Colaboración de Ana Gloria Sánchez Ruano, miembro del Círculo Podemos Gran Canaria
Somos lo que hacemos, pero sobre todo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos
E. Galeano
En las pasadas elecciones europeas del 25M Podemos se sitúa como quita fuerza a nivel estatal, cuarta en Canarias, tercera en Las Palmas de Gran Canaria, pero lo que ya se ha dado en llamar “el efecto Podemos” ha supuesto mucho más que situar en el parlamento a cinco personas, ha removido los cimientos de esta estática democracia, ha favorecido que alguna gente vea en el desolador panorama político alguien que hablase de las cosas que le preocupaban, ha colocado la desigualdad social en el centro del debate político, ha supuesto un replanteamiento en las estrategias de partidos, ha dado fuerza a los sectores que dentro de esos partidos pedían cambios chocando contra la inercia de sus aparatos, ha demostrado que no son necesarios grandes gastos ni préstamos millonarios para encarar una campaña electoral. No es poco.
Podemos a pesar de su corta vida como partido político ha conectado con un sentir popular, con un sector joven de la población, con un voto de castigo a políticas neoliberales y ha sido heredera compartida de una consciencia colectiva que se ha ido fraguando colectivamente, con muchas luchas sociales.
Podemos es horizontalidad, participación de las personas que constituyen los círculos, defensa y puesta en práctica de las primarias como método de participación. Podemos somos las personas que constituimos los círculos, las que hemos tomado voz, realizado y colaborado en la campaña, va mucho más allá de la figura de su mediático líder, Pablo Iglesias, pero sabemos que sin su presencia estos resultados tampoco habrían sido posibles.
La ilusión que se palpaba el pasado miércoles en la Escuela de Formación del Profesorado era grande, tanto como la responsabilidad que conlleva la alta participación, con las ilusiones y las expectativas generadas, pero ¿quién dice que no va a ser posible? Si ya estamos en el camino, el primer paso está dado, el bebé ha nacido y ya no hay marcha atrás. Decía un señor “pensé que iba a morir sin ver despertar al pueblo, ahora veo que no” mientras emocionaba, aún más, con sus palabras a todas las personas asistentes. Vamos a regenerar la democracia.
Pero el proyecto tiene que crecer, gestionar colectivamente ese raudal de ganas para que entre todas las personas que queremos sumar a este proyecto consigamos lo que parecía imposible, dar forma a todos los círculos locales, establecer los cimientos para que el edificio crezca fuerte y así establecer una democracia participativa. Vamos despacio para llegar lejos.
Construir lo colectivo es más lento, pero más educativo y más sólido. Ahora viene dar de comer y dejar crecer al bebé nacido, no va a ser mi proyecto ni tu proyecto, será el de la gente o no será. El camino está empezado, el método ya se ha puesto en marcha. No hay precedentes cercanos de una iniciativa política así en los tiempos recientes, pero eso no va a ser inconveniente para construirlo. ¡Claro que Podemos!
Tendremos desengaños, seguro, desde el Podemos que cada cuál tiene en su cabeza hay que construir el colectivo. Habrá quienes vengan con la frescura que da empezar a participar en política y sin consciencia de lo más que necesaria que es su participación, caras nuevas que aportan nuevas ideas y ganas de trabajar.
Habrá quienes vengamos de otras luchas que ahora se suman a esta, con nuestras mochilas, y que sabemos de viejas rencillas y del “y tu más” ¿qué les voy a contar que no hayan oído, vivido o sufrido? No cambian en cuatro meses las maneras de hacer, ni los desencuentros mantenidos o renovados, pero también será necesario deconstruirlos, porque la sociedad así lo está demandando, y en lo colectivo, gestionando el disenso, promoviendo consensos se resolverán los problemas, no será en un día ni dos, pero así tendrá que ser.
Pero la empresa que necesitamos, el camino que queremos recorrer necesita mirar a nuestro alrededor, para viendo la necesidad de cambiar la desolación que el sistema deja en su entorno ser uno más de los actores que contribuyan a cambiar el sistema. Y hacerlo mirando al futuro, a ese futuro que nos pintan negro, que nos quieren robar, para construirlo entre todos y todas. Cuando nos acusan de “antisistema” me pregunto ¿quiénes? sino las grandes fortunas y los bancos quieren mantener este injusto e insolidario sistema.
Tenemos que conseguir que la ilusión con la que invitábamos a votar el día 25 se conviertan en alegría cuando consigamos las viejas y nuevas reivindicaciones: una Canarias sin prospecciones y con energías limpias –como hoy gritamos en una sola voz- con una escuela pública de calidad para todos y todas, ni una gente sin casa ni una casa sin gente, sanidad pública y universal, servicios sociales, ley de dependencia aplicada, derecho a decidir: sobre nuestro territorio, nuestra forma de gobiernos, sobre nuestra vida y nuestro cuerpo, derecho a manifestar nuestras opiniones, contribuir a crear esa otra Canarias mejor y posible. Elevar la mirada al futuro, tener alto y claro que hay que conseguir el poder para desarrollar ese objetivo. El miedo tiene que cambiar de bando.
Por eso, cuando los ataques continúen, cuando llegue la pequeña decepción, de nuevo adelante, estrategia, generosidad, comunicación, participación. De esta o salimos unidos, bajando las banderas y mirándonos la cara, o no salimos. No es hora de seguir el proyecto de una persona, de un solo grupo, es la hora de la gente. Ahora Podemos.