Publicado originalmente el 23 de junio de 2016
Yaiza Afonso (Santa Cruz de Tenerife, 1976) mamó el interés por la naturaleza y la identidad canaria desde pequeña. Su padre, Hermógenes Afonso De la Cruz “Hupalupa”, fue un referente en el rescate de la cultura canaria. Un año antes del nacimiento de Yaiza, “Hupalupa” participa en la fundación de la histórica asociación Solidaridad Canaria. Yaiza tomó el ejemplo de su padre y desde su juventud se vincula al movimiento estudiantil en el SEC (Sindicato de Estudiantes Canario). Estudia Pedagogía en La Laguna y se especializa en Madrid en género e igualdad. Actualmente trabaja en ese ámbito, concretamente en el terreno de la desigualdad en relación a la discapacidad. Además es concejala de Sí Se Puede en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. “Recuerdo escribir mis primeros relatos junto a mi padre cuando era chica, en una biblioteca repleta de libros y de cosas de nuestros guanches. Era un lugar mágico situado justo en el centro de todos los árboles frutales”, escribe en su perfil de colaboradora de Tamaimos.com. Veinte años después de la muerte de su padre, Yaiza Afonso Higuera ofrece un relato personal sobre la figura de su progenitor, con el que se estrena como escritora, su gran vocación.
PREGUNTA:Es tu primera obra como escritora, que defines como tu vocación, ¿sabías que llegaría este día?
RESPUESTA: De alguna manera siempre lo he sabido, aunque debo admitir que también ha habido momentos en los que lo he dudado, el impulso de mi editor José Miguel Martín ha sido fundamental para concluir este proyecto.
P: Dices que empiezas a escribir junto a tu padre. Curiosamente debutas como escritora con una biografía personal sobre él.
R: Recuerdo como mi padre me animaba a escribir, y aunque hiciera cosas sencillas y sin importancia, él sabía valorarlas y animarme, era fantástico para fomentar la autoestima de sus hijos. Nos podíamos creer cualquier cosa, todo era posible, por ello escribo sobre él, porque nos enseñó a creer en nosotros.
P: ¿Cómo influye la figura de tu padre en la evolución de Yaiza Afonso?
R: Tras 20 años sin él sigue estando presente, no hay día en el que no lo recuerde. Me enseñó, como comenté antes a soñar, pero también aprendí de sus errores, tratando siempre de rescatar lo bueno sin olvidar lo malo. Porque todos somos así, personas que amamos y nos equivocamos. En mi evolución está él con sus ideas y mi madre con su constancia, sería otra persona radicalmente distinta sin sus enseñanzas, por ello estoy convencida que ellos son raíces que me han ayudado a evolucionar.
P: Aquella Finca La Pasada era un auténtico desfile de personajes de la cultura canaria e incluso la política. Antonio Cubillo, Pedro Guerra, Antonio Tejera Gaspar y hasta un ministro senegalés. ¿Cómo eran esos encuentros?
R: Yo recuerdo siempre conversaciones sin censura, gentes bienvenidas para tomar una copa o un plato de puchero. En medio de la política y las conversaciones siempre había un espacio para nosotros, sus hijos que mostrábamos nuestras virtudes a través del baile o las canciones. Una vez llegaron unos cubanos a mi casa el día en el que celebraba mi cumpleaños, acababan de atracar en el puerto de Santa Cruz y se acercaron a la Finca La Pasada, recuerdo el saco de azúcar Moreno y el helado de vainilla. Trajeron una cinta de Rubén Blades, hablaban de independencia y de revolución. Nuestro hogar era así un lugar de encuentros donde la diversidad era bienvenida.
P: Tu padre sufrió represión y traiciones en vida. Cuentas algunos episodios en el libro. Fue objeto de represión por su militancia política, además de ser víctima de dos robos, uno de ellos de la Guardia Civil. ¿Cómo afectó este hecho en la familia?
