
Por gentileza de su autor, Salvador Sánchez Borito, reproducimos a continuación este artículo sobre aquel gran artista canario que, aun trasterrado, siempre fue fiel a su tradición cultural isleña. Borito, amigo personal de Julio Viera, ha sido propuesto por la Fundación Canaria Tamaimos como Premio Canarias de Deportes 2025.
Gran Canaria, pese a sus reducidas dimensiones geográficas insulares, es terri- torio atlántico fértil en artistas universales, de todas las disciplinas, incluidos tanto en las Bellas Artes clásicas como en las más recientes. Entre la pléyade de los re- nombrados destacó brillantemente Julio Viera, titular de singladura orbital iniciada en la industria minera de Bélgica, como emigrante a la busca (1957) de más amplios horizontes, continuada a lo largo y ancho del universo: París, Berlín, Moscú, Roma, Venecia…
Como consecuencia de haber vivido, durante muchos años, en el extrarradio marinero de San Cristóbal (Las Palmas de Gran Canaria), con harta frecuencia figuran en sus obras el mar, el castillo, el barco, voladores en ciertas ocasiones, la playa, el espacio azul y nítido, las olas entre alborotadoras y adormecedoras, así como inspiradoras de futuras aventuras de su ciclo vital, desgraciadamente fenecido en agosto de 2023, captado por el rumor constante e invitador paralelo con su mente privilegiada siempre en ebullición.
La figura femenina, esbelta, también ocupa espacios, circunstancialmente, insinuada, en ocasiones, con un simple esbozo, otras veces, elevada al estrellato de las formas sugerentes, atractivas. Podría afirmar que era artista versátil: dibu- jante, pintor, poeta, compositor, diseñador de joyas, tañedor de instrumento musical al que acompañaba con su voz. Complemento a lo expuesto cabe dejar constancia de sus obras litera- rias publicadas: La mosca de la paz, El genialísimo de la lámpara maravillosa, La resurrección del gato, El tirachinas, Europanza, El tataranieto de Don Quijote, en las que abunda el humor, la crítica, la ironía, la sugerencia. Todas ellas autoilustradas. Nunca olvidaré, porque viene al caso, su colaboración amplia y desinteresada, totalmente, en varias de mis publicaciones. En una ocasión llegó a preguntarme: ¿No quieres más?
Residió en Palma de Mallorca los últimos cuarenta años de su vida, pero sin perder la conexión con su isla natal, Gran Canaria, por medio de amigos que aguardaban, ansiosos, contemplar, algún día, exposición magna organizada por instituciones locales para satisfacción de canarios, admiración de foráneos, así como homenaje al artista prolífico con más de seis décadas en su haber.
Sus trazos dibujísticos certeros, aparentemente simples, captaron a la perfección los rastros fisonómicos, físicos, y diría que hasta psíquicos, de personajes canarios, inmortalizados en sus publicaciones, sin olvidar a los internacionales: Leonardo da Vinci, Kandinsky, Manuel de Falla, Dalí, Picasso, Miguel Ángel, Miró… Amigos en la distancia, nunca perdimos el contacto, epistolar-telefónico, aunque él era bastante parsimonioso en ambos cometidos.
No puedo olvidar que con motivo de viaje a Palma de Mallorca, acompañado de mi esposa, le visitamos en su domicilio y charlamos distendidamente. Al final del ameno diálogo, tuvo la amabilidad de invitarnos a un almuerzo en restaurante, próximo a su domicilio, del que era cliente habitual. Conservo documentos fotográficos, captados en el momento, uno de los cuales inserté en mi libro Interpretaciones (2014), imagen captada por mi esposa. De la citada publicación reproduzco el párrafo siguiente: «Cuadros y cuadros, apilados o en su mente, fantasía desbordante, originalidad, colorido, inconfundible identidad antes, ahora, siempre”.
Por otra parte, la prensa tinerfeña le publicó, en su día, varias y amplias colaboraciones, algunas de las cuales conservo junto a su correspondencia. En la última carta (02-08- 2023) me preguntaba sobre la realidad o ficción de la próxima exposición, de su obra pictórica, asumida por institución de Gran Canaria. Si bien figura pobre placa metálica, con su identidad, en sector urbano, Tamaraceite, distante del centro capitalino, muchas personas creemos que es acreedor a distinción pública, en este caso «post mortem», del más elevado rango acorde a su recorrido universal. ¿La veremos?
En la trasera de la casa que habitó, antes de emigrar (Paseo de San Cristóbal) instalaron miniplaca recordatoria de su valía, acto en el que tuve la oportunidad de estar presente ante un reducido público desacorde a sus merecimientos.
Todavía recuerdo su irrupción aquel diez de febrero de 1957, en el terrero del «Campo España», ataviado de luchador y dispuesto a realizar, con tinta de calamar, el retrato de algún espectador. Fui el elegido y posé cubriéndome amplio sombrero de paja para evitar los intensos rayos solares. Como colofón a esta ligera semblanza, elijo unas cuantas frases de sus originales Pensamientos y Pensamientas: “San Marcos es el santo de los pintores. ¡Qué sublime y maravillosa acuarela es Venecia!” “Con sus «arpilleras», Manolo Millares nunca echó el arte en saco roto”. “Las pinturas de Sorolla hay que verlas con gafas de sol”. “¡Qué esculturas sustanciosas hubiera creado Henry Moore con queso Gruyere!” “Me considero un luchador canario con energía ecuménica”.