Publicado originalmente el 11 de febrero de 2011
Dice Antonio Vélez, presidente de la Fecao, que los botellones impiden divertirse a los turistas. Que cuando no hay romerías ni fiestas populares que los entretengan, a los jóvenes no se les ocurre otra cosa que ir precisamente a Playa del Inglés a divertirse, ¡vaya ocurrencia!, y que eso no es compatible con el ocio del turista. Sólo faltaba.
Cuenta Vélez que los propietarios de locales intentan controlar la entrada a sus negocios (imagino que se refiere a no dejar entrar a jóvenes canarios, esos salvajes indeseables), pero que no pueden evitar que accedan a plazas y otros centros comerciales con bebidas que adquieren en otros establecimientos. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Mano dura contra esos zarrapastrosos, que no tienen ni para pagar los 9 euros que cuesta una copa en los locales. Eso si pudieran entrar, menos mal que no los dejamos, canarios fuera.
Los pobres turistas que vienen a Canarias a salir de marcha no se merecen esto. Ellos se divierten beatíficamente con un saber estar exquisito. Nunca vi ninguno haciendo botellón en ninguna plaza, ni vomitando, ni molestando, ni dando esperridos, ni mucho menos montando peleas y destrozando locales. Fíjense que no he visto ni uno tajado… Si no les permitimos divertirse y desfogarse con toda tranquilidad, sin canarios por el medio que los molesten ¿a dónde iremos a parar? ¡Son los turistas los que generosamente nos dan de comer! Desde aquí le hago humildemente una propuesta al presidente de la Fecao para que la plantee a las autoridades: que pongan vallas en todas las zonas turísticas y se prohíba la entrada a los canarios, que no tienen nada que hacer allí, nada se les ha perdido y no hacen sino importunar a los pobres turistas, que vienen a disfrutar de las islas sin que haya gente de por medio molestando.
¿Qué fue de aquellas campañas de concienciación, Tenerife amable y En Fuerteventura somos así? Ambas eran excelentes, aunque les faltara incluir el derecho de pernada (nada es perfecto). Pero han fracasado, parece. Es que los canarios son tan belillos que ni por esas aprenden modales, no dan para más.
Tendríamos que coger recortes del Cabildo de Lanzarote. Cuando un desdichado grupo de estudiantes belgas fue expulsado de un avión por sus formas agresivas y groseras, el presidente del Cabildo, Pedro San Ginés, tuvo reflejos y enseguida se personó en el aeropuerto para interesarse por la suerte de los infelices turistas bruselenses. Parece ser que los pobres muchachos se negaban a sentarse y, con actitud amenazante, casi llegaron a las manos en el interior del avión, al que les dejaron acceder a pesar de haber llegado cuando la facturación del vuelo estaba ya cerrada. Cuando la policía los desalojó y les tomó declaración, el presidente del Cabildo los acogió en su blando seno: el Cabildo les pagó el hotel.
Después resultó que estos excelentes turistas montaron un alboroto en los hoteles que les pagó el Cabildo lanzaroteño, seguramente por el estrés que les provocó algún botellón de canarios que habría cerca. Posteriormente se supo que estos mismos turistas belgas exquisitos habían destrozado los establecimientos donde se alojaban antes del escándalo del avión, y que la policía había tenido que personarse varias veces a poner orden. Otra prueba de que venían estresados a descansar y la posible presencia de jóvenes canarios en la calle les provocó un ataque de ansiedad. De ahí los destrozos, seguramente. Y sin embargo nada de ello impidió al Cabildo lanzaroteño pagarle la estancia a estos turistas tan civilizados. ¡Qué generosidad, qué magnanimidad! Desfóguense ustedes, señores turistas, que aquí estamos nosotros para eso.
Los que no entran en vereda son los canarios. Tanto esfuerzo para atraer turismo de calidad y ellos molestando. Mano dura es lo que les haría falta.