En esta entrevista, el arqueólogo y muralista majorero Derque Castellano desgrana los más recientes descubrimientos en torno a estas dos batallas contra los invasores ingleses ganadas por el pueblo majorero. Agradecemos al compañero Rumen Sosa la realización de la misma.
Rumen Sosa: En estas batallas, la victoria majorera frente a los ingleses fue contundente. ¿Cuál era el plan de los ingleses? ¿Crees que podrían haber conquistado Fuerteventura?
Derque Castellano: Según la información disponible, los corsarios tenían como objetivo principal saquear la capital de la isla, la Villa de Betancuria, en su incursión del 13 de octubre. Sin embargo, al percatarse de que estaba más lejos de lo previsto, modificaron su plan y optaron por saquear el pueblo de Tuineje, según algunos testigos. Contamos con una documentación testifical de doce vecinos pertenecientes a diferentes pueblos que participaron en la batalla del día 13.
En la segunda incursión, el 24 de noviembre, los corsarios se dirigieron directamente a Tuineje. Planteamos la posibilidad de que buscaran información sobre sus compatriotas en los eventos del 13 de octubre o, como hipótesis, incluso la posibilidad de liberarlos mostrando también un halo de soberbia y la determinación de completar lo iniciado por sus camaradas en octubre. Resulta intrigante que, a pesar de la falta de informes que confirmen el retorno de algún corsario al barco tras la Batalla de El Cuchillete , es factible que alguien regresara e hiciera de informante para la incursión del día 24 y decidieran volver a intentarlo 42 días después, repitiendo exactamente el mismo itinerario, incluso el mismo día de la semana, un jueves.
En resumen, la intención principal de los corsarios era el saqueo, centrados en incursiones fugaces donde el botín se repartía entre la tripulación y los patrocinadores del corso. En estas dos incursiones no hay indicios de una intención de conquistar la isla, dado que solo desembarcaron 50 hombres el 13 de octubre y 55 el 24 de noviembre. Se puede afirmar con rotundidad que no buscaban hacerse con el dominio de la isla. Como opinión personal, creo que, de haber sido su objetivo, habrían llevado a cabo un desembarco más significativo. Por poca información que tuvieran sobre la isla, sabían que con medio centenar de hombres no iban a conquistar una población que rondaría unas 6.000 personas, según censos posteriores a los hechos.
RS: ¿Quiénes defendieron militarmente la isla? ¿Es cierto que entre los defensores había esclavos?
DC: La defensa militar de la isla de Fuerteventura contra los corsarios ingleses estuvo a cargo de las milicias majoreras, lideradas por el teniente coronel José Sánchez Umpiérrez.
Estas humildes milicias estaban compuestas por habitantes de diferentes pueblos cercanos, como Tuineje, Tiscamanita, La Florida, Las Pocetas, Agua de Bueyes, Casillas de Morales, La Antigua y otros lugares. Según las leyes de la época, todos los varones entre 16 y 60 años debían acudir a filas cuando fuera necesario. Como excepción destaca el veterano capitán Balthasar Matheo que, con 80 años, luchó en El Cuchillete. Tenemos que pensar en un grupo no profesional de campesinos, artesanos, ganaderos, incluso esclavos o, como se les decía en aquella época, cautivos, más algunos hombres de la aristocracia con roles militares.
A pesar de su falta de entrenamiento profesional, se organizaron rápidamente para enfrentar la amenaza corsaria. Se estima que alrededor de 30 a 40 hombres, armados con palos, chuzos y rozaderas, participaron en La Batalla de El Cuchillete. Respecto al número de milicianos en la Batalla de Tamasite no está claro, pero debió de ser mucho mayor. A diferencia del 13 de octubre que les pilló de improviso la incursión corsaria, el 24 de noviembre tenían atalayeros que dieron el aviso horas antes de la llegada de los ingleses a Tuineje, lo que hizo que el número de milicianos fuera muy superior que en la primera batalla. No hubo cuartel, no hubo piedad, el 24 de noviembre no sobrevivió ni un corsario en El Llano Florido.
