Así, en mayúsculas. Por si no lo habían adivinado ya, deben saber que me refiero a la obra de reciente aparición Canarias, con futuro, del grancanario Jorge Ancor Dorta. No gastaré más tiempo sin decir lo evidente. Todavía no he leído el libro. Digo “todavía” porque supongo que en algún momento lo leeré. Sí tuve la oportunidad, hace pocas semanas, de asistir a una conferencia sobre los asuntos de los que trata el libro. Dije en aquel momento que no coincidía con el enfoque liberal del autor, sin entrar en lo concreto, pero que alababa su arrojo y su claridad. Además, dije, y digo, que me parece muy sano que se hable de estos temas con total naturalidad, sin complejos ni cortapisas. Me parece un síntoma de madurez. A partir de ahí, quiero comentar con ustedes el verdadero motivo que me lleva a escribir esta entrada. Recientemente he tenido la oportunidad de cambiar impresiones sobre este libro, su enfoque, etc. con jóvenes miembros de formaciones nacionalistas canarias. No entraré en la letra pequeña del debate porque en realidad lo que me interesa es compartir mi asombro por la reverencia que parecen inspirar este libro y su autor. También el enfoque del mismo, que es el mismo, según puedo suponer, que pude apreciar en la charla a la que asistí. Hasta tal punto llega la admiración que, a veces, es muy difícil cuestionar, criticar planteamientos como los que en ese libro se defienden. Si Bono nos quería dar en la cabeza a todos los nacionalistas con las Páginas Amarillas –creo que no se refería a los nacionalistas españoles- ahora resulta que algunos nacionalistas canarios quieren darnos en la cabeza con este texto revelado que se les apareció en mitad de la travesía del desierto. Cuidado. La indudable ventaja que conlleva el tratar abierta y naturalmente en nuestra sociedad asuntos como la relación de Canarias con España encuentra un serio obstáculo en la voluntad dogmática de algunos convencidos. Es pensamiento crítico lo que necesita Canarias y no nuevas Biblias y nuevos dogmas.