Aunque la percepción ciudadana parece otra, el ritmo de vacunación contra la COVID-19 se acelerará próximamente. Al menos así lo indican Conrado Domínguez, director del Servicio Canario de Salud, y el propio presidente del Estado, Pedro Sánchez, que ya anunció nuevamente un “principio del fin”. Yo lo escribí hace no tanto, no soy tan optimista y compré recientemente un paquete de 100 mascarillas, miren hasta donde llega mi incredulidad. Sin embargo, aplaudo que se vaya superando una situación absolutamente inexplorada y que por fin se otorgue valor a la ciencia y a la salud, esa que siempre está relegada por la economía.
Pero no quiero hablar de vacunación, más bien es un juego de palabras para hablar de indiferencia. La indiferencia que observo en tres momentos claves y que están en el debe de un gobierno incapaz y titubeante, tanto en Canarias como en el Estado. El primer momento de indiferencia lo encontramos en Las Raíces. Allí siguen en condiciones paupérrimas un grupo de inmigrantes. Denuncias por las malas condiciones, por el frío, y por una comida que, en palabras de la abogada experta en extranjería, Loueila Mint, no comerían ni los perros. Estos días se ha denunciado una actuación policial muy controvertida por las quejas de estas leoninas condiciones. Los diputados canarios de PSOE y Podemos callan, les preocupan las elecciones en Madrid… Mientras, sigue esta brecha en la acogida canaria de personas migrantes, cada vez más grande.
El segundo momento de indiferencia tiene que ver con el absoluto abandono de las personas más vulnerables y, en general, todo lo que tenga que ver con los trámites burocráticos. Parece ser que la pandemia solo afecta a cierto funcionariado, en concreto de la Seguridad Social, con quien no hay forma humana de ponerse en contacto, ni física ni telefónicamente. Si quieren hagan la prueba e inténtenlo. Si consiguen hablar, te remitirán a que traslades las dudas a un asesor. Mientras, un montón de personas esperan por su Ingreso Mínimo Vital, sin respuesta de la Seguridad Social, Gobierno de Canarias ni servicios sociales de ayuntamientos. Hablamos de un ingreso de emergencia para sobrevivir, así se las gasta el gobierno progresista. Contra Rajoy vivíamos mejor…
El tercer momento de indiferencia tiene que ver con dos leyes bandera del Partido Popular que siguen en vigor: la Ley de Seguridad Ciudadana y la Reforma Laboral. Tras casi dos años de gobierno no han querido o podido derogarlas. La Ley Mordaza cumplió el pasado 30 de marzo seis años de existencia. Y ahí sigue, como espada de Damocles contra los movimientos sociales, contra la protesta ciudadana y contra la libertad de información. Algunos solo saben ver pasar y hacer postureo en redes sociales.
Me estoy acordando, quizá demasiado, de Canción en Harapos de Silvio Rodríguez, cuando uno supone que un gobierno progresista debiera inspirar más La era está pariendo un corazón. Lo que está claro es que es más fácil estar en la oposición, en tu trinchera, agazapado, que gestionando. A mí que me vacunen, por favor, pero de la indiferencia. Y del pensamiento fanático también, por cierto, que siempre es contrario al crítico.