Desde hace poco Gran Canaria cuenta con un nuevo pabellón deportivo, recién inaugurado y dedicado mayormente al baloncesto. En él se jugarán varios partidos del próximo Mundobasket; acabamos de saber que la selección de EE UU jugará en el Gran Canaria Arena, ese es el nombre que le fueron a poner, un amistoso contra Eslovenia.
No hay cifras claras sobre cuánto nos va a costar tanto relumbre baloncestístico, pero los de siempre están privados porque dicen que esto es una «inversión», seguramente por aquello de la promoción exterior. Tampoco hay cifras claras que lo respalden.
Estamos en un país con la mayor tasa de paro de la UE, un país en el que casi un tercio de los niños vive en la pobreza, un drama humano e incluso un despilfarro ingente de recursos y riqueza, para los que sólo entienden un lenguaje economicista. Un país que es una potencia turística mundial, una máquina de hacer dinero y un máquina de hacer pobres. Para eso es para lo que nos esta sirviendo la promoción exterior.
Es la diferencia entre ser y aparentar. Si queremos ser, primero tenemos que afrontar los problemas estructurales que nos empobrecen en un país rico. Pero más que ser, parece que preferimos aparentar, esconder la mierda en el altillo y darnos aires delante de las visitas.
Pero el vendehumos no engaña a nadie, más que a sí mismo.