Pocos días después del sangriento golpe de Estado del 24 de febrero de 1966 que derrocó al presidente pionero de Ghana, Kwame Nkrumah, del partido Convention People’s Party, nuestros profesores de primaria nos dieron un curso acelerado en manifestaciones públicas.
Nos enseñaron una canción que persiste en mi mente hasta estos días. La letra de la canción se podría traducir, más o menos, de la siguiente manera: «Aléjalo, Kotoka, ¡fuera Nkrumah!». Entonces, nos llevaron a una manifestación por las calles principales de la ciudad, cantando esta nueva consigna para animar a los golpistas y vilificar a Nkrumah. A medida que avanzábamos, con nuestros cánticos y banderas, recuerdo vívidamente cantar lo que yo creía que era la canción que nos habían enseñado: «Aléjalo, Konkonte. ¡fuera Nkrumah!» Sin saberlo, me había equivocado al pronunciar el nombre del general golpista, el teniente general Emmanuel Kwasi Kotoka, con «konkonte», un plato ghanés hecho con harina seca de yuca.
Al igual que otras decenas de miles de alumnos, que formaban parte de las manifestaciones lideradas por las fuerzas antiNkrumah, mis compañeros y yo demostramos al mundo lo poco popular que era Nkrumah como presidente y lo mucho que queríamos que lo derrocasen. Aun así, yo no tenía idea que lo que pasaba y sospecho que mis compañeros tampoco.
«Las pancartas que llevaban las mujeres del mercado de Makola se habían hecho, en realidad, en la embajada estadounidense»
Me imagino también que este sería el caso de todos los niños del país a los que llevaron por las calles de Ghana para festejar el derrocamiento de Nkrumah con pompa y festividades. Y podemos sospechar que muchos de los manifestantes adultos que se unieron a las celebraciones no lo hicieron porque estuviesen contentos con el derrocamiento.
Como se ha sabido después, las pancartas que llevaban las mujeres de Makola (el mercado de Accra) como si hubiesen sido hechas en un acto espontáneo de alegría se habían hecho, en realidad, en la embajada estadounidense.
No obstante, con esto tampoco queremos decir que ninguna de las reacciones de los ghaneses fuese espontánea. En el momento del golpe, la economía ghanesa sufría una grave crisis: había escasez de bienes básicos y el miedo cundía a sus anchas por el país. Nkrumah intentaba frenar a sus enemigos políticos, mientras estos intentaban derrocarle con intentos de asesinato y actos de terrorismo para desestabilizar el país.
Días oscuros en Ghana
En su libro, Dark Days in Ghana, Nkrumah reveló que fue la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos de Norteamérica la que llevó a cabo el golpe de Estado. [1] Sus detractores le tildaron rápidamente como iluso y afirmaron que su teoría era una excusa para la pobre gestión del país que había llevado a cabo durante su dictadura. Sin embargo, en 1999 se demostró que la teoría de Nkrumah era cierta, cuando el gobierno de EE. UU. desclasificó la trama occidental urdida para librarse del hombre que «estaba haciendo más para dañar a sus intereses que cualquier otro africano negro». [2] El gobierno de los EE. UU. estaba decidido a derrocar a Nkrumah antes de que este pudiese crear un gobierno africano unido. Al final, el gobierno estadounidense y alguno de sus aliados, entre los que se incluye Reino Unido, financió, planificó y lideró el plan del golpe. [3]
Antes de la desclasificación, John Stockwell, un oficial de la CIA en África, volvió a contar la historia de cómo se había debilitado el gobierno de Nkrumah y cómo habían sembrado los sentimientos antiNkrumah entre los ghaneses. Específicamente, Stockwell escribió lo siguiente:
«Howard Bane, que era el jefe de la CIA en Accra, fue el que diseñó el derrocamiento de Kwame Nkrumah. Para la CIA estaba claro. Ascendieron a Howard Bane dos veces y le dieron el premio de Estrella de la Inteligencia por el derrocamiento de Kwame. La clave de todo ello es que Howard Bane tuvo la suficiente iniciativa e imaginación para llevar a cabo la operación sin documentarla en absoluto. De hecho, no había ni un solo folio de papel que pudiese vincular a la CIA como responsable de la operación». [4]
«Estableció campos de entrenamiento en Ghana para los luchadores por la libertad africanos».
