Lo primero es lo primero: hay que felicitar a los lanzaroteños por la extraordinaria y admirable lección que impartieron ayer en la manifestación antipetrolera de Arrecife. Sacar a cerca de 12.000 personas a la calle (según la policía local en algunos momentos se acercaron a las 15.000) no es algo fácil ni se improvisa en un par de días. A ello hay que añadir además la coherencia en el mensaje durante toda la protesta: el no rotundo a las prospecciones petrolíferas, un mensaje claro, sencillo y capaz de movilizar en torno a sí a una gran mayoría. Lo dicho: enhorabuena.
En Santa Cruz de Tenerife salieron a protestar alrededor de 2.000 manifestantes según la Coordinadora 22M, mientras que en Las Palmas de Gran Canaria salieron a la calle entre 4.000 y 5.000 personas. En Puerto del Rosario se contaron como trescientas. Son cifras que sólo cabe calificar de rotundo fracaso, más escandaloso si cabe por el éxito sonado de Lanzarote, que hace todavía más visible el tremendo fiasco de lo que fue la jornada del 22M en el resto de Canarias. ¿A qué se debe un comportamiento tan dispar? Pues a mi juicio a toda una serie de razones, que pasan necesariamente por un ejercicio de autocrítica ineludible.
La protesta lanzaroteña tuvo un mensaje: no a las prospecciones petrolíferas. Mensaje claro, inequívoco, fácil de comunicar y sobretodo ligado a la realidad de Canarias, una problemática concreta y palpable que se nos viene encima. Las protestas de Tenerife y Gran Canaria se diluyeron en infinidad de consignas poco definidas, abstractas, directamente copiadas de la protesta de Madrid, y por tanto de otra realidad distinta de la nuestra. El manifiesto leído en LPGC fue un cúmulo de generalidades y vaguedades puramente retórico y sin referencia ninguna a Canarias, que se podía haber leído pefectamente en Albacete o en Coimbra. Así, la capacidad de movilización fue escasa.
Canarias ha visto en el pasado protestas multitudinarias. Todas ellas llevaron mucho trabajo de preparación, tenían como elemento aglutinador un motivo concreto vinculado a la tierra, y sobretodo incorporaban una propuesta propia, no copiada ni importada de otras circunstancias ajenas, por más afinidades que pudiera haber. Es decir, justo al revés que la protesta del 22M, cuya perspectiva desenfocada de Canarias ha demostrado tener poca capacidad motivadora. Mientras Baleares supo separar estratégicamente su protesta antipetrolera de las marchas de la dignidad y se manifestó hace casi un mes, con éxito de convocatoria, en Canarias hemos perdido una oportunidad preciosa de dar un golpe de mano y presionar de verdad al gobierno de España.
Hay, además, otro elemento especialmente perturbador. A la incapacidad de armar propuestas propias, se une la peculiar idea de solidaridad que impregnaba la protesta. Solidaridad con las marchas de Madrid, solidaridad con las marchas de la dignidad, solidaridad con «la península»… Pero ¿y la solidaridad de Canarias con los lanzaroteños en su lucha contra las prospecciones, que es nuestra lucha también antes que ninguna otra? Los conejeros clamando contra el desastre que viene, por nuestro derecho a decidir, y el resto con la cabeza en Madrid. ¿En qué momento cambiamos la protesta contra el petróleo por la marcha por la dignidad? El titular de Canariasahora, la sucursal canaria de Eldiario.es, no puede ser más elocuente: «El petróleo «se cuela» en las marchas por la dignidad en Canarias». El asunto que más determinantemente puede alterar el futuro de los canarios «se cuela», como si fuera un detalle superfluo, marginal o inesperado al que se le busca un huequito en el revoltillo de reivindicaciones made in la península.
Es el momento de hacer autocrítica si no queremos ser el convidado de piedra en nuestra propia casa, en unos momentos en que nos lo jugamos casi todo. Por un lado, la protesta de Lanzarote, con mensaje pegado a la tierra, fue un éxito; el resto, con mensaje copiado, ajeno, descentrado, un fracaso rotundo. La conclusión me parece que está clara. Por otro, ¿es serio y creíble invocar la solidaridad con Baleares, con Madrid o quien sea cuando no somos capaces de unirnos en la protesta y ser solidarios entre nosotros primero?