Sí, es cierto que entre los defensores de la isla en las batallas de El Cuchillete y Tamasite participaron esclavos. Se mencionan casos específicos de moros esclavos que tomaron parte en las contiendas. Algunos de estos esclavos tienen cierta relevancia en los relatos, como Salvador «el Cautivo», quien formó parte de los soldados de Tiscamanita bajo las órdenes del capitán Balthasar Matheo. También se mencionan esclavos como Juan Diego Nicolás, Nicolás Negrín y Vicente Padilla, que participaron en la lucha contra los corsarios. Así consta en el relato testifical de José Antonio Cabrera que los pone en el frente el día 13. “… y otros muchos (soldados), y que entraron (en batalla) un esclavo del testigo llamado Nicolás, y otro del mismo nombre del señor beneficiado don Sebastián Truxillo Dumpierre, y un moreno de Canaria llamado Vicente Padilla.” Según nuestra interpretación, Salvador y los dos Nicolás son de descendencia morisca y Vicente Padilla de origen subsahariano. Estos esclavos, de los que conocemos sus nombres, también desempeñaron un papel en la defensa de la isla, y creemos que fueron muchos más los que permanecen y permanecerán en el anonimato.
Quiero hacer mención también a Sebastián Moro, miliciano que figura en una lista de heridos. Destacamos su apellido y la posibilidad de que corresponda a los orígenes de su ascendencia, sin determinar si es cautivo o por el contrario, tal como creemos, es un hombre libre.
Recordemos que el apelativo cariñoso que tienen en Fuerteventura los pobladores de Tuineje es el de “moriscos”. Lo que hace clara referencia a la población de origen moro que existió en esa zona de la isla.
RS: Se suele hablar del papel determinante de los camellos y las armas (palos, garrotes) de los majoreros en la batalla. ¿Es cierto?
DC: Sí, es cierto. Durante la Batalla de El Cuchillete, los camellos y las armas majoreras compuestas por palos, chuzos y rozaderas, creemos que desempeñaron un papel determinante en el conflicto.
La táctica consistió en emplear camellos como barricada móvil integrada por 40 o 50 reses camellares. Esta estrategia improvisada fue clave para la victoria de los majoreros, según nos expone el propio Sánchez Umpiérrez en una misiva donde describe la batalla. Uno de los testigos, Don Pablo Gonzales Cabrera, relata en su testimonio “… sercados sobre una montañeta con trinchera de algunas reses camellares,…”. Según estos testimonios los camellos se llevaron la primera descarga de los fusiles y pistolas, y así pudieron acercarse los majoreros para iniciar el combate cuerpo a cuerpo, donde con los palos tenían ventaja. Y como reflexión sobre esta cuestión, es probable que los corsarios nunca antes hubieran visto estos animales en su vida, lo que les debió llevar a un estado de nerviosismo e incertidumbre digno de ver.
Las armas de avancarga de los corsarios solo pudieron disparar una vez antes de que los majoreros, armados con palos, chuzos y rozaderas, contrarrestaran el ataque. La batalla se caracterizó por su intensidad y brevedad, y la combinación de camellos y palos demostró ser determinante en el resultado de la Batalla de El Cuchillete. Respecto a la batalla del 24 de noviembre en Tamasite no tenemos ningún dato que nos haga plantearnos la posibilidad de que fueran usados camellos en la contienda, a excepción de las pinturas del sotabanco de la Iglesia de San Miguel, donde se representan ambas batallas en dos tablillas. En ese caso, el autor colocó camellos en ambas contiendas, lo que no sabemos si es una licencia creativa del autor o un dato que le aportaron y él representó, por lo que no se puede descartar que en la Batalla de Tamasite se hubieran usado recuas de camellos con el mismo fin que en El Cuchillete; si la estrategia había funcionado una vez, es probable que se usara una segunda.
Respecto a las armas majoreras, creemos que desempeñaron un papel crucial y determinante en el desenlace de los enfrentamientos. La destreza en el uso de los palos en sus diferentes variantes: palo chico o sorinque, palo medio y garrote o palo grande, arte heredado de las poblaciones prehispánicas, demostró ser tremendamente letal en el cuerpo a cuerpo. A pesar de que inicialmente podría pensarse que las armas blancas inglesas, como los sables de marina, superaban en eficacia a los palos, nada estaba más lejos de la realidad.
La clave radicaba en la capacidad de los majoreros para mantener a los corsarios ingleses a una distancia segura después de las descargas de las armas de fuego. Los palos permitían lanzar “puntas” a la cara o al esternón y golpear con firmeza para fracturar huesos y cráneos, marcando la diferencia en el enfrentamiento cuerpo a cuerpo. La lista de heridos y muertos de las milicias reflejaba afecciones por armas de fuego y laceraciones y amputaciones por armas blancas; pese a ello los majoreros lograban ventaja con su ancestral y mortífera arma, el palo.
RS: Tras su investigación documental y arqueológica, ¿se aclararon nuevos aspectos de estas batallas?
