Estaba el otro día oyendo un programa donde emitían música folclórica en Canarias Radio. No soy gran entendido, pero disfruto escuchando buena música cuando tengo oportunidad. Al cabo de un rato de escucha de letras sobre la belleza y virtudes de nuestras vírgenes, lo irrepetible del primer amor y lo idílico de nuestra naturaleza, confieso que empecé a aburrirme. Y no es que cambie nuestro folclore por la música punk o disco, pero no puedo evitar preguntarme dónde y cuándo aparecerá nuestra realidad actual, urbana, en el folclore de Canarias. En este sentido, el folclore canario me recuerda a la esclerótica izquierda europea: ¿Hablar de inmigración o de la dificultad de formar una familia en 2015? ¡Eso lo dejamos para los catolicones y para los de derechas!
Andaba pensando en esto cuando me tropecé con un libro que hacía tiempo estaba en la lista de «los que algún día leeré». Todos tenemos nuestras listas -en papel o mentales- de aquello que haremos «el día en que tengamos tiempo». Mi lista más larga es, sin duda, la de libros por leer. Pues bien, este libro* -que parecía querer atraer mi atención desde la estantería- era la historia de un club de lucha canaria; en concreto, del CL Los Guanches de Arucas.
Y tengo que decir que su lectura me tiene atrapado. Ahora verán por qué y qué relación tiene con mi breve refléxion sobre la candidez cuasijuvenil de las letras del folclore nacional.
La lucha canaria, quizá convenga recordarlo, es un deporte de contacto y un arte marcial. Pues bien, muchas veces los propios protagonistas dicen que su principal característica es… no la agilidad, ni la elasticidad, ni la variedad técnica, ni la fuerza, ni la potencia, ni la belleza estética, sino… la nobleza.
Entre las cuestiones interesantes que presenta la obra de José R. Falcón que he mencionado está la del año de comienzo de la lucha federada en Gran Canaria (¿en Canarias?). Se trata de 1946. Imaginemos como NO debía presentarse en la década de los cuarenta una actividad deportiva netamente canaria de tipo marcial y de contacto que, además, procedía de la etapa indígena. Repito que estamos en 1946, en la etapa más oscura, sombría y represiva del régimen franquista en nuestro país. La respuesta no requiere una gran dosis de imaginación.
Y ahora pensemos en qué aspectos habría que anteponer al presentar o describir la lucha canaria para que esta actividad no despertara ningún tipo de recelo en las autoridades centrales (las únicas que había en aquel momento).
No me parece descabellado pensar que el énfasis que se hace en la nobleza de la lucha canaria proceda de aquella época. ¡Y ojo!, como canario y como aficionado a la lucha me enorgullece el alto grado de deportividad que hay en el terrero y en las gradas. Pero eso no evita que me pregunte por qué se presenta la nobleza como la primera o principal característica de nuestro deporte nacional.
Y ahora, con su permiso, y en lo que sale algún nuevo grupo que mezcle la agudeza de las letras de Dire Straits con nuestra música folclórica, voy a seguir leyendo el libro de Falcón, que de verdad que me tiene enganchado.
* Los Guanches, Club de Lucha de Arucas: decano de la lucha canaria en Gran Canaria. José R. Falcón Falcón. Gobierno de Canarias y Ayuntamiento de Arucas. Gran Canaria. 2004.