Y seguimos con la televisión canaria. Recordarán que a principios de mayo publicábamos una entrada en defensa del habla canaria y contra el programa de humor En Clave de Ja, en la que criticábamos la burla y ridiculización de nuestra forma de hablar que se hace en una sección de ese programa. Poco después creamos en la red Facebook un grupo de protesta mediante el cual canalizar nuestras críticas, y en el que se propuso a los miembros escribir a los creadores de En Clave de Ja mostrando nuestra repulsa.
Los responsables del programa han tenido a bien contestarnos, cosa que agradecemos. Por su interés, y para que cada uno pueda sacar sus conclusiones, publicamos a continuación las explicaciones que nos da En Clave de Ja, seguidas de la respuesta de Tamaimos, en lo que ojalá sea el inicio de un diálogo del que todos salgamos ganando:
Estimados Sergio, Rodrigo Pérez, Rodolfo Rodríguez, “Mafaska”, Iván y José Miguel:
Permítannos que les contestemos a todos juntos, ya que sus respectivas cartas han llegado más o menos al mismo tiempo y tienen contenidos similares.
El motivo de que ahora nos estemos escribiendo, parece ser el “diccionario peninsular-canario, canario-peninsular” que hace uno de nuestros personajes y que ustedes rechazan y les parece, de modo general, que denigra la lengua canaria.
Déjenme hacer una serie de puntualizaciones antes de responder directamente a sus requerimientos:
1) Carmela, que es el personaje que hace el citado diccionario, es un personaje que nace hace ocho años. El diccionario canario-peninsular solo tiene tres años.
2) El personaje de Carmela nació hace ocho años con la idea de recoger los errores más frecuentes que se cometen en el castellano. Esto conecta con una tradición del humor vinculada al lenguaje, y para la que nos basamos en autores como Alex Grijelmo, Lázaro Carreter, Pancracio Celdrán, Jesús Masanza, y muchos otros que, en diversas publicaciones, recogieron algunos de los errores más frecuentes en el castellano actual. Muchos de estos errores se basan en desconocimiento, en simples dislexias o, sencillamente, en el uso poco habitual de determinados vocablos.
3) La estrategia de jugar con las palabras mal utilizadas en el castellano, NO SE REFERÍA A CANARIAS SINO A TODO EL TERRITORIO NACIONAL. De hecho, la bibliografía en las que nos basamos eran recopilaciones hechas por toda España (la tradición surge en Cataluña, dicho sea de paso, y los primeros libros recogen, sobre todo, errores de políticos).
4) La idea de sacar un diccionario “canario-peninsular”, surgió después (HACE TRES AÑOS, APROXIMADAMENTE). Pero la estrategia de humor utilizada con el diccionario fue otra: SIMPLEMENTE RECOGER LITERALMENTE ALGUNAS DEFINICIONES QUE ENCONTRAMOS EN LOS DICCIONARIO CANARIOS QUE YA ESTAN PUBLICADOS. En otras palabras, lo único que hace el personaje de Carmela es recoger LITERALMENTE las definiciones que se encuentran en los diccionarios publicados (Vg. Sacapuntas: Afilador). Los autores en los que nos basamos, entre otros, son J. Agustín Rixo (voces, frases y proverbios de nuestras Islas Canarias…), Jose Luis Concepción (diccionario canario de la lengua, diccionario español canario-básico), Cristóbal Corrales (El diccionario diferencial del Español en Canarias), y muchos otros.
5) Hace varios meses que el personaje de Carmela no sale en pantalla. Hubo un tiempo que salía todas las semanas (hace uno o dos años aproximadamente). En esta temporada televisiva que va de Septiembre de 2009 a Julio de 2010 puede que haya salido en dos o tres ocasiones (el programa se emite cada domingo). Por otra parte, el diccionario dura unos cuatro o cinco minutos sobre dos horas de emisión.
