Estoy cruzando un largo paseo que es como un túnel de cañaveral y que es muy transitado en este parque. Me cruzo con algunas doñas que sacan a esta última hora de la tarde, cuando el sol casi se tumbó del todo, a sus perritos malhumorados y también con corredores uniformados con la marca quechua que me clavan la mirada hasta que rápidamente desaparecen de mi campo visual por el lado derecho. Sé que dentro de poco toda esta gente, junto con varias familias que tiran de carritos y parejas de paseantes, irá desapareciendo a medida que avanza la noche. Yo decido observar como lo hacen sentada en un banco de la fuente central del parque, donde una gran estatua de una mujer desnuda me acompaña: “la tetona”, como se la conoce popularmente en la capital.
Cuando ya el silencio nocturno se apodera del parque y sólo soy capaz de escuchar el ruido que hacen las ramas de los árboles frotándose unas con otras cuando sopla el viento, una sensación de temor me invade. “La policía entraba con el coche patrulla, un jeep con un gran foco en el techo, y alumbraba directamente a los jardines para encontrarnos y llevarnos a comisaría”, vuelve a contarme la Luisa en el eco de mis recuerdos. Entonces caigo en la cuenta de que hace cincuenta y pico años un cuerpo como el mío, en este mismo parque y a esta misma hora, hubiera sido objetivo directo de aquel coche patrulla.
El Parque García Sanabria se convirtió, tanto en la dictadura franquista como en las últimas dos décadas del siglo XX, en un espacio fundamental de socialización homosexual y travesti-transexual en Santa Cruz de Tenerife. Este parque urbano ―el mayor que hay en Canarias― fue construido en 1926 y desde entonces ha sido un lugar que alberga muchos recuerdos, anécdotas y sucesos tanto de carácter más personal o familiar como a nivel social y colectivo. Esto lo convierte, indudablemente, en un espacio de memoria. Sin embargo, hay memorias más legítimas que otras en nuestra cultura. Si hablo del parque como el escenario de prácticas de socialización entre hombres homosexuales y mujeres travesti-transexuales durante el siglo pasado, parece que pongo en crisis la imagen idílica que la sociedad chicharrera de clase media-alta tiene de su querido parque. Una imagen “manchada” por fluidos, saliva y sangre de todas aquellas personas que encontraban en el amparo de la nocturnidad y la antigua frondosidad del parque la oportunidad de disfrutar de sus sexualidades o sencillamente socializar entre iguales.
Camino un poco más arriba y llego a la zona donde estaba la famosa Plaza de las Ranas. Según palabras de la Luisa este era el punto principal de encuentro dentro del parque para las mujeres travestis y transexuales que habitaban la ciudad o estaban de paso por la zona. Me las imagino a todas allí sentadas con sus permanentes hechas, las uñas largas y mal pintadas y fumando sin parar como se frecuentaba en aquellos años. Alegando sobre hormonas clandestinas y la posibilidad de viajar a Casablanca para regresar operadas, o sencillamente vacilándose de algún conocido y de cómo conseguía mantener en secreto su atracción por mujeres como ellas. Todo hasta que aparecía el coche patrulla y todas tenían que salir corriendo a esconderse como gatas que huyen de perros rabiosos, porque los perros solo persiguen a las gatas por el sencillo hecho de serlo.
Fue tan importante este parque para toda aquella población que sufrió la represión legal y social del franquismo que se convirtió también en el testigo de la primera acción pública, organizada y colectiva en defensa de la libertad sexual en Canarias. Todo sucedió el 25 de junio de 1978 y lo que en un principio iba a ser una concentración en contra de la Ley de Peligrosidad Social, apoyada por sindicatos obreros y organizaciones feministas, acabó convirtiéndose en una manifestación improvisada ante el intento de la policía de disolverla. Unas doscientas personas, según una nota de prensa publicada dos días después en el Diario de Avisos, recorrieron la Rambla de Santa Cruz ―en aquel momento la Rambla General Franco― a plena luz del día, con los puños en alto y gritando lemas como “Libertad Sexual”, “No a la Ley de Peligrosidad Social” o “Suárez, escucha, los gays están en lucha”. Ese día Santa Cruz de Tenerife fue testigo de un acto histórico no solo para la isla sino para todo el Archipiélago porque aquellas personas, aquellos maricones, desviados y torcidos, aquellas travestis, enfermas y apestadas, se adueñaron de la luz del día para gritar en la cara de una sociedad casposa que no volverían a esconderse en la nocturnidad.
Doy unas últimas vueltitas por el parque antes de regresar a casa. Desde luego ya nada tiene que ver con su aspecto original puesto que una remodelación en 2004 lo convirtió en un espacio mucho más diáfano y menos selvático. Ahora ya no haría falta un foco que ilumine los jardines porque sencillamente con mirar puedes comprobar si algo está sucediendo entre la vegetación o los recovecos de las esculturas diseminadas por el parque. Supongo que esta remodelación formó parte de la estrategia de higienización social que Santa Cruz llevó a cabo también en otras zonas de la capital como el Puente Serrador, la desembocadura del Barranco de Santos o el Barrio de El Cabo. Y es que la construcción de edificios inmensos con el fin de gentrificar la zona consiguió expulsar a todas aquellas personas incómodas ―por su condición de clase, pobreza, marginalidad o disidencia sexual― para el afán que tiene la capital chicharrera de convertirse en una ciudad de bien y un destino turístico amable. Pero las memorias no pueden borrarse con facilidad. En cualquier caso se llevan a un estado latente, aunque débil, que puede reactivarse en el futuro a través de distintos medios. Antes de salir del parque oigo un ruido en uno de los jardines y con el rabillo del ojo consigo distinguir en la oscuridad a dos personas de pie y muy juntas. Regreso andando a mi casa con una sonrisa sabiendo que, de noche, sigue siendo otro parque.
Nota de la autora: si deseas tener más información y ver material gráfico de esta época del parque, así como de otros lugares significativos para la memoria LGBTI de Canarias, te recomiendo visitar la página web Disidencias sexuales y de género de Canarias en donde reunimos entrevistas, fotografías, publicaciones y vídeos con el fin de reconstruir nuestro pasado.