
Un amigo tinerfeño me felicita por la Navidad y porque «tenemos un ministro canarión (sic)». ¿Será verdad? ¿Tendrá razón Don Pepito y será, después de todo, una malidición haber nacido en Gran Canaria, perdón, en Canaria? En cualquier caso, juro que yo no tengo nada que ver con que se afeitara el bigote. Fue decisión propia (y autocentrada, por tanto).