En 1957, la Ghana de Nkrumah se convirtió en un estandarte de la liberación africana. Desde la lejana Virginia (EE. UU.), en el cuartel general de la CIA, todos vigilaban lo que ocurría en Ghana. Según Baffour Ankomah, nueve meses después de la independencia, en diciembre de 1957, la CIA publicó un informe de Ghana que se distribuyó entre el gobierno estadounidense y los miembros de la inteligencia. [5]
El informe era profético cuanto menos: «El futuro de Ghana, el primer país africano tropical que ha logrado la independencia, tendrá un gran impacto en la evolución de África y de los intereses occidentales en el continente». [6]
Efectivamente, la predicción no tardó en hacerse realidad. Diez años después de la independencia ghanesa, otros 31 países africanos se habían independizado. Y la Ghana de Nkrumah había desempeñado un papel fundamental a la hora de liberar África (en palabras de Nkrumah: «tenemos que hacer que nuestro pequeño país sea un ejemplo para el resto de África»). Nkrumah estableció campos de entrenamiento en Ghana para los luchadores por la libertad africanos y, gracias a su apoyo económico y político, entre otros, la Ghana de Nkrumah hizo que la antorcha de la liberación africana brillase con más fuerza que nunca.
Nkrumah cumplió sus promesas electorales y se centró en establecer las bases económicas y sociales para el futuro del país. Esto, a su vez, animó al pueblo a trabajar más duro para lograrlo. Nkrumah creía con firmeza que la independencia política no tendría ningún sentido si no lograban la independencia económica. [7] Tanto es así que, cuando le derrocaron, Ghana tenía 68 grandes fábricas, en propiedad del Estado, que producían lo suficiente como para satisfacer las necesidades de la población. Entre los bienes que se producían, se destaca: calzado, textil, mobiliario, neumáticos, frutas, vegetales, carne, cristal, radios, televisiones, libros, metales, personal cualificado… ¡prácticamente de todo! [8]
«Nkrumah creía firmemente que la independencia política no tendría ningún sentido si no lograban la independencia económica».
Nkrumah quería industrializar Ghana a lo largo de una generación, y todo seguía su curso hasta que los estadounidenses y sus primos británicos (de acuerdo con sus propios documentos desclasificados) utilizaron a unos soldados ghaneses descontentos e interesados, y montaron el terrible golpe de Estado del 24 de febrero de 1966 que truncó el progreso del país. Fue un gran contratiempo, no solo para Ghana sino para toda África.
«Si Nkrumah hubiese podido completar su plan de industrialización, hoy en día Ghana sería una Malasia de la costa oeste africana, y los agoreros que ahora se burlan de Ghana enseñándonos las brillantes luces de Kuala Lumpur no se atreverían a mostrar sus retorcidas lenguas». [9]
Pero Nkrumah fue derrocado, y ahora nos quedamos con el sentimiento de nostalgia y de lo que podría haber sido. Tras el golpe, el FMI metió el dedo en nuestras llagas enviando una delegación a Accra para decirle a la junta militar que parase el programa de industrialización de Nkrumah. ¡Y eso hizo! Además, como recompensa, algunos de ellos incluso consiguieron aeropuertos con su nombre.
Hoy, 50 años más tarde, casi todos los ghaneses (a excepción de los que todavía sufren ceguera aguda y amnesia) se han dado cuenta de todo lo que han perdido.
El país ha tardado medio siglo de sangre y lágrimas en aferrarse a lo que le quedaba tras cinco turbulentas décadas hasta llegar a la corriente de estabilidad política y económica que llegó en 1992, bajo seis periodos de gobierno constitucional –primero con el presidente Rawlings del Congreso Democrático Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) entre 1992 y 2000, el presidente John Kufuor del Nuevo Partido Patriótico (NPP) entre 2000 y 2008, John Atta Mills y John Mahama del NDC desde 2009 hasta la actualidad. Ghana ha aprendido la lección por las malas.
Nkrumah: el profeta panafricanista
Cuando Nkrumah escribió que, mucho tiempo después de que muriese, la antorcha que había iluminado África seguiría brillando para dar luz y esperanza a su gente, sus detractores le llamaron megalómano delirante. Pero diversos testimonios tras su fallecimiento corroboran su teoría. Qué cierto es ese viejo dicho: «un profeta no es desconocido salvo en su propio país».
