
Leo en Canarias 7 que el Cabildo de Lanzarote queda en solitario al frente de la lucha contra las prospecciones petrolíferas en Canarias. El Gobierno de Canarias ha abandonado de manera progresiva la batalla. Primero en junio cerró la Oficina de Acción Global, espacio donde se canalizaba el descontento frente a las imposiciones de Repsol. Luego, en julio, Clavijo pedía la anulación de los permisos a la compañía, pero sin la máxima prioridad que ese tema tenía en la anterior legislatura. El nuevo presidente canario no quiere enfrentarse al Estado.
Por encima de todo ese conflicto pone las buenas relaciones, la negociación por los nuevamente deficitarios Presupuestos Generales del Estado y el dichoso REF. Sin embargo, no se le debe escapar a Clavijo y su socio de gobierno por el momento, el PSOE, que los permisos de Repsol siguen vigentes, como una moneda que se puede volver a jugar cuando al Estado le plazca. Es necesario tener en cuenta dos cuestiones. Por un lado, la no anulación de los permisos durante este año que casi se cumple de la retirada de Repsol, lo cual podría ser síntoma de que al Estado todavía le interesa perforar en Canarias y por otro, que el partido que promovió y facilitó los sondeos, el Partido Popular, volvió a ganar las elecciones y es muy posible que vuelva a gobernar, aunque obviamente sin la holgura de la coyuntura 2011-2015.
Por lo tanto el Gobierno de Canarias, si de verdad quiere seguir llevando la lucha contra las prospecciones por bandera, debe estar precavido. El Cabildo de Lanzarote busca la derogación de los permisos en la vía judicial, sin apoyo del Gobierno canario, confiado de la buena voluntad de Soria y los suyos. Un recurso que busca acabar con una pesadilla que tuvo en vilo a muchas y muchos canarios y que provocó una de las reacciones populares más multitudinarias de nuestra historia. Si el Ejecutivo canario se encarga de defender de verdad los intereses de todos los habitantes del Archipiélago, debería garantizar que su voluntad inequívoca sea respetada.
Queda ver qué actitud toma Clavijo, Coalición Canaria y el Gobierno. Cuenta con varios frentes abiertos. En Canarias tiene un pacto débil y endeble con el PSOE, un acuerdo que se tambalea desde que se mueve la cascada. En el Estado, Coalición Canaria ofrece su voto para dar estabilidad. Eso en lenguaje político, más cuando está CC de por medio, significa apoyo al que gobierne o donde saque más tajada. El mejor colocado para gobernar, con la cacareada «gran coalición» o en minoría, es el Partido Popular. La connivencia del clavijato con el Partido Popular nació casi desde su alumbramiento como candidato de la formación. Román Rodríguez, líder de Nueva Canarias, va más allá y lo coloca como principal valedor de los votos del Partido Popular en Canarias en los últimos seis meses.
En medio, un problema de dimensiones gigantescas sin solucionar. En el ambiente huele a supuestos intereses comunes de Soria y Clavijo, al maltrato que ha dado tradicionalmente Coalición Canaria al ecosistema canario y la sospecha de que el dinero que Repsol gastó en Canarias, generosas rebajas fiscales excluidas, lo quiere recuperar, o por lo menos intentarlo. El tema del petróleo parece olvidado, debajo de la gaveta de los dislates de un ministro poco amado, pero sigue siendo actualidad. Un entuerto poco claro que esperemos, por el bien de todos, que se resuelva de manera favorable. Para el pueblo, claro.