En ocasiones escuchamos y relacionamos el término «minimalismo» a un movimiento artístico-cultural. En este campo es interesante destacar el trabajo del arquitecto y diseñador germano-estadounidense Ludwig M. Van der Rohe (1886-1969), creador de la renombrada frase: «menos es más». Entre sus obras destaca la corriente minimalista caracterizada por la ausencia de estilos valiosos o recargados sin la privación del diseño.
Conviene advertir que en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), la palabra minimalismo presenta dos significados: como una corriente artística contemporánea que juega con elementos limitados, y la otra definición, establece que es una tendencia estética e intelectual que busca la expresión de lo esencial eliminando lo superfluo.
¿También el minimalismo es una corriente filosófica? Según la última definición de la RAE y la cita atribuida a Mies Van der Rohe (less is more) sobre este vocablo, hace referencia a una corriente filosófica que ha ido evolucionando recientemente y que consiste en identificar las cosas que son necesarias o esenciales para desprendernos de todo lo demás.
Evadir el interés del materialismo en una sociedad capitalista, hace de esta corriente de pensamiento un estilo de vida para tener una existencia simple y elemental en un mundo consumista. ¿Suena a algo tan hippie? No se refiere a un minimalismo extremo sino a un minimalismo existencial u homo minimus en el que solo se puede vivir con lo necesario.
Los autores del libro «Minimalismo», Joshua Fields y Ryan Nicodemus, desarrollan dicho concepto como un estilo de vida. Explican cómo se despojaron de la mayor parte de sus posesiones materiales y emprendieron el camino hacia lo que verdaderamente importa: la salud, las relaciones personales, las pasiones, el crecimiento personal y la mejora de la sociedad. ¿Cómo podría ser tu vida exenta de los excesos materiales sin perder su propósito esencial?
En su ámbito más general, un minimalista evita dar demasiada importancia al materialismo y carece de problemas para renunciar a lo que se convierte en inutilizable. Elige calidad en vez de cantidad, controlando sus compras con selectividad en las cosas que son imprescindibles para su estilo de vida y eliminando todo lo que ocupa espacio por medio de ventas o regalos a otras personas.
Al deshacerse del exceso de los materiales tangibles, una persona minimalista originará orden y simplicidad en el hogar. Aminorando la problemática del tiempo y la búsqueda de las cosas, por ejemplo: una persona con un reducido número de pantalones evitaría una incertidumbre sobre la dificultad en la selección de los mismos a la hora de salir.
Prefiere cuidar las relaciones familiares y amistades para pasar momentos únicos con sus seres queridos. Al tener menos cosas insignificantes, atribuye a su vida una calidad temporal exenta del ente materialista y libera las preocupaciones o pensamientos perniciosos que puede dar dolores de cabeza. De hecho, existe la preferencia de construir y no destruir las relaciones más deseadas.
Un minimalista efectúa sus obligaciones y deseos por medio del coste de oportunidad. En economía, el coste de oportunidad o alternativo es aquello a lo que renunciamos cuando tomamos una decisión económica-financiera con el objetivo de obtener la mayor rentabilidad esperada. En efecto, una persona minimalista tiene la capacidad de negar ciertas situaciones para afirmar otras relacionadas con sus prioridades decisivas. Entre la elección de quedar con un amigo o ir al museo con una invitación, se decantaría por la primera opción porque no acepta invitaciones. Invierte su tiempo en experiencias aferradas a su filosofía de vida.
También utiliza recursos digitales con el propósito de transformar los archivos y documentos físicos en virtuales. La clave está en reducir el espacio físico que ocupa todas las cosas que podemos digitalizar.
El minimalismo no pretende transmitir un mensaje de vida radical y olvidarnos de todo lo que tenemos. Es tautológico que el ser humano tiene necesidades, aunque, desde otra perspectiva, sería innecesario acumular más de lo que verdaderamente nos incorpora valor y efectúa un rendimiento vital en nuestras vidas.
Así pues, la práctica minimalista es un transcurso perseverante y por descubrir ¿qué es lo verdaderamente importante en mi vida?, ¿debería cambiar mi estilo de vida?, ¿qué cosas no necesito?, ¿cómo invierto mi tiempo y dinero? o ¿BUSCO UN SENTIDO A MI VIDA?
En la actualidad, el ser humano trata de llevar a cabo determinadas compras de bienes o servicios innecesarios y como resultado expone el depravado materialismo absoluto que se apodera de nuestras vidas. No obstante, existen personas de pensamientos totalmente opuestos, un estilo de vida basado en el desapego y en adquirir solo lo necesario. En este sentido aparece una filosofía de vida que propone dedicarse a lo importante, priorizando el ser antes que el tener, según la distinción de Erich Fromm.
* Locución latina con significado filosófico y metafísico. Indica que nada surge de la nada o nada proviene. Un razonamiento basado en el principio del origen universal en la creencia de que de la nada no puede surgir ninguna materia. Los filósofos clásicos emplearon a menudo esta expresión latina y que los escritores cristianos heredaron en sus teorías acerca de si Dios fue el creador del universo. Esta frase suele atribuirse al filósofo presocrático Parménides de Elea.