
Haciendo un balance de los libros que he leído sobre Bélgica, caigo en la cuenta de dos cosas: la primera, que el primero lo leí hace ya algunos años, en 1996; la segunda, que desde entonces apenas he leído dos libros más. Y cómo explicar que haya leído tan poco sobre un país que me ha aportado tanto.
La respuesta la he encontrado, precisamente en el último libro leído, Le labyrinthe belge (el laberinto belga), traducción al francés de la obra homónima del escritor belga de lengua neerlandesa, Geert Van Istendael.
En este ensayo, el autor nos hace un recorrido ameno y lleno de amor por su país y sus gentes, por la historia y las historias de Bélgica. Así descubrimos la presencia de españoles, franceses, austríacos y holandeses sobre territorio belga. El episodio de resistencia de Yser en contra del intento de ocupación alemana durante la Primera Guerra Mundial (cuya conmemoración está ya preparándose en Flandes). La colaboración de ciertos grupos e individuos con la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Y los pasos que ha dado este país desde la estructura centralista con la que nació en 1830 hasta la federal de la que goza hoy. Toda una guía para comprender cuáles son las claves de funcionamiento del país que ostenta el record mundial de tiempo con un gobierno en funciones. Por más que he buscado en la red, no he encontrado mención a traducción alguna de este libro al español. Así que si es usted traductor o casa editorial, este es un proyecto que valdría la pena emprender. Esta obra puede leerse en el original neerlandés, en francés y en otras lenguas como, por ejemplo, el checo. Y bueno, cómo les decía, este libro, con su explicación de este laberinto en el que vivo, me dio las claves de por qué hasta ahora me resultaba tan poco accesible este país: Bélgica es un lugar tan pequeño como complejo. Exactamente como la tierra que me vio nacer: Canarias.
Siguiendo con el orden cronológico inverso de lectura, me viene a la mente el libro Bruselas, de José Ovejero. Ovejero es hoy un escritor a tiempo completo, autor de varias obras de ficción y de viajes. En el momento en que escribió esta obra (1996) se ganaba la vida como intérprete. Y esto hace todavía aún más interesante su libro Bruselas. No sabemos si estaba ya entonces en la mente de Ovejero la intención de dedicar su vida a la literatura, pero lo que sí me parece claro es que la frescura de este libro tiene mucho que ver con la mirada enamorada del autor hacia la ciudad en la que vivía y con los avatares de la vida que lo terminaron trayendo aquí. Y es que Bruselas es una guía personal de la ciudad. No pretende en ningún momento abarcar todas las posibles Bruselas, sino únicamente mostrarnos la de José Ovejero. La que él fue descrubriendo con amor, paciencia y curiosidad. Y este objetivo lo cumple con creces. Este libro tiene, además, la ventaja para el lector canario de haber sido escrito en español. Se puede encontrar aún en librerías y bibliotecas en ediciones posteriores (las que yo tengo son de 1996 y 2000).
Y viajando hacia atrás en las lecturas llegamos a Le siège de Bruxelles (el asedio de Bruselas), una novela de Jacques Neirynck que nos muestra una hipotética independencia de Flandes iniciada por grupos de extrema derecha. Más allá de la actualidad del tema y de la calidad del texto como obra literaria (mucha, en ambos casos), lo cierto es que esta obra de Neirynck (que sigue sin ser traducida al español, a juzgar por la información que encuentro en la red) constituye también una excelente puerta de entrada a la compleja y apasionante realidad de Bélgica. En la obra aparecen continuas referencias históricas que nos ayudan a encuadrar mejor la acción, al tiempo que enriquecen nuestra visión diacrónica del acontecer europeo. Por si todo esto fuera poco, las referencias al arte y la arquitectura flamencos, bruselenses y belgas son continuas y de una cálida riqueza.
Compartir con ustedes estas lecturas ha sido un placer para mí. Solo me queda esperar que alguno de (o todos) estos libros les regalen momentos tan intensos y placenteros como los que me han regalado a mí. Hasta más ver.