DC: Los trabajos de campo, financiados por la Dirección General de Patrimonio Cultural y ,en aquel momento, con Miguel Ángel Clavijo como director, el cual prospectó junto con nosotros parte del territorio del Llano Florido demostrando verdadero interés y pasión por aquellas batallas, nos permitieron localizar con mayor certeza los enclaves exactos donde tuvieron lugar sendos enfrentamientos, a través de las descripciones de los testigos en el caso de El Cuchillete y de los trabajos arqueológicos en el Llano Florido, Tamasite.
Hemos podido localizar sin lugar a las dudas el campo de batalla en El Cuchillete gracias a la reconstrucción de los hechos que realizamos en las campañas arqueológicas en 2018 y 2019 que consistieron en seguir paso a paso las descripciones de los testigos, que, aunando las diferentes declaraciones, nos dieron esta ubicación. Algunos de los testimonios más relevantes son: el del presbítero José Antonio que relató: “Al estar el enemigo en lo alto de una montañeta redonda, un poco más allá de las casas del Cuchillete” “…vio al enemigo en lo alto de una montañeta que dista de dicho Cuchillete un tiro de pistola de sinta,…”, el relato del Capitán Don Baltasar Mateo, de 80 años de edad que describió “Y, al estar el enemigo en una montañeta redonda, en lo alto de ella, … “ y el miliciano Francisco López que expuso en su declaración “visto por los enemigos, cogieron lo alto de una montañeta, en los Quemados del Cuchillete, por sobre la Ventosilla, y se pusieron en planta de guerra, formando en orden su esquadra; “
Una vez localizado el lugar de la refriega se llevaron a cabo trabajos de prospección visual y de detección de metales, con la intención de encontrar munición inglesa u otros elementos que se pudieran adscribir a la batalla, los cuales fueron infructuosos.
En El Llano Florido, en Tamasite, se llevó a cabo una labor ímproba prospectando más de 140 hectáreas de terreno, con un sistema de prospección aplicado a la arqueología de guerra basado en transectas con separación de 2 m en pasadas de este a oeste. Aquí tuvimos mejor suerte. Como suele pasar, el último día de los trabajos de campo y finalizando la jornada bajo un sol de justicia, encontramos un fragmento de vidrio. Este lo hemos podido identificar, siempre con precaución, como un pedazo de granada de mano inglesa, armas que sabemos llevaban los corsarios gracias a una descripción en una misiva de Sánchez Umpiérrez “…después de esquerzer (oscurecer) hechó los hombres, que diré, avajo, en tierra, con caja y clarín, escopetas, dos y quatro pistolas cada uno y chafarotes (sables) y algunas granadas;…” Sus características morfológicas concuerdan con estas armas estudiadas en otros yacimientos arqueológicos como el armamento de artillería del Castillo de Chinchilla (Albacete), que son, entre otros, granadas de mano del siglo XVIII elaboradas con vidrio. Este fue hallado a las faldas de la denominada Montaña de La Guerra, topónimo muy sugerente y que consolida, a nuestro parecer, con este hallazgo, el origen de su nombre.
Por otro lado, hemos podido poner nombre a la lista de fallecidos majoreros en ambas batallas. Gracias al estudio de las partidas de defunción conservadas en la Iglesia de Pájara y a su párroco Fernando García, que se implicó como un investigador más transcribiendo los ilegibles legajos, pudimos encontrar nuevos fallecidos anónimos hasta ese momento y reescribir la lista de fallecidos en ambas batallas:
Batalla de El Cuchillete; Agustín Chrisostomo (Tiscamanita), Agustín Negrín (Pájara) Agustín de Armas (La Florida) Diego Crisóstomo (Tuineje) Juan de Oliba (Tiscamanita) Matías Silvera (Corral Blanco / Tuineje) Marcos Hernández (Tuineje)
Batalla de Tamasite; José de Soto (Las Pocetas) José Domínguez (Las Pocetas) Balentín Perdomo (Las Pocetas) Domingo Ramos (Tiscamanita) Nicolás García (Tiscamanita) Domingo Balentín (?) Nicolás Días. (?)
Creemos que esta lista se queda corta, ya que según se deduce de otros heridos, pudieron morir días o semanas después de la batalla, como por ejemplo “Christobal García dos balazos en la Cabeza y dos dedos cortados de una mano”. Pero no encontramos en las partidas de defunción a ninguno de los otros heridos. Estamos convencidos de que hubo más muertos por parte del bando majorero, anónimos silenciosos de clase baja que no fueron inscritos en las partidas de defunción por no poder permitírselo, a los que hay que sumar los esclavos a los que tampoco se les darían lugar en estas actas. Veamos un ejemplo con la partida de defunción de Don Agustín de Armas.