R: Afectó muchísimo porque estas traiciones se unieron a nuestra crisis económica, lo que simbolizó la pérdida de sueños junto a la pérdida de los bienes, es difícil salir de ahí. En el libro explico detalles dramáticos que supusieron para mi padre la pérdida de ilusiones, pero aquí estamos contando nuestra historia y eso significa que hemos salido adelante y aunque mi padre no esté presente sigue viviendo en nosotros, porque somos sus vivos.
P: ¿Piensas que la historia, al menos la oficial, ha sido justa con tu padre?
R: Cuando murió muchos trataron de sumarse los tantos, pero eso sí, ignorando a nosotros, su familia. A pesar de todo, me alegro que su nombre esté en el museo, en una plaza de Santa Cruz, en una calle de Las Cruces en Garachico. La pena es que él se muriera con la pena de sentirse deshonrado por las instituciones.
P: ¿A qué o a quién le echas la culpa?
R: Creo que ahora no hay momentos para culpas, creo que ya la historia los ha puesto a todos en su sitio y a mi padre en el suyo.
P: Francisco Javier González ha destacado la generosidad sin límites de tu padre. ¿En qué se basaba esa generosidad?
R: Mi padre lo daba todo, yo diría que daba demasiado, cuando tenía dinero lo invirtió en el movimiento, en la gente, en los actos que él consideraba importantes, en las personas que lo necesitaban. Ayudó a gente a venir de Venezuela o apoyaba equipos deportivos o se metía en proyectos editoriales, ese era el tipo de generosidad por la que destacaba mi padre.
P: Él decía que en su finca en La Pasada estaba la primera República Independiente de Canarias. ¿Qué queda de aquella idea en la Canarias actual?
R: Mi padre siempre decía eso, que nuestra finca era la primera República independiente de Canarias, muchas veces sueño con la finca e incluso con la gran bandera que había en la cueva y la imagino rota a jirones. Lo más importante que nos queda es lo que se rescató, la búsqueda de un camino que parecía perdido
P: Tú actualmente eres concejala en Santa Cruz de Tenerife, ¿cómo te influyen las ideas de tu padre? ¿no levantarte ante el himno español es una herencia en parte de Hupalupa?
R: La primera causa por la que no me levanté fue por mi padre, no podía faltarle el respeto de esa forma. Cuando estaba sentada lloré pensando en él, escuchando ese himno descontextualizado, para mí también era importante no levantarme y que la gente de Coalición reflexionara sobre sus absurdas contradicciones.
P: La rebeldía te viene también por parte de tu abuelo, que fue un comerciante republicano de izquierdas condenado a muerte.
R: Mi abuelo fue un hombre de izquierdas, muy inteligente que supo sacar un negocio adelante, un emprendedor. A él no le gustaban las ideas independentistas de mi padre, pero mi padre valoraba mucho ese sufrimiento que tuvo mi abuelo en su condena de muerte, ese espíritu rebelde que creció también en él.
P: El libro se presenta un día muy especial, el 24 de junio, Día del Solsticio de Verano. ¿Cómo eran esos días en tu casa?
R: Las hogueras en la Finca la Pasada se hacían en la era, eran preciosas y para mí nuestra hoguera era la más brillante del pueblo. La mañana del 24 nos levantábamos tempranito para ver bailar el sol, y lo veíamos moverse, era el mismo sol que el de nuestros guanches, eso nos lo decía mi padre. Esta presentación de un modo casual cayó este día, aunque creo que no es casualidad, creo que de algún modo su espíritu nos llevó a ese día.
P: ¿Qué esperas ofrecer con esta obra? ¿Crees que este libro hace al menos algo de justicia con la figura de Hupalupa?
R: Espero ofrecer nuestra vida en narrativa, hablando de mi madre Amparo, de mis hermanos e incluso de mi hijo, mostrar nuestra vida a través de él, la vida de Hupalupa. Con este libro creo que puedo conseguir la justicia del corazón que es la que nos interesa. Y mostrar al mundo a un hombre que además de luchar por rescatar los resquicios de su tierra, fue agricultor, político, ecologista, padre, amigo, marido, escritor, buscador de libros, amante de las culturas del mundo y soñador.