Kwame Nkrumah, el visionario panafricanista que soñaba con un África próspero y unido, era un hombre con perspectiva. Tenía una noble visión de África y de la raza negra. Veía las metrópolis de África convertidas en la cuna de la ciencia, la tecnología y la medicina. Veía en África un gigante hipnotizado, aletargado por los años de tutelaje y explotación extranjera, y quería despertarlo. Pero el tiempo y sus contemporáneos no estuvieron de su lado. Parece ser que era adelantado para su época y sus coetáneos. Al igual que dijo el célebre historiador británico, Basil Davidson: «Nkrumah era adelantado para su tiempo». En los años siguientes la gente fue leyendo sobre su trabajo y se preguntó por qué un hombre así tuvo que vivir en aquella época.
«Nkrumah veía en África un gigante hipnotizado, aletargado por los años de tutelaje y explotación extranjera».
La tragedia de Nkrumah y, en última instancia, de África fue que él llegó al poder en el momento equivocado, en el «caldeado» ambiente de la Guerra Fría. Durante este período, la confrontación ideológica y bipolar entre Oriente y Occidente hizo que los líderes como Nkrumah fuesen chivos expiatorios, sacrificados en el altar del chovinismo de las superpotencias. La política de la Guerra Fría no toleraba a ningún patriota o nacionalista local, ni perdonaba a los líderes que no querían servir a los dioses del comunismo soviético o del capitalismo americano.
En realidad, seguiremos siendo nosotros los culpables, el pueblo de África, si seguimos arando nuestros campos, en vez de aunar esfuerzos, personas y recursos materiales para competir en el globalizado siglo XXI. Si no aceptamos el reto de la unidad continental ahora, acabaremos siendo engullidos por el coloso del capitalismo global de este siglo, una situación similar a la esclavitud, balcanización y explotación de los recursos humanos y naturales que el colonialismo y el neocolonialismo llevaron a cabo el siglo pasado.
Escuchad lo que Nkrumah dijo con respecto a esto: «Si no formulamos una serie de planes para lograr la unidad y trabajamos activamente por la unión política, lucharemos y guerrearemos entre nosotros, mientras los imperialistas y los colonialistas nos observan y mueven los hilos para lograr sus diabólicos propósitos en África». [10] ¡Qué profético!
Notas:
[1] Nkrumah, Kwame, 1909-1972; Formato: Libro.
[2] Stockwell, John (1978). In Search of Enemies: A CIA Story. Nueva York: W.W. Norton & Company. p. 201n.
[3] Documento: US Role in Nkrumah Overthrow
[4] https://www.modernghana.com/news/363669/the-cia-kwame-nkrumah-and-the-destruction-of-ghana.html
[5] Ankomah, Baffour. (2007). «Ghana Celebrates, Africa Rejoices». New African, marzo, Nº 460.
[6] Como se cita en: Ankomah, Baffour. (2007). «Ghana Celebrates, Africa Rejoices». New African, marzo, Nº 460.
[7] Nkrumah, Kwame. (1980). Axioms of Kwame Nkrumah. London: Panaf Books.
[8] Ankomah, Baffour. (2007). «Ghana Celebrates, Africa Rejoices». New African, marzo, Nº 460.
[9] Ankomah, Baffour. (2007). «Ghana Celebrates, Africa Rejoices». New African, marzo, Nº 460.
[10] (Del discurso de la Conferencia de Casablanca. 7 de enero de 1961)
* El autor es Charles Quist-Adade. Doctor, es un miembro de la Facultad y expresidente del departamento de Sociología de la Univerisdad Politécnica Kwantlen en Vancouver, Columbia Británica, Canadá. Es autor y coautor de varios libros («In the Shadows of the Kremlin and the White House: Africa’s Media Image from Communism to Post-Communism», «Social Justice in Local and Global Contexts, From Colonization to Globalization: The Intellectual and Political Legacies of Kwame Nkrumah» (con Vincent Dodoo), «Introduction to Critical Sociology: From Modernity to Postmodernity» (con Amir Mirfahkraie), «Africa’s Many Divides and Africa’s Future: Pursuing Nkrumah’s Vision of Pan-Africanism in an Era of Globalization»), varios capítulos en otros libros y artículos en distintos medios de prensa y blogs. Originalmente publicado en Internacionalist 360º, el 8 de marzo de 2016. Traducido por Raquel de Pazos Castro y Miguel Borrajo González para Umoya. Tomado de Rebelión y compartido bajo Licencia Creative Commons.