1459 Ag.in de arma (Agustín de Armas) marido de Marcela (14- 10-1740)
«En el lug.r (lugar) de pax.ª (Pájara), Ysla (Isla) de fuertev.ª (Fuerteventura) en catorce de Octubre de mil Sep.tos (setecientos) y quarenta años se enterró en sep.ª (sepultura) de fab.ca (fábrica) de la capilla mayor de la IGl.ª de Ntra. Sra. de Reg.ª (Iglesia de Nuestra Señora de Regla) de dhco (dicho) lug.r (lugar), Ag.in de Armas marido de Marsela Six.º Vos. En el paso de la Florida, el que no quiso lo Stos. Sacramentos y su muerte fue defendiendo, la patria, fee, y ley el 13 de dhco. mes, contra los erexes Ingleses y se apoderaron del lugar del Tuinexe, acompañó el Ben.º con capa, cruz alta, tres paussas, Vig.ª y M.ª (Misa) y cantó el párroco, 20 luces, y todo fue gracia de compenssa de sus muertos y en otra de finca y feligreses = Cantela M.ª = Frabicio» yo».
Destacamos cómo en la partida de defunción de Agustín de Armas, firmada por Fabricio, el mismo párroco expresa que murió defendiendo la patria, fe y ley contra los herejes ingleses el día 13 de dicho mes. Queda muy clara la concepción de herejes para nombrar a los ingleses protestantes, a razón de la guerra entre creencias religiosas, otro elemento a destacar en estos enfrentamientos. Agustín de Armas fue enterrado en la iglesia de Pájara con capa, cruz alta, vigilia, misa y 20 luces, elementos propios de un enterramiento de cierta importancia y poder adquisitivo. Paralelo que se muestra en las otras partidas de defunción que se localizaron.
Y por parte del bando corsario, pudimos, a través de diferentes fuentes bibliográficas anglosajonas, hacer una lista de ocho nombres pertenecientes a la tripulación del San Andrew, el del capitán Davidson, el subteniente Benabab Bill, el oficial de intendencia Richard Ross, el marinero que fue enviado como emisario Abraham Rathbone y otros cuatro corsarios: Thomas Shilcock, Thomas Henderson, William Pollock y Peleg Burrows. Respecto a la tripulación del día 13 de octubre, perteneciente al corso Vernon solo tenemos un nombre, el de su capitán Willis.
Estos han sido algunos de los elementos más destacados de la investigación arqueológica y documental que hemos obtenido en las dos campañas de trabajo que se han realizado en los últimos años.
RS: ¿Qué fue de los protagonistas de la defensa de la isla que sobrevivieron? ¿fueron compensados de algún modo?
Siguieron con sus vidas, no sabemos mucho más de ellos. Podemos señalar, por ejemplo, la localización en Betancuria de la partida de defunción de Sánchez Umpiérrez fechada en 1741. No, no recibieron ninguna compensación. Lo más cercano fue el reconocimiento que les hicieron los vecinos con una placa conmemorativa colocada en la plaza de Tuineje el 24 de noviembre de 2020, 280 años más tarde. En ella se leen los nombres de los fallecidos majoreros y concluye con «y a todos los caídos anónimos de aquellos días».
Existe un memorando fechado en 1745 donde se hace mención a los fallecidos y a los heridos. En él se solicita un pago a las viudas y a los heridos de una pensión que el rey había prometido por escrito; se insiste en varias ocasiones, pero esa pensión prometida jamás llegará. Me pregunto si hoy sus herederos podrían retomar esas pensiones, porque al fin y al cabo se las deben.
Las vidas de muchos de los milicianos y corsarios involucrados en estos eventos a menudo quedaron en el olvido, ya que no eran figuras públicas o prominentes en la documentación de la época. Las investigaciones futuras podrían revelar más detalles sobre sus vidas, pero hasta ahora, la información disponible es limitada.
RS: En la actualidad existe un Museo de Interpretación sobre estas batallas, una estatua, una placa conmemorativa y una conmemoración organizada por los propios vecinos en la localidad de Tuineje ¿Quedan aspectos por desarrollar de cara al futuro?
