Si no estamos familiarizados con el término, podríamos entender (y haríamos bien) que la militarización consiste en el control militar de un territorio sobre el que, normalmente, alguna empresa transnacional tiene ciertos intereses (petróleo, minerales, infraestructuras de comunicación, etc.). Pero es mucho más que eso. No necesariamente tiene que haber un tanque o un ejército para que algo esté militarizado. Basta con que las jugueterías estén llenas de armas, o que, en el cine, la vía más fácil de solucionar conflictos sea matando.
El militarismo no sólo se ha infiltrado en nuestras vidas con el uniforme caqui de camuflaje, sino a través de la promoción sutil de los valores y las lógicas propias del cuartelillo: la cadena de mando, la sumisión, la obediencia ciega, el autoritarismo, la idea del “enemigo”, el control social, la exaltación patriótica, la xenofobia… Hasta el punto de que hemos interiorizado, sin darnos cuenta, muchas de estas actitudes en estructuras de la sociedad tales como la familia, la escuela o el mundo laboral. Porque el militarismo no sólo busca intervenir fuera de nuestras fronteras, sino reprimir la disidencia dentro de ellas.
Según la activista Carmen Díez, vivimos en una “cultura de guerra”. Y su fin es la justificación de las intervenciones en el extranjero, de la sobredotación del ejército, de la jerarquización social o del gasto militar. En este artículo, indagaremos en ello con un caso cercano: la militarización en Canarias.
Estamos en guerra en las fronteras
En su Estrategia de Seguridad Nacional de 2017, vigente aún a comienzos del año 2021, el Gobierno de España define como “amenazas y desafíos” para la seguridad, entre otros, el crimen organizado, el terrorismo y los flujos migratorios irregulares. De este último “peligro”, se encarga el Frontex, la Agencia europea de detección, vigilancia, gestión y control de fronteras. Aunque su sede general está en Polonia, en Canarias existe una de las más importantes.
El Frontex, además de deportar personas y bloquear los accesos a la UE por mar y tierra, se encarga de lo que llaman la “externalización de fronteras”. Para ello, establecen controles y otras operaciones de disuasión lo más cerca posible de los puntos de partida de los migrantes. La lógica es frustrar los intentos de emigración cuanto antes, para invisibilizarlos a los ojos europeos. Con estos fines, España proporciona apoyo logístico y adiestramiento de los ejércitos locales en el Golfo de Guinea o países como Afganistán, Mauritania, Senegal o Túnez.
«Áreas restringidas» para uso militar: la militarización en Canarias
De las veinte intervenciones militares que tiene España en el exterior, “que siempre nos las pintan tan asépticas y humanitarias” -según Koldobi Velasco, profesora de la ULPGC y miembro de la plataforma Alternativa Antimilitarista de Canarias (MOC)- diez tienen lugar en el continente africano. Canarias aquí cumple un papel esencial. Según Pedro Luis de la Puente, almirante comandante del Mando Naval de Canaria, las islas funcionan como una frontera ‘avanzada’ en África por albergar “algunas de las unidades más modernas con las que cuenta la Armada”.
Las instalaciones militares o de doble uso ocupan un 1% del territorio canario, sin contar con otros 50 km cuadrados “de interés de defensa”, es decir, de disponibilidad inmediata para que destacamentos de los ejércitos de la OTAN puedan repostar, descansar o reparar armamento. Jordi Calvo, investigador y coordinador del libro Mentes militarizadas, sintetiza muy bien la doble función de todas estas maniobras en nuestro territorio: «una, su propio entrenamiento, el día a día de los militares es entrenarse para ir a la guerra; y por otro lado, las maniobras también sirven para normalizar su presencia. Salir a los lugares civiles sirve para generar empatía e intercambio y ayuda a que se acepte su existencia».
Pero, ¿cuáles son estas “áreas restringidas”?
