En el Sahara argelino, donde han comenzado los más importantes movimientos de protesta desde los años 2000, la militancia se organiza para, de nuevo, intentar dar cuerpo a una protesta nacional organizada.
El Foro Social Argelino (FSA), ONG que nació en Oran en enero, se dispone a lanzar una nueva entidad que reagrupe a lo esencial de los colectivos y asociaciones que militan por los derechos sociales, económicos y humanos en Argelia.
La idea de un foro ampliado nació tras el éxito del iftar colectivo en julio en Ouargla, ciudad de 260.000 habitantes a 800 km al sur de Argel y crisol del movimiento militante por los derechos de las personas en paro. La comida tomada todos los días a la caída del sol por las y los musulmanes para romper un ayuno de una jornada de Ramadán era la cuarte de ese tipo organizada por la Coordinadora Nacional de Defensa de los derechos de las personas en paro (CNDDC).
Su misión era tomar posición sobre las cuestiones locales, nacionales e internacionales. Comentar, apoyar causas como la de los derechos de las personas migrantes en suelo argelino y de las poblaciones del Sur en materia de protección del medio ambiente, pero también subrayar el alcance internacional del movimiento social argelino, convertido en una cuestión de la mayor importancia para la militancia que prepara una respuesta a los últimos acontecimientos que han sacudido la escena internacional y nacional.
Entre ellos se puede citar la condena a veinte años de prisión firme a militantes del Rif marroquí, en cuyo honor se había organizado un iftar similar el año pasado en Ouargla.
O, también, las tentativas efectuadas por el grupo petrolero Sonatrach para enrolar a jóvenes de las wilayas (provincias) saharianas para viajes de conocimiento de los campos de gas de esquisto en los Estados Unidos. O la bronca internacional provocada por las sucesivas expulsiones de personas migrantes subsaharianas por Argelia hacia las fronteras del sur.
“Tratamos de apoyar todas las causas justas, ya estén ligadas al medio ambiente o a las libertades individuales en armonía con los movimientos que defienden la democracia”, explica a Middle East Eye Aibek Abdelmalek, exlíder de la Coordinadora Nacional de Defensa de los Derechos de las Personas en Paro (CNDDC), en la que continúa militando.
Para las y los 70 militantes que se desplazaron en julio a Ouargla, ciudad emblemática de la lucha social pacífica, en particular la de las personas en paro, se ha vuelto imperativo reorganizar el movimiento social e incluir de forma prioritaria la causa ecologista y la de las personas migrantes.
Boicot a las veladas musicales
Sobre la cuestión del gas de esquisto -que había federado un importante frente de oposición regional en 2014 (Houmat al-Watan en Ouargla, luego Somoud en In Salah) -la militancia presente en Ouargla ha saludado las iniciativas esporádicas en reacción a los efectos del anuncio del gobierno y a las informaciones hechas públicas por Abdelmumen Uld Kaddur, Director General de Sonatrach, sobre las operaciones y otras actividades de exploración emprendidas estos últimos meses por las empresas, en la región del Touat en particular.
“La exposición de las poblaciones del sur a las plagas inducidas por al industria petrolera sigue siendo un tabú y la puesta en cuestión de su confianza en Sonatrach hace eco a constataciones, sobre el terreno, de ataques flagrantes a la fauna y a la flora en el desierto argelino. El subdesarrollo flagrante de estas regiones continuará suscitando revueltas”, promete Mohad Gasmi, activista de la provincia de Adrar.
Una campaña de correos electrónicos para apoyar la candidatura del Pr. Abdelkader Saadallah, geólogo de la universidad de Orán, a la elección presidencial de 2019, ha sido lanzada este verano en las redes de activistas del sur del país.
Este experto ha apoyado la revuelta ciudadana en In Salah contra el sondeo de los primeros pozos de gas de esquisto en la región de Ahnet a finales de 2014. Espera por tanto un apoyo indefectible de esta región al frente del movimiento ecologista ciudadano en Argelia.
El candidato estima que el país atraviesa un “momento difícil”: “Las luchas entre los clanes del sistema están tan exacerbadas que no pueden sino aparecer a la luz del día y arrastrar con ellas a todo lo más sucio que hay, desde las profundidades hacia la superficie”.
Abdelkader Saadallah llama a la creación de comités de apoyo en todo el país y les incita a comunicar en la prensa y vía las redes sociales.
“¡Las regiones del sur, como In Salah, deberían estar en primera línea por razones evidentes de supervivencia!”, explica a MEE.
Otro movimiento de protesta que ha marcado el verano de 2018: el boicot de las veladas musicales organizadas por la Oficina nacional de derechos de autor y derechos vecinos (ONDA) en una treintena de ciudades del país.
Unas 300 personas se han manifestado, organizando una sentada el 26 de julio, en Ouargla, y han obligado a la caravana de cantantes venida de Argel a volverse al día siguiente sin haber podido celebrar el espectáculo.
Las y los manifestantes han ocupado el teatro al aire libre en el que debía tener lugar el concierto y han efectuado las dos oraciones del Magreb y de la Ichaa. Pancartas proclamando “No a los conciertos de la vergüenza”, “Ouargla una ciudad cloaca que no canta”, “Queremos el desarrollo de nuestra ciudad y no dilapidación del dinero público en conciertos” han sido enarboladas delante de las autoridades boquiabiertas.
Canícula récord, desborde de las basuras y cortes de electricidad
Algunos notables e incluso activistas de la escena local han intentado razonar con la gente que organizaba la protesta, pero ante la movilización han pedido que fuera la gente local quien tomara la decisión.
