismas, que son en algunos casos, arriesgadas y hasta diría que irrealizables a causa del marco sistémico en el que estamos cuasi revocados a establecernos sin demasiado margen de maniobra utópica (entiéndase este último concepto en el contexto marxista). Por último, está claro que aquí los más aventajados son los catalanes: ellos se lo sancochan, ellos se lo comen, ellos hacen verdadera política nacional, más allá de valorar su realidad política y social, que la verdad me interesa cada vez menos. Cada pescador con su cordel… aunque no niego de la solidaridad internacionalista, a pesar de que ellos de eso tienen más bien poco. Recuérdese que los diputados canarios en el Congreso votaron a favor de la consulta de secesión de Cataluña, y horas después, todos los diputados catalanes, en peso, votaron en contra de la consulta sobre las prospecciones petrolíferas en Canarias. Como dice un amigo mío, “de Gibraltar para arriba…”.
Llegados a este punto, merece que realicemos un acto de constricción y ofrezcamos un minuto de silencio en la memoria de Canarias, que falleció ayer, después de recibir los Santos Sacramentos y la Bendición Apostólica:
i) A excepción de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, Canarias registra los porcentajes de abstención más altos del Estado. Sólo votaron, a grosso modo, uno de cada tres electores, o mejor dicho, ratificadores.
ii) Canarias tendrá sólo un eurodiputado natural de nuestro país. Se trata del socialista Juan Fernando López Aguilar, en el puesto 4 de los 14 que obtuvo el PSOE. Y si son ustedes leídos y versados en lo que respecta a la política isleña, López Aguilar para con Canarias no suma ni un cuarto. Ergo, proa al marisco.
iii) Aún con los resultados más grotescamente ilegítimos, en Canarias gana el PP casi empatado con el PSOE.
iv) A pesar de que Pablo Iglesias comunicó en su visita a Gran Canaria y a Tenerife que no tenía ni idea de nuestro Archipiélago, y a pesar del aplauso atronador del personal ante tal honrosa confesión, Podemos es la tercera fuerza en la provincia de Las Palmas, y la cuarta en la de Santa Cruz de Tenerife, empatada en suma con CC-PNC.
v) ANC, en coalición con Los Pueblos Deciden, se desfonda con algo menos de 3500 votos. El Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario ni asoma el hocico en la lista de resultados.
Quedo contento con la llamada de atención de Canarias a Europa a través de su abstencionismo. Quedo consternado porque, a pesar del problemón que tenemos en ciernes con las prospecciones petrolíferas, no habrá una sola voz en Bruselas para hablar de nosotros, aunque de haberla, sería más bien insustancial.
Próximamente tenemos dos citas importantes: elecciones estatales y autonómicas. El momento de tumbar a las sucursales españolas y centralistas clásicas de Canarias, como son PP, PSOE e IU. A las sucursales españolas de nuevo cuño como Podemos. El momento de hacer que Coalición Canaria (y sucedáneos) sea un cadáver testimonial de lo que nunca debió ser. El momento de conformar la nueva senda, de las mujeres y hombres nuevos, preparados, auto-centrados en nuestros problemas que no resolverán ni Soria, ni López Aguilar, ni Cayo Lara, ni Pablo Iglesias, ni Paulino Rivero. De otra forma, nos condenaremos nuevamente al ostracismo y al mangoneo de nuestro presente y futuro. Si Podemos pudo, nosotros también podríamos…aunque lo que no tengo muy claro es si, a pesar de todo, “queremos”.