Con gofio de trigo y millo
voy a amasar esta pella
y así amaso y amaso
para que quede bien buena
Copla propia, 2024
El pasado mes de julio de este año defendí ante un tribunal universitario el trabajo titulado «La pella de gofio», que se enmarca dentro de la especialidad de Dibujo del Máster de Formación del Profesorado de Educación Secundaria, (ULL). Poco más tengo que contar de una forma tan específica, pues si algo caracteriza mi forma de crear y reflexionar es un anhelo personal por alejarme de esas fronteras rígidas que impone el acto de especificar, definir y concluir. Aun así, intentaré que este breve texto sea lo más explicativo posible sin perder de vista esta cuestión que comento con total honestidad. El propio título del proyecto da fe de ello, si bien es cierto que una pella de gofio es, en definitiva, la suma de distintos ingredientes que dan lugar a una nueva forma. Sin embargo, no todas las pellas se amasan con los mismos ingredientes ni terminan adquiriendo un aspecto idéntico. En cualquier caso, estamos de acuerdo en que la que lleva pasas, miel y nueces y se sale del plato es igual de pella que la que te dan chiquitita envuelta en platina desde la carreta de una romería. Además, el propio ingrediente principal tiene una relación especial con mi propia experiencia e identidad. En Canarias utilizamos, principalmente, gofio de trigo, de millo o de mezcla en nuestra gastronomía. Si bien el trigo ya era consumido por las poblaciones precoloniales, la presencia del millo en las islas responde a los intercambios alimenticios transatlánticos que se dieron con la expansión colonial europea. La mezcla, lo impuro y lo bastardo forman parte de mi experiencia en este mundo, tanto en una dimensión de género como étnica.
A lo largo de este proyecto procuré abordar tres nociones fundamentales que consiguen vertebrar la propuesta en sí misma. Estas nociones no fueron analizadas, problematizadas ni sentidas como compartimentos estanco sino que traté de evidenciar las relaciones bilaterales que mantienen para así articular una suerte de triangulación conceptual. Los conceptos de los que hablo son la educación, el arte y la etnicidad. El arte y la educación no pueden estar ajenas a los fenómenos sociales del territorio donde se desarrollan y las aulas de nuestro archipiélago, tanto por su posición geográfica como su historia, fueron y son un territorio de idas y llegadas. En muchos centros educativos conviven estudiantes con circunstancias y orígenes de lo más distintos. En muchos casos este alumnado no encuentra su representación simbólica dentro del centro, con lo cual su experiencia académica se ve condicionada por culpa de una visión eurocentrista que además, cuando el profesorado intenta «invertir», normalmente lo que consigue es reproducir exotismos coloniales y estereotipos culturales manidos. Y, al mismo tiempo, muchas personas percibimos que en las islas aún carecemos de un contenido curricular autocentrado que conecte con el alumnado canario. Es decir, que más allá de la celebración del Día de Canarias con concursos de bizcochones y dibujos de magos y magas colocados por los pasillos del centro, hay muchísimo más que abordar. Como me veo incapaz de no atender esta imperante realidad, siento la obligación de reflexionar, aprender y crear desde esta necesidad: la de ser una arte-educadora sensible y coherente con las imágenes y representaciones presentes en el aula y, a su vez, no perder de vista la dimensión de la etnicidad en mi alumnado.
Desde una mirada arte-educadora, esta «pella de gofio» también se amasó con experiencias personales, textos autobiográficos, fotografías de mi archivo familiar, imágenes artísticas y emociones encontradas. Digamos que si bien en mis trabajos académicos previos siempre primaron la investigación narrativa y la auto-etnografía como metodologías de investigación cualitativa, en este caso decido incluir una nueva propuesta conocida como la a/r/tografía. Si bien la investigación narrativa y la auto-etnografía consiguen trascender ese binarismo clásico en investigación que separa al «objeto» y al «sujeto» de estudio, estableciendo así una dicotomía jerarquizada y que presume de una objetividad científica que, realmente, es una falacia en tanto que todos los conocimientos están condicionados de un contexto; por su parte la a/r/tografía nos plantea como precepto fundamental el sentido de partir desde lo vivencial para comprender la complejidad de una identidad docente. Hablo, de este modo, de una investigación/indagación que se vive, no que se teoriza sin más, y que por lo tanto estará inevitablemente afectada, como lo está la vida misma, por desplazamientos, giros inesperados y tránsitos que la modifiquen sustancialmente. Por este motivo, una propuesta de estas características se fundamenta más en procesos que en resultados.
De una forma totalmente consciente decidí que esta investigación basada en las artes, aun desarrollándose en un contexto universitario, no iba a cumplir a rajatabla —como ya es habitual en mis propuestas teóricas— con los esquemas convencionales académicos. Sobra decir que este enfoque también se pudo dar gracias al apoyo de mi tutor el profesor Didier Pierre Sellet. Esta decisión, por ejemplo, se materializó con la exclusión de un apartado de «conclusiones» en mi trabajo. ¿Cómo se puede dar por concluido un proceso que se conecta con tu identidad y tu propia experiencia vital? También con la propia puesta en escena durante la presentación: ataviada con mi vestimenta tradicional de campesina, amasando gofio de mezcla y cantando una copla como folía, hice sentar al tribunal en torno y no frente a mi. Esta decisión también responde al propio modelo educativo en el que baso mis propuestas, caracterizado por ser participativo y nada frontal, entre otras muchas cuestiones algo más extensas para abordar en este texto. En definitiva, sigo amasando esta pella de gofio en tanto que mi proceso de investigación y creación continúa desarrollándose pues sigo formándome como arte-educadora. Aún me quedan muchas lecturas pendientes, muchas voces expertas que escuchar y muchos errores que cometer para aprender de ellos. Pero estoy segura de que la pella quedará buenísima.