Este artículo apareció publicado en la edición impresa de la Revista El Bucio, nº4. Este número será presentado oficialmente el próximo jueves, 23 de enero, a las 18:30 en la Biblioteca Pública del Estado, en Las Palmas de Gran Canaria. Dicha presentación será enmarcada en la conversación «Acerca del bienestar y el malestar social en Canarias» entre Emma Colau, directora del Observatorio de Derechos Sociales de Canarias y Lautaro Russo, co-portavoz de Canarias Palante en Gran Canaria y miembro del Observatorio Social Canario.
Hace unos años tuve que dar clases en la universidad de mayores de Las Palmas de Gran Canaria, en el llamado diploma de peritia et doctrina; y tocaba hablar de inmigración. Justo el año anterior había llevado a cabo un proyecto de interculturalidad en dos barrios de Las Palmas de Gran Canaria, en cuyo marco hicimos un pequeño vídeo aplicando una nueva forma de comunicar sobre las personas de origen inmigrante que residen en la ciudad. En el vídeo se mostraba lo que distintas comunidades etno-nacionales aportaban a la población autóctona: la comunidad hindú y sus generosas ofrendas a la Virgen del Pino; la comunidad china, que ha contribuido a crear puestos de trabajo entre personas locales; la comunidad japonesa, su contribución a la cabalgata del Carnaval y la difusión de sus danzas tradicionales; la comunidad cubana y sus locales donde degustar su gastronomía; y la comunidad coreana, de la que forma parte un matrimonio que ostentó un comedor social en La Isleta hasta hace solo unos años. Eran ejemplos positivos donde los testimonios se realizaban en primera persona por sujetos con nombre y voz propia. Cuál no fue mi sorpresa cuando en la clase se juzgó estos ejemplos como excepciones idealizadas de una realidad completamente diferente, y así acabaron adentrándose en los lugares comunes del tema: “nos quitan el trabajo”, “nos roban”, “se quedan con las ayudas que no le dan a la población canaria”, etc. Mi objetivo era que comprendieran que en nuestra sociedad actual se puede haber nacido en Canarias, ser musulmana, llevar hiyab, hablar con acento canario y llevar una vida como cualquier otra persona de familia autóctona. Que entendieran que la identidad ya no está anclada únicamente al territorio, sino que es mucho más compleja e híbrida. Pero no hubo manera de que mis intentos pedagógicos surtieran efecto en aquellas mentes maduras. No fui capaz de conmoverles ni de mover sus esquemas mentales, estaba claro que el discurso antiinmigración había calado hondo y era bastante difícil sustituirlos por otra visión más objetiva o contrastada con la realidad.
Esta anécdota con la que comienzo este artículo sucedió por el año 2018, cuando empezaron a aumentar las llegadas de personas inmigrantes por vía marítima, después de años donde se habían registrado muy pocas. Por tanto, en aquel momento gozábamos de un descanso mediático del tema. Lo que quería ilustrar con ello es cómo los discursos antiinmigración están incrustados en el imaginario social canario actual. De hecho, cada acontecimiento (o crisis migratoria, como las llaman) solo ha venido a intensificar esta tendencia que, cada vez con mayor éxito, está sirviendo para sumar votos a los grupos políticos más a la derecha del espectro ideológico. Sin ir más lejos, el hacinamiento de miles de migrantes en el Puerto de Arguineguín en plena pandemia de COVID generó manifestaciones antiinmigración espoleadas por partidos como VOX, cuyo aumento de votos en las elecciones municipales de 2023 dio buena cuenta de ello.
Este año se cumplen tres décadas desde que Canarias se convirtiera en destino migratorio, estableciéndose como la frontera sur de acceso a Europa por vía marítima desde el continente africano. Hasta la segunda mitad de los años noventa, la principal procedencia migratoria en Canarias era de personas peninsulares y otros países europeos. Sin embargo, con la intensificación del patrón migratorio se diversificaron las procedencias, aumentando los orígenes no comunitarios (Godenau, 2011). A partir de aquel año de 1994, en el que llega la primera patera a Canarias, las llegadas fueron oscilando, aumentando significativamente en los primeros años del siglo XXI hasta alcanzar, en 2006, el pico de más de 31.000 personas, según FRONTEX. Fue la llamada “crisis de los cayucos”. Se consolidaba así la ruta canaria o ruta atlántica, la más mortífera de las que acceden a la Unión Europea. De hecho, en lo que va de 2024 han perdido la vida en esta ruta unas 4.808 personas, que representan el 95% del total de quienes intentaban llegar a las costas españolas, según datos de la ONG Caminando Fronteras.
