Publicado originalmente el 28 de octubre de 2010
Quizás sea a nosotros, los canarios, porque no se explica que uno le ría la gracia a quien se avergüenza de ti, ¿no? Eso es lo que Arehucas acaba de hacer con el diseño de su nueva botella: reírse en nuestra cara. Porque, ¿cómo entender entonces tal movimiento? Me explico: Arehucas, como bien saben, es la marca líder de la ya larga, aunque maltratada, tradición ronera canaria. Su producto estrella, el Carta Oro, es el ron más popular de las islas y parece imbatible. A pesar de que se hace con caña extranjera, de siempre, ha habido una gran identificación entre el producto y la marca «Canarias», hasta el punto de que el Carta Oro fue durante mucho tiempo santo y seña de nuestra identidad para los canarios que vivían fuera de su tierra. De alguna manera, Arehucas había sabido hacerse con un patrimonio sentimental en el que fundamentar su poderío comercial. Bien, héte aquí que Arehucas, decide saltar el charco y tratar de penetrar en el Estado español. Tras una etapa en la que son prácticamente los canarios, con el boca a boca y el pizco a pizco, quienes le hacen la publicidad, comienza a aparecer el Carta Oro en la publicidad de determinados espacios tremendamente populares por estas latitudes. Vean cómo Pepe Domingo Castaño, en El Carrusell, se deshace en elogios hacia el Arehucas, recalcando especialmente la frase «Canarias, la cuna del ron», (1:04), que rezaba en la antigua etiqueta. ¡Qué alegría para los canarios expatriados! Una marca canaria entraba con fuerza en el mercado y lo hacía precisamente presumiendo de canariedad. Los cubanos tienen sus rones. Los venezolanos, los suyos. Y ahora los canarios íbamos a tener el nuestro en igualdad de condiciones, con el mapa de Torriani, el famoso y popular «cangrejo colorao» y el nombre de nuestra tierra bien escrito, en grande. Nada de nombres de prestado o con apellidos impostados, inventados para la ocasión, sino «Ron Arehucas Carta Oro», «Canarias, la cuna del ron». ¡Qué orgullo a falta de otras gestas!
Sin embargo, algo tan bello no podía durar. Opera en las mentes de los colonizados un pérfido mecanismo por el cual si uno quiere triunfar, destacar, atreverse a otras cotas,… debe desnaturalizarse, cambiarse el nombre, dejar de ser lo que es para transformarse en lo que no es. ¿Cómo puede una marca hacer eso y tirar por la borda el patrimonio del que habíamos hablado? Fácilmente. Basta renunciar a sus señas de identidad, a su etiqueta, a su lema,… y adoptar otro que se piense que pueda ser mejor aceptado por aquellos a quienes se quiere agradar. ¡Habráse visto semejante complejo de inferioridad! ¿Cuántos rones cubanos conocen ustedes que anulen su cubanidad para conquistar no sé cuál mercado? Arehucas tuvo en su mano vincular un producto con excelente aceptación a la marca Canarias. Pudo haber remozado su imagen conservando sus señas de identidad, canarias. Pero, no. Prefirieron eliminar el mapa de Canarias. Prefirieron sustituirlo por una referencia a su estatus de «proveedores de la Casa Real», que a nadie llama la atención por estos lares. Prefirieron invisibilizarse entre las innumerables marcas de ron mediocre que pululan por ahí antes que hacer valer su principal patrimonio: es el producto que llevamos cuatro siglos haciendo, poca gente lo hace como nosotros. Algún inteligente publicista pensó que era mejor camuflarse antes que hacerse destacar. No hay peor problema en esta vida que un escaso autoconocimiento acompañado de una baja autoestima.
La reacción en las redes sociales no se ha hecho esperar. El grupo de Facebook «Queremos la botella clásica de Arehucas» triplica en miembros cuando escribo estas líneas al grupo oficial «Arehucas nueva botella». La gente ha reaccionado ante un hecho aparentemente intrascendental pero que remite a cuestiones más profundas. ¿Alguien se imagina a la Cerveza Guinness eliminando el arpa irlandesa de su logo para conquistar nuevos mercados? ¡Al contrario! Han conquistado el mundo haciendo gala de su fuerte identidad irlandesa, hasta el punto de que en muchos contextos decir Guinness es decir Irlanda. Es la diferencia entre tener una identidad sólida, sana, aceptada, la cual compartir con todo el mundo,… y una identidad machacada, golpeada, inferiorizada, acomplejada,… como la que los canarios, aparentemente, nos hemos dejado construir estos cinco siglos. A estas alturas, uno no puede evitar pensar que quizás sea a los propios canarios a quienes nos sobre un ron, este ron.