6) En las más de 40 semanas restantes y en el resto del tiempo que no está el diccionario, lo que hacemos cada domingo durante dos horas de emisión es poner en pie “historias” sobre un escenario, con personajes que intentan reflejar la realidad canaria y que hablan como hablamos en esta tierra. No solamente no hacemos burla de las expresiones canarias, sino que son los mimbres que nos hacen creíbles frente a la audiencia, son nuestra seña de identidad y es lo que nos caracteriza frente al resto de oferta televisiva: ésta es, probablemente la primera experiencia dramática en la que, semanalmente, unos personajes cuentan sus historias y hablan como se habla cotidianamente en Canarias. Ese trabajo nos ha llevado a ser el programa de más audiencia de Canarias, por encima de cualquier otro programa hecho en la península.
7) Pero el éxito no solo se debe a que hablemos canario, sino al talento, a la falta de prejuicios, a la confianza de que aquí, no solo en televisión sino en cualquier ámbito, podemos hacer cosas de tanta calidad como se hacen en cualquier lugar del mundo. Hasta el momento, más de 200.000 espectadores de media cada domingo nos animan a seguir trabajando.
Una vez pormenorizado lo anterior, creo que la duda (y el rechazo) de ustedes viene de la risa del público que nos ve. ¿Por qué cuando damos una definición literal, que cualquiera puede encontrar en un diccionario canario, la gente ríe…?
Bueno, ésa es la base del teatro: la gente le alegra reencontrarse con lo conocido y le agrada ver sobre un escenario lo que sucede en la calle. Desde Aristóteles el teatro se entiende como “espejo de la realidad”.
Del mismo modo que un niño sonríe al encontrarse un cara familiar, o cualquier persona sonríe satisfecho al volver a probar la comida de su madre o de su abuela, el público ríe y aplaude al reencontrarse (en un medio tradicionalmente colonizado por el castellano oficial) el lenguaje de la calle, el lenguaje que hablan y hablamos todos los canarios. Esa es la esencia del humor que practicamos en el diccionario canario- peninsular. No hay burla, ni mucho menos; no hay ridiculización, solo hay el deseo de servir de canal a una justa aspiración: la de ver reflejada en los medios de comunicación las peculiaridades de un habla mucho tiempo reprimida y postergada. Nuestro diccionario intenta, humildemente, servir de catarsis a la frustración de un pueblo que nunca ha escuchado, en un medio de comunicación, oír hablar como se habla a su alrededor (ver Freud y” El chiste y su relación con el inconsciente”).
De cualquier modo, como dije antes, el tiempo en que el diccionario de Carmela aparecía todas las semanas ya ha pasado. Ahora casi no sale y, probablemente, desaparezca dentro de nada. Para nosotros es una lástima, porque creemos que contribuía a reforzar nuestra identidad e, indirectamente, nuestra autoestima.
De todas formas, quedamos a su disposición para cualquier bibliografía o referencia o simple reflexión que puedan proponernos y que puedan inducirnos a pensar lo contrario. Hoy por hoy, nuestro trabajo está basado en los argumentos que les he expuesto.
Reciban un cordial saludo.
Respuesta de Tamaimos:
Estimados responsables del Departamento de Admon:
Antes de nada, les agradezco su respuesta y aprecio mucho que se hayan tomado el tiempo de contestar de forma tan pormenorizada. Sinceramente lo digo. Me alegra que hayamos abierto un canal de diálogo, entre otras cosas porque resulta evidente que hace falta seguir hablando y que hay muchos puntos que necesitan aclaración. Creo que todos podemos salir ganando de un intercambio de opiniones.
Si me lo permiten, paso a señalar las inconsistencias de su argumentación:
Dicen ustedes que el personaje de Carmela nace de la idea de recoger los errores más frecuentes en castellano, y citan a autores como Álex Grijelmo y Lázaro Carreter, entre otros. De este útlimo recuerdo su serie «El dardo en la palabra», en la que analizaba y criticaba con humor errores del lenguaje, muy a menudo recogidos en prensa y televisión, tales como (tiro de memoria) la invención de la conjunción «y/o», el uso insistente de la incorrecta muletilla «a nivel de», el uso transitivado del verbo informar («informar que» en lugar de «informar de que») o el mal uso de las formas nominales del verbo donde el idioma requiere una forma flexiva, algo tan de moda últimamente («felicitar a los asistentes…» en lugar de, por ejemplo «felicito a los asistentes…»). Este es el nivel en que se movía Lázaro Carreter, y no andan muy lejos los otros autores que ustedes citan.