En los años posteriores a 2006 las llegadas sufrieron un drástico descenso debido, sobre todo, a los acuerdos con países como Mauritania y Marruecos para establecer vigilancia conjunta en las costas, además de los ya existentes en materia de deportaciones1. En aquellos años, entre quienes llegaban se encontraba una mayoría de origen maliense que escapaba del conflicto bélico, especialmente en 2009. De resto, la nacionalidad que más se repetía era la marroquí. Siguieron años de pocas llegadas hasta que se reactivó la ruta canaria a finales de 2019. Las llegadas se mantuvieron los siguientes años hasta alcanzar la cifra de más de 39.000 personas en 2023. En total, desde 2020 a 2023 han llegado a Canarias en torno a unas 100.000 personas (FRONTEX). En cuanto a las nacionalidades, en 2023 encontramos, sobre todo, personas de Senegal, Marruecos, Mali, Gambia y Costa de Marfil, en ese orden.
En estos últimos años, por tanto, hemos asistido a un mayor peso de la ruta canaria en contraste con el descenso sufrido por otras rutas de acceso desde África hacia Europa. Las causas son variadas, pero todo apunta, según Buraschi y Godenau (2020), a un aumento de las restricciones en las rutas mediterráneas (a lo que se suman los recientes acuerdos entre Italia con Túnez, Libia y Albania), menor en la canaria; causas en el origen (inestabilidad política y económica -Mali, Senegal, Burkina Faso-); una “causación acumulativa” que se relaciona con la información que circula entre las redes personales ya establecidas en destino con sus redes en origen; así como un menor porcentaje de devoluciones. Lo cierto es que la firma de acuerdos bilaterales entre España y algunos países africanos, tanto para vigilancia como de cooperación, tras el repunte de los años 2019 y 2020, no parece haber conseguido su objetivo.
No obstante, si miramos el mapa de las nacionalidades residentes en Canarias, vemos que, del 13,2% de personas extranjeras que viven en las Islas, según datos del padrón municipal de 2022, la mayoría sigue siendo de origen comunitario (un 58,2%). Entre las nacionalidades europeas, la italiana ocupa el primer puesto seguida de las que siempre han predominado en el Archipiélago: la inglesa y alemana. El 24,8% corresponde a procedencias de América del Sur, en concreto la venezolana, colombiana y cubana. En tercer lugar, encontramos personas africanas, que representan un 10,4% del total de población extranjera, cuyos orígenes más frecuentes son Marruecos, Senegal y Mauritania. Finalmente, hay un 6,6% de origen asiático, con predominio de China, Filipinas e India. Los porcentajes podrían haber cambiado ligeramente desde que se recogieron las primeras estadísticas hasta el presente (no hay datos definitivos más actuales). Sin embargo, la variación no debe de ser significativa teniendo en cuenta que, según fuentes del Ministerio del Interior, solo el 30% de las personas que llegan a Canarias por vía marítima se queda en las Islas. Si bien aquí hablamos de personas con nacionalidad diferente a la española, no estamos haciendo referencia a personas de origen inmigrante nacidas en otros países, pero nacionalizadas (dicho porcentaje es mayor al referido a la población extranjera). Y sí se contempla en este dato, por el contrario, y de manera paradójica, a descendientes de personas extranjeras nacidas en Canarias.
Con estos datos la cuestión a plantear es por qué si las personas residentes en Canarias que llegan por vía marítima son una minoría se considera tan problemática la inmigración. Dicho de otro modo, por qué si aquellas personas percibidas como inmigrantes (de origen africano, especialmente) son una minoría en la sociedad canaria, se ha llegado a problematizar tanto su llegada hasta el punto de que, en el avance de resultados del barómetro del CIS de septiembre de 2024, para el 30,4% de la población española la inmigración era el principal problema.
Lo cierto es que la inmigración se percibe como un problema desde dos puntos de vista antagónicos. Por un lado, porque la falta de vías legales y seguras de acceso a Europa; la externalización de las fronteras a terceros países donde no se garantizan los derechos de las personas deportadas; la falta de protocolos estables y garantistas de acogida; así como una cada vez mayor securitización de las políticas europeas de inmigración y asilo están generando no solo la muerte de miles de personas en las rutas marítimas, sino también la vulneración de sus derechos. Por otro lado, porque se ha mostrado cómo la inmigración es percibida como un problema por quienes la ven como una amenaza a la cultura, la seguridad y los recursos públicos2.
Tradicionalmente, y de manera muy generalista, quienes perciben la inmigración como un problema en el supuesto de amenaza suelen ser personas de derechas (muestra de ello el barómetro del CIS mencionado anteriormente). Sin embargo, todos estos acontecimientos acaecidos en Canarias desde 2006; el sensacionalismo de los medios de comunicación; los fuertes discursos antiinmigración de los partidos de ultraderecha de reciente aparición; y la falta o mala intervención de las instituciones públicas al respecto, sobre todo, en los últimos años, le están dando la vuelta a esta tendencia. Es más, en el estudio realizado desde el Observatorio de la Inmigración de Tenerife (OBITen) sobre la percepción de la inmigración en esa isla (Buraschi y Godenau, 2020), una de las conclusiones principales versó sobre cómo las nuevas formas de racismo buscan legitimación entre personas tradicionalmente de izquierdas. Es decir, ya no hay una correlación tan clara entre ideología y racismo, pues las estrategias discursivas actuales han cambiado y se presentan bajo la sutil forma de “racismo democrático”3 amparándose en la amenaza a los valores democráticos y la libertad (Buraschi y Aguilar-Idáñez, 2023).