- En la zona este de La Isleta (Las Palmas) y en Adeje (Tenerife) existen basureros de armas de todo el Estado. “Canarias es un lugar de tránsito, comercio y tráfico (tanto legal como ilegal) de armas”, denuncia Koldobi.
- Junto al Puerto de la Luz (Las Palmas), se encuentra la base naval del Arsenal, sede de las fuerzas de reacción rápidas de la OTAN: los buques de guerra Rayo (P-42) y Relámpago (P-43).
- En el aeropuerto de Gran Canaria, en Gando, disponen de una base los aviones de países aliados de España en la OTAN que han bombardeado Mali para “luchar contra el terrorismo de Al Qaeda” en 2013.
- En Maspalomas (Gran Canaria) y la montaña de La Muda (Fuerteventura) existen dos centros de escucha del espionaje español dirigidos a África.
- La Isleta (Las Palmas) y Pájara (Fuerteventura) han sido convertidos en centros de entrenamiento de tropas de la OTAN para la guerra en África o Afganistán, debido a sus ambientes desérticos.
- En Lanzarote, se ha establecido una base de grandes drones militares cuyo fin sería «hacer incursiones de vigilancia» en África.
- En El Hierro, existe la intención de instalar un radar para vigilancia aérea en el Pico de Malpaso, como el que ya existe en el Pozo de las Nieves (Gran Canaria).
La militarización de nuestro día a día en Canarias
En Canarias, hay un militar por cada 145 habitantes (si incluimos tanto soldados como guardias civiles). Koldobi Velasco nos pone como ejemplo al otro lado de la balanza el hecho de que, en el 2017, hubiera una trabajadora social contratada (“profesión que sí que sirve a la vida”) por cada 24000 habitantes. Otro ejemplo bastante ilustrativo es que en Canarias contamos con 11 matronas por cada 100.000 habitantes, siendo uno de los territorio con el ratio más bajo de todo el Estado español. En este sentido, la activista y profesora de la ULPG añade: “la militarización está tan incorporada en la estructura en la que vivimos que necesita de maquillaje para no escandalizar”. Una forma de hacerlo es “oenegeizándose”, es decir, actuando en ámbitos en los que un ejército, bien mirado, pinta más bien poco:
- En la educación secundaria. Las visitas “didácticas” a los institutos, las invitaciones a ferias y a instalaciones militares, los concursos y premios del Ministerio de Defensa… “Es de lo que más nos preocupa: intentan que lo naturalicemos desde la infancia”, explica Koldobi.
- En las universidades. Tanto la Universidad de La Laguna como la de Las Palmas de Gran Canaria participan en proyectos I+D+I militares. Por otro lado, la ULPGC colabora con el Banco Santander y el BBVA, los dos bancos más “armados” de España (tres de cada cuatro armas no se podrían fabricar sin la financiación de los bancos).
- En celebraciones nacionalistas. Desfiles armados, jura de banderas en distintos municipios… “El nacionalismo español suele ir relacionado con la militarización”, apunta Koldobi.
- En los deportes. Participación en maratones, como la de Gando (Gran Canaria) cada primero de mayo, en carreras ciclistas…
- En actividades culturales. Exposiciones, libros, música… “La banda militar es un maquillaje más. ¿Qué hace un soldado tocando la pandereta?”. ironiza Koldobi.
- En el cine. En Fuerteventura, por ejemplo, el ejército ha acompañado el rodaje de películas extranjeras de gran presupuesto.
- En lo religioso. Presencia en romerías y otras celebraciones, la encomienda en misas antes de ir a las guerras…
- En el medioambiente. La Unidad Militar de Emergencia (UME) ayudó repoblar el Bosque Doramas en Moya, califican de “sostenibles” las maniobras en el campo de tiro de Pájara (Fuerteventura)… “Cuando no sólo son uno de los principales culpables de la emergencia climática, sino que además atacan a los activistas de Greenpeace que se acercan a las plataformas petrolíferas de Repsol”, apunta Koldobi.