Sin embargo, su personaje Carmela suelta perlas como «sodilaria» por solidaria, «conejo canario» por consejo canario o «coñocimiento» por conocimiento. Personalmente no recuerdo nunca haber oído a nadie decir «coñocimiento» por error, y dudo también que estos ejemplos, sacados de su programa, se puedan calificar de errores frecuentes en castellano. ¿Qué fuente lo atestigua? Convendrán conmigo, además, en que se mueven ustedes en un nivel bastante distinto del de Lázaro Carrreter y otros. No veo por tanto cómo los citan como fuente.
Tampoco se sostiene que el jugar con palabras mal utilizadas no se refiera a Canarias, sino a todo el territorio nacional, como dicen ustedes. Da la casualidad de que Carmela, la que hace el papel de ignorante que no sabe hablar, es precisamente la que hace de canaria en la sección, la que supuestamente habla canario, la que aporta nuestro léxico a las preguntas de Eloísa. O sea, en pantalla aparece claramente identificado «la que no sabe hablar»=»la que habla canario», eso es lo que ve el telespectador.
En ese sentido, tampoco es correcto que «lo único que hace el personaje de Carmela es recoger literalmente las definiciones que se encuentran en los diccionarios publicados». En absoluto. Quien pone las definiciones (por cierto, en un habla canaria totalmente normal, natural, nuestra, y perfectamente correcta) es Eloísa, la otra actriz. Lo que hace Carmela es trafullar casi cada palabra que dice y actuar como una enterada, una fachentosa que, a pesar de dárselas, es una ignorante. Eso es lo que a tanta gente le hace gracia. Lo que no es de recibo es que ese personaje, el que se da aires aunque mete la pata cada dos por tres, sea el que habla canario. O sea, «la que no sabe hablar»=»la que habla canario».
Pero hay más. No sé en qué diccionario encontrarían la «definición»: «¿podría apartarse un poco?», no creo que aparezca en la bibiografía que citan. Según ustedes, eso un canario lo diría tal que «¡chacha, quítate pa llá!». Vamos, que los canarios somos malcriados y confianzudos por naturaleza. Y eso que no tienen ustedes ánimo de burla. Pues menos mal.
En varias ocasiones señalan que el «diccionario canario-peninsular» sólo tiene tres años, y dicen también que es sólo una pequeña parte del programa. No termino de comprender. Si lo dicen como eximente, considero que un solo programa de pocos minutos con burlas como las que cito basta y sobra para plantear una queja y expresar enérgico rechazo. Además, la crítica que hago va dirigida a la sección del diccionario, no hago referencia al resto del programa.
Dicen ustedes reflejar, además, el lenguaje que hablamos todos los canarios. Y se equivocan. Todos los canarios no hablan como los personajes de su programa. La variedad canaria, como todas, tiene varios registros, desde los más cultos a los más chabacanos. Creo que ustedes abusan de estos últimos, y al parecer los confunden con «hablar canario», en una equivocación por desgracia bastante extendida. Pero es que sin irnos a registros altos, en registros populares, coloquiales, ya encontramos un habla canaria que no se parece a mucho de lo que ustedes hacen. Ni mis amigos hablan así, ni habla así mi familia, de clase trabajadora, emigrada del campo a la ciudad, de las barriadas de Las Palmas, orgullosa de su forma de expresarse y de su léxico autóctono.
Yo no les niego en absoluto su talento, ni a ustedes ni a nadie. No albergo la menor duda de que en Canarias se puede hacer cualquier cosa con la misma o mayor calidad que en otros lugares. Tampoco tengo por qué dudar de su buena intención con su programa. Pero como creo haber expuesto claramente, van ustedes por el camino equivocado.
Sí tengo bibliografía que proponerles. Nada que objetar a los diccionarios que mencionan, sólo que un diccionario no es una obra indicada para la reflexión, sino para la referencia.
Les recomiendo encarecidamente que lean En defensa del habla canaria, del catedrático Marcial Morera, especiamente el capítulo dedicado al habla canaria en los medios. Otra lectura muy indicada es El habla, del mismo autor. El propio Morera tiene un imprescindible Diccionario histórico-etimológico que seguramente también les interesará.
Como decía, espero que podamos seguir dialogando, sinceramente creo que sería un acierto por ambas partes
Un cordial saludo