Esto es algo que se experimentó en Canarias con la llegada de personas migrantes en plena pandemia y la improvisación de centros de acogida en diferentes localizaciones, en especial de menores migrantes. La mala gestión sobrevenida por la inmediatez desembocó en el malestar vecinal de esos barrios donde se les ubicaba. De hecho, muchos de estos menores acabaron en la calle sin muchas alternativas. Algo parecido a lo que sucede cuando estos menores llegan a la mayoría de edad, dado que hay escasos recursos para garantizar su acogida en la edad adulta y faltan itinerarios de formación e inserción laboral adecuados y efectivos. Actualmente, en Canarias hay algo más de 5.000 menores migrantes que llegaron solos en centros de acogida, superando en casi un millar la capacidad de los centros habilitados para este fin. Precisamente, recientemente los partidos de derechas tumbaron la modificación de la Ley española de Extranjería para regular el reparto entre todo el territorio estatal y Canarias enfrenta ahora mismo una presión sin precedentes ante la incapacidad de gestionar esta acogida sin ayuda.
Dicha situación solo agrava la vulneración de los derechos de las personas que entran de manera irregular a Canarias, ya que no se pueden garantizar los derechos fundamentales que les asisten según la ley de enjuiciamiento criminal. Esto varía, no obstante, según el momento de llegada, la Isla a la que se llegue y los recursos disponibles. Pero, básicamente, en la práctica, estas personas no cuentan con una interpretación en su idioma para que se les explique tanto el motivo de su detención en un Centro de Atención Temporal a Personas Extranjeras (CATE), como el contenido del acuerdo de devolucióno la asistencia letrada. Es decir, la carencia derecursos humanos de interpretación dificulta que se puedan garantizar sus derechos fundamentales: el derecho a la asistencia letrada de calidad (a entenderla); el derecho a conocer el contenido íntegro de la detención; y el derecho a conocer la posibilidad de acceder al procedimiento de asilo4.
En resumidas cuentas, la inmigración es un fenómeno complejo que implica una serie de problemáticas que deben ser bien abordadas hoy para evitar problemas futuros. La situación es complicada sin que el Estado asuma sus competencias y despliegue los recursos adecuados en Canarias para gestionar la acogida de migrantes en general y la tutela de menores de edad que llegan solos, en particular. Por otro lado, Canarias ya cuenta con una experiencia que le debiera haber valido para estar mejor preparada para las llegadas por vía marítima, garantizando una adecuada acogida. El Archipiélago tenía que haber integrado políticas educativas para prevenir el racismo y favorecer la integración de la diversidad cultural en las aulas, la sociedad y en el imaginario colectivo. El resultado de la incompetencia de las instituciones, sean regidas por partidos de un lado u otro, irá en detrimento, precisamente, de valores democráticos como la garantía de derechos, la igualdad, la tolerancia, la interculturalidad o la diversidad. De ahí que la mejora de la gestión del fenómeno migratorio y de la diversidad cultural se haya vuelto una cuestión urgente para evitar el éxito de los mensajes racistas de la ultraderecha y de otros partidos que se han subido al mismo carro en provecho del descontento social. Quizás estaría bien plantearnos, después de treinta años, dejar de ir a la deriva.
Nasara Cabrera Abú es Doctora en Sociología por la Universidad de La Laguna. Máster en Estudios feministas, políticas públicas y violencia de género y experta en gestión de proyectos de cooperación al desarrollo. Ha trabajado como investigadora en múltiples estudios, como cooperante internacional y mediadora intercultural. Forma parte del comité científico del Observatorio de la Inmigración de Tenerife (OBITen).
- Acuerdos que también mantiene con Argelia y Guinea Bissau en el contexto africano.
↩︎ - Sobre la percepción de la población canaria sobre la inmigración véase el estudio realizado por OBITen, “La percepción de la inmigración en Tenerife” disponible en www.obiten.com.
↩︎ - Para entender mejor este concepto y verlo aplicado a los discursos esbozados en dos manifestaciones antiinmigración en Canarias véase el artículo “Construcción discursiva de fronteras morales en manifestaciones antinmigración” de Daniel Buraschi y María José Aguilar-Idáñez (2023). ↩︎
- Información extraída de entrevista con abogada experta en extranjería Loueila Mint.
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