Publicado originalmente el 28 de diciembre de 2018
“Me gustan los cuentos en los que salen reyes y princesas. El cuento de reyes que más me gusta es aquel que en el que va el Rey el 23-F y salva la democracia”.
Esto lo dice el cómico español, Pepe Colubí, en el programa de televisión Ilustres Ignorantes emitido por Movistar. Y no, no se trata de una isla de irreverencia cómica. Es un chiste que podemos situar en un contexto mayor y más completo.
El contexto español
Quizá no nos equivoquemos si afirmamos con toda rotundidad que nos encontramos en el contexto cómico de mayor libertad, de mayor espacio crítico y de mayor transgresión de la historia de la comedia -del humor- en España, y todo ello con un carácter profundamente extra-estamental (fuera de los límites del poder político). No solo hacen humor, sino que se cuestionan sobre él y -constantemente- lo transgreden. Como dice el cómico argentino afincado en Madrid, Dario Adanti: “¿por qué nos empeñamos en ponerle límites al humor (entendiendo el humor como expresión artística) y no le ponemos límite al drama?”.
Y a pesar de esta irreverencia y de esta concepción crítica que tienen de la comedia, se trata también de un humor que han conseguido convertir en comercial, que han convertido en un producto que se demanda y se consume. Llenan salas y teatros y son cabecera de los principales medios de comunicación del Estado.
Canarias
Y, ante esta composición de comedia que se realiza en el Estado -fundamentalmente en Madrid y en Cataluña-, ¿nosotros, qué comedia, qué humor hacemos en Canarias?
Por definición, y tras los maestros del humor canario de los 80 y 90 (Manolo Vieira, Piedra Pómez, Calero o Jaime Marrero) en Canarias predomina el humor blanco –naif, si así quiere decirse-, políticamente correcto, escasamente crítico –o simplemente (a)crítico– y lo que es más importante, se trata de un humor, de una expresión artística, estrechamente ligado al poder político, sin importar signo ni condición.
No podemos decir que sea un humor que carezca de identidad propia. Los cómicos que hacen comedia en Canarias lo hacen desde y para aquí. Usan nuestra lengua, nuestro español, nuestros registros y cuentan cosas sobre nosotros y sobre lo que somos. Es un humor que, indudablemente, bebe de la fuente del gran cronista de la canariedad de finales del siglo XX, el cómico isletero, Manolo Vieira.
Se hace en Canarias una comedia que, además, gusta y es consumida masivamente -que no pagada-. Buena prueba de ello es el tiempo que viene estando en pantalla programas como “En Clave de Ja”, ahora “En otra Clave” (aunque la clave siga siendo la misma).
El circuito cómico canario. Del “me gusta” a las concejalías de festejos
El cómico canario nace en la red y de la viralidad del “me gusta” pasa a las concejalías de festejos de todos y cada uno de los ayuntamientos del archipiélago. Nace así una comedia supedita al poder político. El humor canario de nueva creación no es ni crítico, ni transgresor, ni sirve para más que para reír, y no lo es porque, sencillamente, no puede serlo. El cómico canario, una vez establecido a través de la viralidad de la red, tiene como único sino el de crear contenidos que le permita seguir estando. Un estar, que a su vez, le permita facturar a las administraciones públicas -de todo tipo y color- cantidades que nunca generarían en circuitos privados.
Este contexto de interdependencia, de puesta a disposición de ingentes recursos públicos, no es ajeno ni al poder político, ni a aquellos servidores públicos más avispados. Recordemos el caso del Senador del Partido Popular por la isla de Lanzarote, Joel Delgado, que gestionó y cobró al Cabildo de su isla la producción de un espectáculo cómico -siendo Senador-. Dinero que tuvo que devolver una vez conocido el escándalo, en tanto que, esta actividad podía ser incompatible con sus labores en el Senado. 13.438 euros.
Esta comedia supeditada al poder político trae consigo un tipo de humor blanco, (a)crítico. Es un humor, en primera instancia, profundamente (a)crítico consigo mismo. No se cuestiona el cómico canario sobre su obra, ni sobre la trascendencia de la misma, ni sobre el contenido de ella, de hecho cuando se le inquiere sobre ello nos remite a la risa y nunca al contenido. Es una comedia que tampoco cuestiona el contexto que la rodea. No hay cuestionamiento posible sobre el entorno social, económico y mucho menos político en la comedia hecha en Canarias. En definitiva, es una comedia útil para reír, pero que no sirve, que es irrelevante, para mucho más.
“¿Qué ocurre cuando un mago del sur y un mago del norte se encaran y chocan a toda velocidad? Que sale un alcalde”.