Las lenguas y los dialectos, como las culturas, son dinámicas, cambiantes, se enriquecen, nunca van a menos vocabulario, siempre a más. Hay palabras en desuso y hay palabras sobre utilizadas, hay y habrá palabras en el olvido y palabras que aún están por venir. Movimiento, presente, diversidad, raíces. Y es que además las palabras, sus significados y acepciones, sus usos activos, sus contextos, crean pensamiento, crean realidades, crean identidad. Siendo que las palabras, en su conjunto como lengua, dialecto y/o acento, son una parte de la identidad de un pueblo, ¿cómo no cuidarla, cómo no atenderla y prestar atención a su devenir, a nuestro devenir?
Una de las grandes fórmulas coloniales, además de la espada y el sometimiento bélico, fue y es el idioma, la lengua. Lo leímos cuando los misioneros enseñaban la lengua española a los pueblos nativos americanos, posiblemente se hizo aquí en Canarias, en la época de la conquista de la misma forma con las pocas personas canario – amazigh que dejaron vivas, y lo vemos en la actualidad también. ¿Por qué se asume que en muchas de las carreras de la universidad ahora tienes que presentar tu TFG o TFM en inglés? Incluso artículos para tesis doctorales sobre las Dunas de Maspalomas o el Juego del Palo y tienen que estar en inglés primero… ¿Por qué? ¿A dónde y quiénes priorizamos querer dirigir este conocimiento? ¿Por qué escasean revistas de impacto canarias? ¿Por qué tenemos que encontrar en nuestra tierra carteles en cafeterías y restaurantes con la carta (y menú) extranjera como norma, ejemplo el italiano en Corralejo?¿Por qué tengo que saber alemán cuando en Tamadaba me preguntan en su idioma que cómo se llega a Agaete?¿Por qué se intenta implantar «una ruta jacobea» en Gran Canaria cuando nunca existió? ¿Por qué existe el «canario neutro» cuando se dan clases de dicción para ser actriz? ¿Por qué tenemos que ver vídeos promocionales de la cultura canaria narrados por voces no canarias? ¿Por qué escuchamos cada vez más en niños y niñas «vuestras y vuestros», «jugasteis» o en adultas «os voy a decir»? ¿Pero qué problema hay con conjugar el «su» de ustedes: su comida (la comida de ustedes)? ¿Por qué cada vez más conjugamos el pretérito perfecto compuesto (yo he ido al cine) y no el perfecto simple (yo fui al cine)?
Y ahora me apetece detenerme en esta pregunta: ¿por qué escucho cada vez más y en gente canaria adulta (urbana y rural) diciendo «eso mola» para designar que algo te gusta y «qué chulo te queda» para referirse a algo que te queda bien?
No – lo – entiendo, o más bien, no lo quiero entender. En Canarias hay un amplio vocabulario hermoso dispuesto a que lo soben, abracen y multipliquen, dispuesto a que lo mimen y sigan creando cierto calor identitario (identidad compuesta por una diversidad enorme de orígenes que conste). Y siguiendo estos dos ejemplos qué tal utilizar:
«Chos/Yuos qué guapo», «se sale tía», «qué bonito te queda» o «te queda fleje lindo», «esa idea es la bomba», «ñiiiiossssh», «del beletén», «quiticagas», «eso me gusta montón/fleje/mucho», «¡chacha, ideaza!», «tío, es lo máximo», «qué crema», «maravilloso», y creo que podríamos seguir así eternamente combinando palabras y onomatopeyas.
Que incluyamos palabras tan asociadas a un vocabulario que nos es lejano, como decir «runner» en vez de corredor, «paper» en vez de artículo, «ghosting» cuando te hacen el vacío o «mola o chulo» cuando nos gusta algo, y sobre todo si está asociado a algo tan de otro lugar (maravilloso que las personas que sientan suya, de su tierra, esa palabra, la usen) es ir olvidando nuestras propias expresiones, es ir descuidando un cachito de nuestra identidad.
Quizás para algunas personas incluir este tipo de palabras en nuestro dialecto, es una forma de nutrirlo, todo es conversable. No pretendo hacerme dueña de nuestra identidad ni de sus movimientos, solo permanezco alerta y nos cuestiono (a mí misma la primera) sobre estos sincretismos lingüísticos, que suponen más que una palabra o significado, que conllevan poder.
Este texto como una invitación a «ser conscientes» del presente, no tanto para blindar el dinamismo del dialecto canario, sino para traer al centro la cuestión de la identidad, la lengua, el dialecto, el colonialismo, la autoestima y el poder. El diálogo está servido.
A veces esta posición puede molestar, así que pido disculpas de antemano, también solicito que se me increpe, con cariño, cuando se me vaya la baifa. Si he dicho algo «LOL» que no te mole, chacha destrábate y perdona.
* La autora es Nerea Santana Medina, Trabajadora Social y Máster de Antropología. Santana Medina tiene experiencia como Técnica de Proyectos de Desarrollo Rural. El texto fue remitido a Tamaimos.com por correo electrónico para su publicación.