La gente que organizaba la protesta han exigido a militantes islamistas del Movimiento de la Sociedad por la Paz (MSP) que querían apadrinar el impulso popular y aprovecharse de él para lanzar mensajes políticos que se “comportaran como simples ciudadanos de Ouargla y se mezclaran con la multitud”.
Las críticas de la prensa nacional sobre el “despertar del demonio islamista desde el sur” han sido barridas por las y los manifestantes. “La oración colectiva es un acto natural y ciudadano que se hace desde siempre y en cualquier circunstancia y que no tiene ninguna connotación religiosa. Bien al contrario, manifiesta una voluntad de unir a los diferentes movimientos y obediencias de la sociedad civil alrededor de valores comunes a fin de trabajar para el bien de Ouargla”, según explica un manifestante a MEE.
Tahar Belabes, exlíder de la CNDDC, afirma: “El hirak de Ouargla puede ponerse enfermo, pero no muere”.
A las acusaciones que decían de la gente que protestaba que tenía la voluntad de “constituir un movimiento integrista para imponer su punto de vista sobre la vida cultural local”, la organización ha respondido que “no eran tanto las y los artistas y la canción quienes estaban en el punto de mira”, sino “el momento de estos conciertos”, si se tiene en cuenta la situación de la ciudad, aplastada por una canícula récord y lastrada por la persistencia de los desbordes de las canalizaciones de desagüe, cortes de electricidad y carencia de agua potable en varios barrios.
Esta forma de vida cotidiana, que es muy difícil para una amplia parte de la población, hace a sus ojos “inapropiado e incluso indecente hacer fiestas cuando otros conciudadanos sufren”.
Las autoridades han sido invitadas a “revisar sus prioridades” y trabajar de forma que la ciudad sea más vivible en verano para las y los niños y las familias en general, en particular las que no tienen los medios para ir a destinos más frescos.
“El ciudadano de Ouargla querría que el gobierno mostrara más bien su intención de dar pruebas de justicia en el desarrollo y la distribución de las riquezas”, subraya para MEE el Dr Djidour Hadj Bachir, investigador en la universidad de Ghardaia (a cerca de 500 km al sur de Argel).
“El espíritu rebelde de Ouargla”
Incluso quienes, al comienzo del movimiento, preferían permanecer neutros han acabado por reconocer que esta nueva acción ilustraba el “espíritu rebelde de Ouargla”, que no acepta ya las políticas del Estado central para con las zonas saharianas que tienen necesidad de un verdadero plan Marshall.
Hamza Talbi, militante político del Frente de Liberación Nacional (FLN, partido en el poder) y luego del Partido de los Trabajadores(PT), nombrado de nuevo dirigente de la Unión Nacional de la Juventud Argelina (UNJA) en Ouargla, señala que “el sueño de toda persona de Ouargla es ver que se realice una mayor cohesión entre sus habitantes, desterrando la arouchia, el tribalismo primario que hace que ningún movimiento social logre triunfar ni imponer sus reivindicaciones desde hace una veintena de años, ni colocarse como interlocutor creíble ante los poderes públicos a partir del momento en que las jóvenes generaciones rebeldes se han librado del poder de los notables”.
Los diputados y senadores de la wilaya (provincia), que habrían expresado su apoyo verbal por la mañana, no se habrían presentado finalmente al atardecer. “Una nueva cita fallida con el pueblo”, comenta a MEE Hemim Mohamed, militante del movimiento de personas en paro.
“Acabaremos con esta protesta, es una cuestión de tiempo y de paciencia”, ha declarado por su parte Abelkader Djellaoui, wali (prefecto/delegado del gobierno) de Ouargla, en su última aparición pública antes de su marcha de vacaciones.
Nombrado en 2015 con la hoja de ruta de reactivación de la máquina del desarrollo local detenida, el wali ha sumado rápidamente a su política a una amplia franja de notables, jefes de hermandades religiosas, personalidades conocidas y que buscan reconocimiento, y asociaciones de la sociedad civil a las que han sido concedidas subvenciones anuales más abundantes que nunca.
Trasladado de Ghardaia, donde había logrado calmar las violencias intercomunitarias entre 2013 y 2014 –wilaya que, por otra parte, ha dejado en manos del ejército, encargado por la presidencia de mantener allí la paz y la seguridad después de dos años de enfrentamientos- ha sabido, de concierto con Yahia Bouselah, el jefe de la seguridad de la wilaya de Ouargla, controlar el movimiento de parados gracias a lo que una parte de la militancia llama “represión dura realizada con guantes de terciopelo”.
Líderes y militantes han sido obligados a congelar sus actividades, dejando sitio a “una nueva generación más fácil de engatusar”, según las y los activistas. Algunas figuras, como Nadir Boukhetta, Abdelkader Cheddad, Abdelbaki Malouah, Yassine Rahmani, Smahi Hamza y Mejouel Mouloud, se han metido detrás de las pantallas de los ordenadores para continuar sus acciones a partir del mundo virtual.
Estos sectores activistas que han participado en todos los movimientos sociales que ha conocido Ouargla (gente en paro, gas de esquisto, congelación de proyectos, reorientación de los programas de desarrollo, inserción profesional de la juventud), han logrado federar el impulso popular alrededor de “la inoportunidad de las veladas musicales estivales” y pretenden mantenerlo para constituir una fuerza de oposición.
El objetivo que se asigna el Foro Social Argelino después de el pacto de Ouargla sería por tanto transformarse en una organización nacional que federe a los colectivos de activistas de todo tipo que hay por todo el país.
* Artículo de Houria Alioua -Ouargla en Viento Sur. Publicado bajo Licencia Creative Commons.