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Josemi Martín
¿Qué es la patria/matria? Belén Doreste Lajalada y Julia González respondieron el pasado 30 de mayo a esa pregunta con un acierto infinitamente mayor que la edulcorada y vacía campaña institucional del Gobierno de Canarias. Dedicado a mis amigos y amigas de la Asociación Númidas.
Pasó otro 30 de mayo y se le queda a uno el mismo regusto a institucionalidad cansina que las múltiples celebraciones populares contribuyen en cierto modo a mitigar. Quiero, a vuelapluma, dejar por aquí algunos de los detalles que más me han llamado la atención acerca de un día que han querido convertir en un mes pero que cada vez tiene menos contenido del que sería absolutamente imprescindible en nuestro país canario.
Para empezar, la campaña oficial “Orgullo de quienes somos” abundó en la habitual vaciedad de ideas o contenidos. Era, en esencia, una campaña turística porque en Canarias el turismo lo coloniza todo, también las mentes. Para los publicistas y los políticos que aprueban estas campañas somos básicamente fotos de paisajes bonitos con filtros. Ni rastro de los verdaderos motivos que podrían y deberían inspirar un verdadero orgullo colectivo de lo que es este pueblo canario. Por si alguno me está leyendo, podrían haber puesto como ejemplo la enorme cantidad de ejemplos de solidaridad que canarios y canarias de las ocho islas dan día a día: arrojándose literalmente al agua a salvar vidas pero también acogiendo a menores en sus casas, dándoles una esperanza de un futuro digno. O, por citar otro ejemplo, la creciente conciencia de que Canarias no se vende, se ama y se defiende. Pero seguramente no están preparados para esta conversación…
No puedo dejar de comentar lo tremendamente surrealista que es el que una fiesta laica y civil como es el 30 de mayo encuentre acomodo en una iglesia en el centro de Madrid, donde se realiza una ofrenda a la bandera. Semejante pastiche no debiera desmerecer las innegables ganas de tanta gente compatriota por celebrar su día en la capital de la metrópoli pero no me negarán que el asunto se las trae. Y en hablando de banderas, Primero Canarias, que insiste hasta la exasperación en que son nacionalistas, no como otros, perdió una excelente oportunidad para usar nuestra bandera nacional en la imagen que difundieron por redes por el Día de Canarias. Usaron la bandera autonómica porque son –al igual CC y NC usen la bandera que usen– una fuerza autonomista. Y un agregado de fuerzas municipalistas. Se dice y no pasa nada.
Siempre buscando la aprobación externa de la madrastra maltratadora, el Gobierno de Canarias organizó una luchada en Madrid con cenizas del Tajogaite. Resultan sonrojantes estos intentos de lograr el cariño y el amor de quien te ignora. No descartemos que el año que viene –así actúan los niños cuando buscan desesperadamente llamar la atención– se programe la primera pega de vela latina en el Manzanares, aprovechando su renaturalización. ¡Tumba, Morales! Afortunadamente, la diáspora canaria en tantísimos lugares supo encontrar otras formas de celebración que no pasen por la búsqueda mendicante del elogio ajeno.
El acto institucional tuvo en su parte musical el brillo que debe tener. El espectáculo, sabiamente ideado y dirigido por Mario Vega y Julio Tejera, resultó una celebración de las canariedades pasadas, presentes y futuras que hibridó hábilmente la percusión tradicional canaria con los sonidos electrónicos, cuerdas varias con el timple como protagonista y el soberbio órgano del Auditorio Alfredo Kraus. La inclusión del recitado de poemas de Pino Ojeda, Macarena Nieves, Isabel Medina, Chona Madera, María Padrón y Manuela Suárez, junto con la mayoritaria presencia femenina en el escenario resultó todo un acierto sonoro y visual. Se entreveraba el baile contemporáneo y urbano con imágenes que, al contrario que la campaña institucional, no sólo eran paisajes bonitos sino gente, pueblo, esa “parte amasada y dolorida” que dijera Braulio, que es nuestro pueblo canario actual.
Dejo para el final el trabajo de Belén Doreste Lajalada y Julia González. Su valía musical ya estaba fuera de toda duda para quienes hemos seguido su evolución en los últimos años. Lo que sucedió el pasado 30 de mayo fue la demostración más evidente de que la canariedad sigue viva, latente también en nuestra gente más joven, que la asume y la reinterpreta para devolverla renovada y siempre fecunda. Igual que empastan esas dos bellas voces, así deben empastar el legado de tantos y tantas con la tarea cotidiana por construir otra Canarias mejor en la escuela, en el barrio, en los colectivos sociales y culturales, en los centros de trabajo…
Porque Nicolás Estévanez también hubiera cantado con estas dos mujeres canarias, talentosas y empoderadas, que la patria (acaso la matria) no es sólo «de un almendro la dulce, fresca e inolvidable sombra», sino también y sobre todo «quien tiende la mano al caminante», para intentar rescatarlo del agua al borde de un muelle, donde nuestro pueblo demuestra sin aspavientos, ante tantos olvidos, en qué consiste verdaderamente el orgullo de quienes somos.