DC: Sí, indudablemente existen aspectos por desarrollar de cara al futuro en el estudio de esta historia. En la actualidad, nos encontramos inmersos en una fase de investigación respaldada por financiación de La Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias. Este nuevo proyecto incorpora el estudio de materiales, armas blancas y fuentes documentales, bibliográficas y de archivo inexploradas, que prometen aportar datos inéditos y de gran relevancia a la trama histórica que estamos desentrañando. De ello no podemos decir mucho por el momento, pero seguro tendrán notoriedad cuando se publiquen.
A medida que avanzamos, seguirán surgiendo informaciones, materiales y datos adicionales en el futuro, contribuyendo de manera continua a la ampliación y enriquecimiento del complejo rompecabezas de estas historias.
En un plano simbólico, estas batallas se erigen como elementos fundacionales cruciales para la identidad majorera. La resistencia valiente de los habitantes locales frente a las incursiones corsarias se percibe como un acto heroico, fundamental en la defensa de la patria. Esta conexión simbólica sigue evolucionando, consolidando un legado que se proyecta hacia el futuro.
RS: El ejército español se ha apropiado de la conmemoración victorias militares isleñas (Santa Cruz de Tenerife frente a los ingleses y Las Palmas de Gran Canaria frente a los holandeses) a pesar de que no participó en esas batallas. En Tuineje son los propios vecinos los que han asumido el protagonismo de estos actos ¿en qué beneficia esto a la ciudadanía del municipio?
DC: El ejército español lidera las conmemoraciones de victorias militares isleñas, como Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, a pesar de no haber participado en estas batallas. En Tuineje, no existe esa apropiación militar, ya que son los propios vecinos quienes lideran y organizan estos actos.
En este contexto, las Fiestas Juradas de San Miguel, celebradas el 13 de octubre, son ejemplares. Estas festividades conmemorativas, que incluyen recreaciones históricas, son impulsadas principalmente por la asociación Mas Ruines que Caín. Actos destacados abarcan desde la recreación del desembarco de corsarios en la bahía de Gran Tarajal hasta la emotiva Cantata de San Miguel, una obra teatral que revive los acontecimientos históricos.
Desde mi perspectiva, la importancia radica en que estas festividades son del pueblo, para el pueblo y organizadas desde el pueblo. El énfasis militar, que ha sido impuesto en otras conmemoraciones, debería quedar excluido de estos festejos. Es crucial recordar que las milicias majoreras del siglo XVIII no eran soldados ni militares convencionales, sino campesinos, pastores, carpinteros, etc.; eran el pueblo. Hoy, sus descendientes continúan recordándolos con orgullo y afecto.
La cultura popular y la identidad majorera han integrado estas historias como elementos fundamentales. En resumen, la preservación de la memoria de estas batallas ha sido un esfuerzo conjunto entre los vecinos, historiadores, arqueólogos y autoridades. Este trabajo conjunto asegura que estos eventos no caigan en el olvido y sigan siendo parte esencial del patrimonio histórico de Fuerteventura.
RS: ¿Por qué crees que estos hechos fueron relevantes en la Historia de Canarias? ¿Por qué deben ser recordados?
DC: Las Batallas de El Cuchillete y Tamasite son eventos de gran relevancia en la historia de Canarias por varias razones. En primer lugar, representan un capítulo crucial en la crónica de Fuerteventura, evidenciando la valentía y determinación de los majoreros frente a la invasión corsaria. La resistencia de estos habitantes refleja una unidad palpable y una voluntad inquebrantable de proteger su tierra del extranjero, espíritu de lucha que deberíamos rescatar en estos tiempos.
Además, la estrategia innovadora de utilizar camellos y armas ancestrales como los palos y garrotes destaca la pervivencia de métodos de lucha heredados de los mahos, población prehispánica de la isla. Estos elementos culturales desempeñaron un papel crucial en la defensa de la isla y son partes fundamentales de la identidad majorera.
La conmemoración de estos eventos por la comunidad de Tuineje refleja el deseo de preservar y transmitir con orgullo la memoria de aquellos que resistieron a la invasión corsaria. Esta autogestión de la memoria histórica contribuye significativamente al fortalecimiento de la identidad local, los lazos comunitarios y al orgullo arraigado en la historia majorera.
En resumen, la memoria de estos hechos debe perdurar en la historia de Canarias porque ilustran la capacidad de resistencia y resiliencia de la población local frente a amenazas externas. Además, resaltan elementos culturales únicos de la isla, fortaleciendo así la identidad majorera y subrayando la importancia de preservar la memoria histórica como parte integral del patrimonio cultural de Fuerteventura y de las Islas Canarias.