Publicado originalmente el 18 de octubre de 2018
Hace unas semanas, en un hilo de Twitter, supuestos expertos en señalización vial se quejaban porque una señal en la carretera en Fuerteventura dijera guagua y no bus. La calificaban como «fuera de normativa». Continuaba: «A título personal, opino que me parece una enorme ‘magada’ el uso del lenguaje coloquial canario para la señalización vial del tráfico. Canarias vive sobre todo del turista». O sea, que poner guagua no molesta por la supuesta ilegalidad, sino que sobre todo el rechazo está basado en que es cutre, de maúro, autóctonamente basto.
En el hilo, absolutamente imperdible, conocerán toda la conversación suscitada al respecto, pero las conclusiones son claras. En primer lugar, el tuitero cree que contraviene la normativa vial. En segundo lugar, considera que decir guagua es coloquial y una magada, o sea no propio de personas cultas, con un menosprecio claro, además, del dialecto canario y en concreto de esta palabra. En tercer lugar, para que el turista entienda, hay que poner bus. Por lo tanto, nuestras señales, nuestro paisaje y nuestras palabras empleadas deben de ser cuidadas para que el turista nos entienda, mira que somos brutos.
Sin embargo, en el Centro Ecológico y Cultural Los Olivos, en Telde, no piensan igual. Al menos eso se deduce de su señalización en la que solicitan al visitante que tengan cuidado con acercarse a la valla. Junto a las normas de no tocar a los animales solicitan no alongarse, do not stay along en inglés. A dicho centro acuden turistas de todos lugares, tanto a las visitas de domingos y festivos, como a celebraciones o campamentos escolares. Alongarse es un arcaísmo del español que se ha mantenido en el habla canaria. La persona que vea esa señal, sea francés, leonés o gallego, sabrá a qué se refiere y además estará ampliando su conocimiento del dialecto canario, con la inclusión de esta palabra. El centro no tiene complejos al respecto, como sí parece tenerlos el tuitero y grupo de tuiteros anterior. Incluso en este caso, a mi juicio, la palabra alongar es más precisa que asomarse. Asomarse se puede, acercarse también, el problema está en alongarse (echar el tronco y la cabeza hacia adelante) porque la persona se puede caer al vacío.
En esto del habla canaria hay mucho de complejos. El otro día en Vecindario, en la presentación del corto La Cueva de las mujeres usé la denominación enyesque sabroso para presentar la proyección del corto documental Juntas. Nadie del público levantó la mano para preguntar a qué me refería, si les iba a poner de comer o qué estaba diciendo. Porque el lenguaje también evoluciona y se usa en contextos distintos a los anteriormente inexplorados. Lo que yo no puedo hacer es abrir un acto dirigido a un público madrileño, en Madrid, hablando de enyesque porque ahí sí que no me van a entender. Esto se llama competencia comunicativa. Empero, a veces me da la sensación de que nosotros debemos conocer las peculiaridades de los demás, sin que nadie respete las nuestras.
Pero un pueblo con autoestima, que debiera valorar, proteger y fomentar un legado rico e ingente como es el dialecto canario, en todas sus modalidades, tiende a rechazarse a sí mismo si son las mismas instituciones las que muestran ese complejo. Como en este anuncio del Gobierno de Canarias. Una pieza publicitaria cargada de z y s, con una modalidad ajena a la canaria, en un anuncio canario dirigido a un público canario. «No es una marca, es nuestra forma de ver la vida, de esperarnos, de poner todos los recursos al servicio de nuestras islas. No se trata de negocio, sino de identidad, de talento, de idiosincracia. No hablamos de ti, ni de mí, ni de ellos, hablamos de nosotros. Más allá de un territorio o de una bandera. Somos personas con un mismo sueño, luchando unidos para crear un futuro sostenible en el que el beneficio sea para todos. No es un distintivo, es nuestra forma de transmitir nuestros valores, respetar nuestro entorno y mantener intacta nuestra calidad de vida. Porque hay muchas maneras de hacer las cosas, pero solo una que nos representa: la nuestra. Elaborado en Canarias, si compras elaborado aquí, vuelve a ti», dice el anuncio. Todo ello con un acento castellano, ajeno al canario. ¿Por qué motivo? ¿Qué razón existe para que, en una pieza que pretende concienciar sobre respetar, proteger y fomentar lo nuestro, se pisotee nuestro dialecto, nuestro acento?
Albert Memmi relata en el Retrato del Colonizado algunos de los complejos del colonizado. Entre ellos cita el rechazo a su propia cultura en favor de la del colonizador. Un campo en el que se observa claramente es en el habla, donde la influencia de medios de comunicación y supuestos prestigios, están dibujando un panorama de vosostrismos y c y z forzadas. Las instituciones prefieren un anuncio narrado en castellano aunque apele a la identidad de nuestros productos, a los hechos me remito, transmitiendo un mensaje claro a la población. Es necesario un cambio de mentalidad en todos los campos que permita, no solo preservar el habla canaria, sino aprovecharnos de su riqueza a la hora del uso de palabras concretas, precisas y más adecuadas. Seguramente el habla canaria es uno de los legados más importantes que nos quedan en el terreno identitario, por lo que la cuestión no es nada baladí. No se trata de negocio, sino de identidad.