- En actividades de acción social. Participan en bancos de alimentos, o a través de “Cáritas castrense” (la versión de la ONG hecha por y para militares)…
¿Cómo desmilitarizamos Canarias?
“Lo primero que hay que tener en cuenta es que las propuestas de desmilitarización están agarradas por el bolsillo”, explica Koldobi Velasco, ya que “la función principal de los ejércitos es proteger determinados intereses”. Precisamente por ello, “acceder a la información es muy difícil: es un tema tabú en los medios de comunicación”.
Entonces, ¿qué nos queda? “Potenciar una cultura de paz”, responde Koldobi. Para ello, hay un concepto clave: la defensa popular noviolenta. Según María de Lluc Bagur, coautora del libro ‘Mentes militarizadas’, la cultura de la defensa militar es “una estrategia política que tiene por objetivo crear ‘conciencia de defensa’, es decir, conseguir que la sociedad se haga cargo de las amenazas que acechan a su seguridad y comprenda la necesidad de disponer de un ejército para garantizar su protección». “Nos regalan miedo para vendernos seguridad”, añade Koldobi.
La defensa popular no violenta, en cambio, se basa en alternativas surgidas en procesos comunitarios: confluir en Centros Sociales Autogestionados; construir espacios de soberanía (alimentaria, energética, democrática…) y de cooperativismo (de producción y consumo de energías renovables, bancas éticas…) y luchar pacíficamente por la Justicia social y contra las desigualdades y opresiones (fomentando, por ejemplo, el comercio justo).
Entonces, ¿qué nos queda? “Potenciar una cultura de paz”, responde Koldobi. Para ello, hay un concepto clave: la defensa popular noviolenta.
“El objetivo último es que Canarias sea un lugar de paz y solidaridad, libre de ejércitos y militarización”, concluye Koldobi. Ya existen zonas así en el mundo, llamadas ‘neutrales’, como las Islas Åland (Finlandia), el archipiélago de Svalbard (Noruega) o la Antártida. Pero no hace falta irse tan lejos para encontrar referentes: La Asamblea Canaria por el Reparto de la Riqueza en La Orotava (Tenerife) e Iniciativa por La Orotava consiguieron aprobar en un pleno en 2010, pese a los votos en contra del Partido Popular y el Partido Socialista Canario, la declaración oficial del municipio como ‘pacifista y antimilitarista’, convirtiéndose en el primero del Estado con esta consideración. En su manifiesto publicado el 26 de noviembre de 2010, la Asamblea celebraba que “desde hoy quedan abolidos de nuestras calles todo acto llevado a cabo por el ejército español, tanto de exaltación como de captación, quedando así también libres de la represión que ello representa”.
Referencias bibliográficas
- Cantero, M. (2019) Un oasis de seguridad. El Día.
- Ceballos, I. (2016) «Tres de cada cuatro armas no existirían de no ser por el apoyo de los bancos». El Diario.
- Díez, C. (2017) «La cultura militarista impuesta por los sectores pudientes la trasladamos a nuestra vida cotidiana». El Diario.
- Gil, A. (2017) Svalbard, distopía ártica. El Orden Mundial.
- Gobierno de España (2017) Estrategia de Seguridad Nacional. Ministerio de Defensa.
- Munguía, I. (2009) Islas Åland, un archipiélago sueco en Finlandia. Diario Del Viajero.
- Navarro Díaz, J. C. (2019) ¿Qué hacemos con la defensa? Promover Canarias como plataforma de paz en un contexto de remilitarización.. El Salto Diario.
- Redacción El Salto. (2019) España se consolida como séptimo país exportador de armas a nivel mundial.. El Salto Diario.
- Unión Europea (2020) Estrategia de Unión de la Seguridad.
* Artículo publicado originalmente por Pablo Vilas en Alegando. Compartido bajo Licencia Creative Commons.